Abelardo Castillo, una vida dedicada a la escritura

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Escritor, dramaturgo y coordinador de sus ya míticos talleres, Castillo es considerado uno de los grandes maestros vivos de la literatura argentina, casi un prócer de la cultura.  Autor de Las otras puertas, El que tiene sed y Crónica de un iniciado, entre otras obras, fue también el creador de revistas literarias como El Ornitorrinco y El escarabajo de oro. La publicación del primer volumen de sus Diarios (Alfaguara) es uno de los acontecimientos literarios y editoriales del año.

Abelardo Castillo (Buenos Aires, 1935) empezó a escribir muy joven: soñaba con ser un poeta maldito y brillante –aunque después se volcaría a la prosa-, y dejar como herencia una obra genial. A sus 18 años inició la escritura de sus Diarios, con la firme decisión de convertirse en escritor, aunque asegura que nunca llegó a sentirse un “profesional”. Tampoco siente eso ahora, que es considerado  uno de los grandes nombres de la literatura argentina del último siglo, y ha dedicado su vida a la literatura: “Para mí, escritores son los otros”, suele decir.


Durante estas últimas seis décadas, la escritura y el ejercicio de la lectura de los clásicos –siempre fue un lector voraz- lo llevaron a reflexionar sobre el oficio y a apuntar sus ideas en cuadernos manuscritos. Los suyos son comentarios sobre los libros que llegaron a sus manos y leyó, pensamientos sobre arte y filosofía; así el lector asoma a la intimidad de su formación solitaria, durante los años en que forjó su autonomía intelectual y creativa.
Sus primeros escritos se parecían más a una novela de iniciación: en ellos relató las vivencias de un incipiente escritor de provincia que terminaría viajando a la Capital Federal, en busca de oportunidades (Abelardo nació en Buenos Aires, la familia se trasladó inmediatamente a San Pedro, donde el escritor vivió hasta los diecisiete años, y en 1952 regresó a Buenos Aires). Castillo tomaba esos primeros apuntes a mano y esa costumbre se extendió hasta 1992. Recién entonces pasó a trabajar en computadora.


Editorial Alfaguara reunió y acaba de publicar ese material: el primer volumen de estos Diarios, comprende el período 1954-1991. Luego vendrá el segundo volumen, que abarcará hasta el 2006. Sus Diarios abordan cuestiones referidas a la literatura con el trasfondo de sucesos claves de la Historia argentina (hay una larga entrada consagrada al Cordobazo y otras que refieren del Proceso y a la guerra de Las Malvinas).  Revelan también sus influencias político-filosóficas (Platón, Marx, Engels, Lenin,  Jean-Paul Sartre, Albert Camus) y su favoritismo por ciertas lecturas (Borges, Bioy Casares, Leopoldo Marechal, Manuel Mujica Lainez, Thomas Mann, entre otros). “Siempre miré la literatura más como lector que como escritor”, ha dicho él. “Soy mejor lector que escritor. No hay que tomarse demasiado en serio, pero sí tomar en serio la literatura de los otros. La lectura es una especie de felicidad, y la felicidad no es obligatoria”.
También destina en sus escritos un espacio a aquellos con los que mantuvo polémicas (como Sábato), y a sus músicos predilectos (Beethoven, Brahms y Mahler). El ajedrez y el boxeo, sus otras grandes pasiones, también encuentran lugar, como sus amores y amistades, su conflicto con el alcohol, sus encuentros con Borges y Cortázar.


Co-fundador de revistas a esta altura míticas en la Historia del periodismo cultural, recuerda sus vivencias en El grillo de papel, El escarabajo de oro –aparecida en 1961 y que dirigió conjuntamente con Liliana Heker, hasta 1974-, y El ornitorrinco –en donde también trabajó junto a Liliana Heker y a su esposa desde 1969, Sylvia Iparraguirre-. El ornitorrico, logró sobrevivir a la dictadura y  salió hasta 1985, es por eso que ha sido considerada una de las publicaciones más importantes en el campo de la resistencia cultural a la última dictadura militar.
Estas tres revistas  reunieron, a partir de los años 60’, a varios de los escritores más notables de las generaciones posteriores a la caída del peronismo en 1955.


“El grillo de papel empezó siendo una revista de ficción y terminó siendo una revista de opinión, en la que yo escribía los editoriales y que marcó cierta línea política”, relata él. “Esas revistas me recuerdan sobre todo mi juventud. El escarabajo de oro me recuerda a mí entre los 25 y los 30, por ejemplo; mientras que El ornitorrinco  me recuerda la época particular de la dictadura. Siempre me sentí un tipo de izquierda aunque no me afilié a ninguna línea política”.
A través de El Escarabajo de Oro, Castillo conoció a Cortázar.  “Nos mandaba unos textos y nosotros los publicábamos”, cuenta Castillo. “Cortázar era amigo nuestro, un amigo postal. Fue colaborador de El escarabajo de oro y también de El grillo de papel, incluso. Cuando yo escribí una crítica en la que aseguré que el personaje de El Perseguidor era Charly Parker me dijo ‘¿cómo ha adivinado todo eso?”.


Castillo es y ha sido siempre uno de los grandes defensores del relato breve, y recibió incontables premios y menciones por sus cuentos. Como dramaturgo, también exhibe una trayectoria impecable: en 1963 su obra de teatro Israfel recibió el Primer Premio Internacional de Autores Dramáticos Latinoamericanos Contemporáneos del Institute International du Theatre, UNESCO, París y en 1964 El otro Judas obtuvo el Primer Premio en el Festival de Teatro de Nancy. Recibió en 1993 el Premio Nacional Esteban Echeverría por el conjunto de su obra.  En 1994 recibió el  Premio Konex de Platino, otorgado por la Fundación Konex, al Mejor Cuentista argentino del quinquenio 1989-1993, y en 2007  recibió el Premio Casa de las Américas de Narrativa José María Arguedas por El espejo que tiembla. Sus obras fueron traducidas al inglés, francés, italiano, alemán, ruso y polaco.


Bibliografìa de Abelardo Castillo

Relato:

Las otras puertas (1961)
Cuentos crueles (1966)
Los mundos reales (1972)
Las panteras y el templo (1976)
El cruce del Aqueronte (1982)
Las palabras y los días (1989)
Las maquinarias de la noche (1992)
Cuentos Completos (1998)
El espejo que tiembla (2005)

Novelas:
La casa de cenizas (1968)
El que tiene sed (1985)
Crónica de un iniciado (1991)
El Evangelio según Van Hutten (1999)

Teatro:
El otro judas (1959)
Israfel (1964)
Tres dramas (1968)