Amor 2.0: cuando cupido es el teclado

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En un mundo acelerado en el que cada vez hay más personas solas y donde no sobra el tiempo para relacionarse, Internet aparece como la meca a la que acuden millones de solteros en busca de pareja: la tecnología facilita el encuentro entre los sexos pero también supone mayores riesgos de frustrarse, advierten los expertos. Algunas claves sobre los sitios que ofrecen el servicio de búsqueda de pareja en la red.

Si el amor fuera una ciencia exacta, encontrar la pareja perfecta sería asunto sencillo: uno podría enviar toda la información relativa a su identidad a algún sitio que determinara, con precisión matemática, al mejor candidato o candidata para iniciar un vínculo. Pero, ya se sabe, en materia de relaciones, la cosa no funciona así. Sin embargo hay sitios empeñados en dar una mano a aquellos que aspiran a conocer gente para iniciar una relación de pareja o mantener, simplemente, un encuentro casual: se trata de páginas o sitios online que proponen, en base a los datos que aportan quienes se inscriben en ellas, una serie de candidatos con afinidades comunes, en base a la lógica de la probabilidad. A partir de allí, correrá por cuenta del usuario la posibilidad de establecer contacto con alguno de los candidatos propuestos, mediante el intercambio de mensajes y fotos o del chat.


Los sitios de búsqueda se han convertido en una herramienta más, entre las que facilitan el encuentro, tanto de aquellos que aspiran a los encuentros casuales - “amigos con derechos”, “touch & go”, y “relaciones free” son algunas de las expresiones frecuentes con que los jóvenes definen esos vínculos-, como de aquellos que, en el extremo opuesto, apuestan a edificar un proyecto de pareja o de familia. Eso que explica  el notable crecimiento que han tenido este tipo de páginas en la red, durante la última década.
Las páginas de búsqueda online han proliferado en todo el mundo, al punto de que convocan diariamente a millones de personas, que recurren a ellas a partir de distintas motivaciones. Parece un hecho que, en la era de la tecnología y las redes sociales, el tradicional café, las discotecas, los cines o los paseos por el parque han sido en parte sustituidos por relaciones 'on-line' en las que lo que se comparte son largas horas de conversación en red, alguna que otra fotografía vía e-mail o imágenes a través de la webcam.


En los sitios especializados, la dinámica de la búsqueda es relativamente sencilla, además de gratuita, en la mayoría de los casos: los interesados pueden especificar si pretenden conocer personas del sexo opuesto o de su mismo género, de qué rango de edad e incluso optar por determinadas características físicas o intereses específicos-, y el sistema hace el resto; cruza datos o selecciona a aquellos/as candidatos /as que mejor se correspondan con el perfil seleccionado.
Quienes hacen uso de estas herramientas, argumentan que, entre las ventajas de conocer gente a través de Internet, se cuenta el hecho de que la red ayuda a hacer a un lado las inhibiciones y a conectarse a partir del discurso, antes que de una imagen. Los riesgos, en tanto pasan fundamentalmente porque las personas puedan falsear, relativa o parcialmente, datos referidos a su identidad, y por el hecho de que ante la sobreoferta de candidatos, el usuario pueda sentirse abrumado o frustrado.


Algunos sitios son temáticos y permiten buscar gente con características concretas, mientras que otros se centran en un único tipo de relación: hay páginas más orientadas a buscar relaciones estables, páginas para buscar amigos y otras directamente orientadas a la búsqueda de compañeros para encuentros sexuales. 
Además de las páginas especializadas, Facebook es otra de las vías frecuentes para  conocer gente. La página de Facebook “Encontrar pareja” suma actualmente cincuenta mil fans, lo que prueba la cantidad de gente interesada en vincularse por este medio. Aunque la mayor parte de los usuarios que utiliza esta vía lo hace, simplemente, sumando o aceptando “amigos” o “contactos” con los que luego puede chatear o intercambiar mensajes.


Entre los sitios más consultados por los argentinos, Match.com es responsable de miles de encuentros ‘exitosos’. Otro de los más consultados en el país es Be2.com -que tiene más de 29 millones de usuarios en el mundo y una versión local, que ofrece la posibilidad de rastrear perfiles afines al del usuario a partir de un índice de compatibilidad que el mismo sitio estima-. Amigos.com -que suma 715 mil usuarios argentinos y casi 6 millones a nivel global- y Zonacitas.com, son otros de los más conocidos. 
“Yo conocí a Pablo en Zonacitas, vi una foto que me pareció muy llamativa, le dejé un comentario y luego nos pusimos a chatear”, testimonia Gabriela. “Con el tiempo nos conocimos y desde el principio todo fluyó, nos enamoramos a full. Lo más cómico: frecuentábamos las mismas zonas -colegios, universidad, gimnasio del barrio- y jamás nos habíamos visto! Nos casamos y ahora también nos acompaña Joaquín, nuestro primer hijo. Uno nunca sabe donde empieza a escribir su futuro”.
“Conocí a mi marido por Match y por supuesto no me arrepiento”, explica Maia (porteña, 38 años) que, sin embargo, reconoce que antes de dar con su actual esposo vivió dos experiencias “poco agradables” con otros usuarios del sitio en el que se inscribió. “Creo que hay que hacer un uso prudente e inteligente, no confiar en cualquiera y pactar la primera cita siempre en un lugar público, para no exponerse más de la cuenta y no correr riesgos”, dice, consultada por esta revista.
La mayoría de quienes consultan estos sitios son personas menores de 50 años, pero la participación de los mayores crece año a año. Según estadísticas de Match.com, la mayor parte de los que se inscriben en ese portal son jóvenes de 25 a 35 años en promedio (el 41%), el 32% tiene más de 35 años, seguidos por personas con menos de 24 años, con un 27%.


“Los criterios de búsqueda de las mujeres son mucho más rigurosos que los de los hombres”, aportó Claudio Gandelman, CEO de Match.com “Mientras los hombres se abren a un rango de edad mucho más amplio -desde la mitad hasta el doble de la suya-, las mujeres buscan a una persona muy específica. Una mujer de 30, por ejemplo, busca un hombre de entre 32 y 40 años, con determinado trabajo y situación financiera: no es un mero capricho, ellas se saben más cotizadas y ellos saben que tienen más competencia: los usuarios masculinos superan a los femeninos”. Un 48% de los usuarios del sitio son mujeres, mientras que el 52% son hombres.
Un uso prudente –no dar por cierta la información compartida, no idealizar a los compañeros virtuales y pautar citas en lugares públicos- parece ser la mejor fórmula para quienes deseen buscar a su media naranja por este medio, una alternativa válida más, entre tantas.

 

“Nos conocimos a través de la red”

Por María Sol de la Cruz

Las letras de un mismo alfabeto sirven para redactar cartas de amor o para estructurar amenazas terroristas. Y con la tecnología pasa lo mismo: es una herramienta, y la diferencia en el resultado la hace la mano que la utiliza. Hay quien usa el anonimato que brinda la red de redes para armar una mentira estrambótica y hay quien, como nosotros, aprovecha esa impunidad para
arrojarse a la más brutal de las honestidades. Nos conocimos a través de ICQ en 2001. Él navegaba buscando, decidido, con un norte seguro y una presa definida. Yo pescaba, distraídamente, material
para mi tesis, sabiendo sí en qué redes estaría dispuesta a enredarme. Éramos jóvenes, bastante más que ahora, pero no éramos adolescentes. Su primera frase, superadas las banalidades del acercamiento, fue “no sé qué quiero, pero sé lo que no quiero”. Eso no es poco, y poder decirlo, y poder escucharlo, tampoco es poco. Y así empezamos a construir una historia basada en el contenido, mirándonos las almas. Sabíamos qué queríamos, y la ausencia de gestos, de distracciones, de escudos nos permitió, desde un primer instante, mostrarnos tal cual éramos. Tal cual seguimos siendo, once años más tarde,
tres hijos y un amor.