Bailar, celebrar el movimiento

Actualidad

El baile aporta innumerables beneficios a nivel físico y emocional. Incluso aquellas personas que se resisten a la actividad física “tradicional”, como pueden ser las rutinas de gimnasio o la práctica de deportes, pueden encontrar en la danza una solución completa y divertida para ejercitarse. 

No hay dudas de que el movimiento contribuye a mejorar significativamente el estado de salud, pero también aporta al bienestar general ya que implica un momento de placer, lo que en sí mismo le da sentido. Bailar significa moverse, interactuar con otros, entregarse al ritmo que impone la música y, muchas veces también, conocer e incorporar técnicas específicas.

Los efectos se perciben desde las primeras prácticas, aunque lo ideal es adoptar una rutina de al menos dos horas semanales, repartidas en dos sesiones o de modo de moverse media hora por día. Es que la práctica regular del baile –más allá del ritmo que se prefiera- pone en juego, en principio, grandes grupos musculares, lo que mejora el tono general y el estado de huesos y articulaciones, que de otro modo se debilitan con el tiempo.  Además, el movimiento rítmico y sostenido ayuda a estimular la circulación sanguínea y mejorar el sistema cardiovascular: la American Heart Association recomienda el baile como ejercicio aeróbico para reducir los riesgos de las enfermedades del corazón, y porque además aumenta la capacidad pulmonar, regula la tensión arterial, el nivel de azúcar en la sangre y los niveles de colesterol “malo”, reduce el riesgo de artritis y osteoporosis y favorece el equilibrio y la flexibilidad. Y colabora con la pérdida de peso.

Otro de los beneficios que aportan las clases de baile, más allá del ritmo que se prefiera, es el de la reeducación postural, un aspecto importantísimo cuando lo que se pretende  es cuidar el cuerpo y mantener un estado y una imagen corporal joven y saludable. La columna vertebral gana flexibilidad y se reacomoda, cuando la técnica es correcta y el docente tiene la habilidad de orientar al paciente. La buena postura alivia la tensión muscular y preserva la correcta posición del esqueleto, lo que evita malestares, lesiones, dolencias e incluso enfermedades y trastornos que en el largo plazo pueden acarrear consecuencias graves.

Consultada sobre este punto, explica Andrea Miara, Instructora de Movimiento Rítmico Expresivo. “Si hay algo que se va perdiendo con los años es la plasticidad. Se va perdiendo la posibilidad de poder mantenerse flexible, porque el cuerpo va tomando el camino más fácil, el del mínimo esfuerzo, y si uno olvida que en lugar de compensar, puede descomprimir, estirar, usar los ‘fuelles’ asociados a la respiración, va quedando apoyado en un par de puntos de apoyo fijos. Así se arma lo que Wilheim Reich denominó ‘coraza muscular’, una coraza que en un momento ‘sirvió’ para defendernos de alguna situación dolorosa, y después puede hacernos perder el propio eje”.

“Hay que volver a bailar, restaurar el bienestar corporal, inaugurar nuevos espacios y tomar conciencia de que todos somos capaces de desplegar: activar, sudar, bailar, para poder estirar, abrir respirar”
Al aumentar y mejorar la capacidad de movimiento, permite también mayor diversión, que se traduce en un aumento del nivel de energía y bienestar emocional (según un estudio publicado en el The Scholarly Publishing and Academic Resources Coalition, tan solo una clase de baile a la semana puede aumentar el nivel de energía y la sensación de vitalidad de una manera significativa).

El coreógrafo Oscar Aráiz definió recientemente a Revista Cabal: “La danza siempre fue una y la misma, aunque con diferentes ropajes y circunstancias. Permanece el especial disfrute no racional y junto a él, las polaridades, las etiquetas, las modas, las vanidades, los sacrificios, las acciones y, a veces, las armonizaciones que en definitiva son sanadoras. La danza puede expandir la conciencia”. El maestro Rodolfo Olguín aportó a su vez su punto de vista: “Junto con el canto y la percusión, la danza es una de las manifestaciones más primitivas del hombre. Es inherente al ser humano”.

“Es posible, en la danza, encontrar la ligereza de los pies y la fuerza para mover los puntos fijos, esos que nos traban, esos que no nos permiten ‘movernos’ tampoco mentalmente de los puntos crónicos de repetición”, define Miara. “En mis clases buscamos encontrar en el baile un gesto que acerque lo más pesado a lo más liviano. Alivianar, aliviar, despejar con el aire los lugares más anclados, más antiguos. Entrar en movimiento es aflojar algo, arriesgarse a la caída: una apertura riesgosa que nos quita la rigidez".

En Buenos Aires las propuestas de danza son numerosas y diversas: está de moda la danza contemporánea y cada vez hay más milongas en donde bailar el tango. También el swing, el modern jazz, el hip-hop, breakdance, tap, y las murgas convocan la curiosidad de quienes buscan iniciarse. Danzas españolas en general, flamenco en particular, y danzas árabes son otras líneas que proponen  los escenarios y estudios de danza.