Bullying en las aulas

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Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año 300.000 adolescentes se quitan la vida afectados por los efectos del llamado bullying (bull, en inglés, significa toro). El histórico acoso escolar –violencia psicológica o física de un grupo de chicos o adolescentes contra otro, incapaz o limitado para defenderse-.  Según la UNESCO, Argentina es el país  que tiene las más altas cifras de bullying en América Latina.

Se considera que actualmente el bullying es una epidemia a nivel mundial: la desorbitante cifra de suicidios expuesta en el párrafo anterior, equivale a decir que se matan 34 chicos acosados por hora (821 por día).
Las formas de acoso son múltiples y los acosadores se las ingenian casi siempre para no asumir las consecuencias de sus actos. Existe el acoso directo (manifestaciones físicas o verbales) e indirecto, cuando se utiliza a terceras personas para propagar rumores o comentarios despectivos.


Muchas veces los acosadores o agresores tienen características psicopáticas;  no empatizan con sus víctimas ni se ponen en lugar de ellas y eso les impide sentir culpa o vislumbrar el sufrimiento que generan. Los acosados, a su vez, muestran autoestima baja o limitaciones para defenderse, y suelen ser personas dependientes desde el punto de vista emocional, muchas veces con alta necesidad de agradar o ser aprobados por otros, por lo que les cuesta manifestar su enojo o incomodidad.


En la Argentina, tuvo amplia repercusión el caso de Nayra Cofreces, de 17 años, víctima mortal de bullying, y que tras el sostenido hostigamiento por parte de dos de sus compañeras, fue cruelmente asesinada frente a la escuela secundaria nocturna a la que concurría, en la ciudad de Junín. El año pasado, según el Observatorio AntiBullying de la ONG Bullying Sin Fronteras, se contabilizaron 822 casos de bullying o acoso escolar denunciados en la justicia o en los diversos ministerios de Educación en el ámbito nacional.
Javier Miglino, fundador de Bullying Sin Fronteras, dijo que en un año (entre 2013 y 2014) en el país el acoso escolar creció un 45 por ciento.  Los casos que llegan a la Justicia son los de chicos que fueron lastimados o no soportaron más la situación de acoso que sufrían a diario. Pero hay muchos más que, por supuesto, no trascienden.


Reglamentación legal

En septiembre del año pasado, en la Argentina se logró un avance importante en la lucha contra la violencia escolar: la Cámara de Diputados del Congreso Nacional aprobó por unanimidad de votos el proyecto de Ley 26.892 para la Promoción de la Convivencia y el Abordaje de la Conflictividad Social en las Instituciones Educativas, reconociendo de esta manera que la violencia escolar es un problema social que hay que atender.
La llamada Ley Antibullying - iniciativa de la diputada nacional Mara Brawer (Frente para la Victoria)-, busca unificar y darle un marco nacional a la prevención de situaciones de violencia escolar, con instancias de participación de la comunidad. Aún se aguarda, sin embargo, la reglamentación de la ley, que insta a que las escuelas elaboren sus propios acuerdos de convivencia.


El Ministerio de Educación de la Nación, en tanto, está a punto de editar un protocolo de intervención (la Guía Federal de Convivencia Democrática), que llegará a las escuelas y colegios de todo el país en unas semanas -está en proceso de impresión-, para orientar en el abordaje de estas situaciones que, según estudios de la Unesco, padece un 37,2% de los niños y niñas argentinos. "Es una guía muy exhaustiva, pensada para trabajar el tema en escuelas de nivel inicial, primario y secundario, tanto de gestión estatal como privada, donde hay categorizaciones de los actos de violencia, directos o a través de redes sociales, y se prevén acciones en casos en que, por ejemplo, un menor lleve un arma a la escuela ", explicaron desde la cartera educativa nacional.


Mientras tanto, en el seno de las familias y en las instituciones educativas, docentes, directivos, psicólogos, psicopedagogos y padres se preguntan qué hacer ante un caso de bullying. ¿Existen medidas y políticas concretas que estén siendo adoptadas por escuelas y universidades? ¿Qué lectura del fenómeno hacen del tema sus responsables?
Consultado por Revista Cabal, Néstor Abramovich, especialista en Educación y director del Colegio de la Ciudad, opinó que "trabajar a partir de las situaciones, las tensiones, los conflictos propios de la convivencia es para las escuelas un deber ético y pedagógico. La resolución de los conflictos hace a la calidad de la convivencia cotidiana entre los chicos; y también, a un aprendizaje trascendente: ¿cómo vivir con los otros?". En su visión, "pensar en términos de 'bullying' no ayuda.  No ayuda suponer que el hostigamiento, el destrato, la agresión, son fenómenos nuevos; además, categorizar todas las situaciones bajo una misma denominación impide entender la particularidad de cada acontecimiento, de cada grupo, de cada pibe. En inglés, el significado de "bully" es abusador, intimidador, matón. Es un concepto traspolado del ámbito judicial que lleva muchas veces a pensar los conflictos que se dan en las escuelas en términos polares de buenos y malos, reforzando incluso -por etiquetamiento- aquellas conductas que se quiere modificar. Son las palabras y los diálogos los que ayudan a crecer a todos. A mirarse cara a cara y a intentar ponerse en el lugar del otro. Es la presencia adulta de una institución pedagógica la que, sosteniendo las normas, puede, aún cuando sanciona aquellos comportamientos que afectan a la convivencia, no abandonar a nadie."


El Colegio Pestalozzi, en tanto, viene aplicando una política institucional de prevención. “Como Coordinadora del gabinete psicopedagógico de esta institución, desde hace más de 20 años, puedo decir que el mejor tratamiento del bullying es la prevención y que éste es hoy un problema de salud pública”, explica la Dra. Graciela Kohen a Revista Cabal. “El bullying es un fenómeno que se da en el entrecruzamiento por un lado de los procesos intrapsíquicos y familiares, y por otro con los procesos grupales y sociales.  La prevención tiene en cuenta estas dos instancias: se trata de un trabajo diario que apunta a regular las relaciones sociales de la institución, y la consolidación de los principios del respeto a las diferencias, la no violencia y la expresión de los conflictos a través de la palabra. Docentes, profesionales y autoridades deben estar capacitados para la observación de actitudes, gestos de lenguaje no verbal o verbalizaciones, y estar preparados para  intervenir, por ejemplo, cuando en un grupo aparece un líder negativo, que aglutina, somete, y direcciona en la discriminación o exclusión, y puede crear una pandilla. Nuestra participación  tiene como objetivo  lograr  vínculos creativos, donde el altruismo y el respeto prevalezcan. Comprender la existencia de la intolerancia ante las diferencias, y fomentar el  respeto y el reconocimiento de la alteridad es un trabajo permanente”.
El psicopedagogo argentino Alejandro Castro Santander, experto en bullying y mobbing (acoso laboral) -integra la cátedra Unesco de Juventud, Educación y Sociedad advirtió, recientemente: "Hoy surge una señal peligrosa en donde muchas escuelas han aceptado frases como: ´La escuela es el reflejo de la sociedad´ o ´La escuela es violenta porque la sociedad es violenta´. Admitirlas es naturalizar el fenómeno y allí empiezan los mayores problemas".


Las claves para identificar el problema a tiempo, entre otras son: 1) No tomar a la ligera situaciones de agresión o discriminación, 2) Intervenir en el caso de detectar señales de las posibles víctimas (como retraimiento, bajo rendimiento académico, baja autoestima, cambio de intereses o depresión, malestar constante, negativa a ir a la escuela, etc.) 3) Pedir asistencia u orientación profesional en el caso de intuir que se está tanto frente a un acosado como frente a un chico acosador. Comprender lo que ocurre y asumir el malestar es una forma de empezar a encarar este drama cotidiano e intentar interrumpir el círculo del acoso de chicos en edad escolar.