Celiaquía, cada vez más presente

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Estudios científicos indican que la enfermedad celíaca se quintuplicó en todo el mundo en los últimos 25 años. Pero uno de los problemas es que en el 90% de los casos es asintomática. En la Argentina, una de cada cien personas la padece. Una ley nacional y un programa de detección y control de la enfermedad se ocupan del tema, pero no resulta suficiente. Cuáles son sus características y cómo detectarla y tratarla, más allá de respetar estrictamente una dieta sin gluten.

Se estima que uno de cada cien habitantes en la Argentina sufre de celiaquía o enfermedad celíaca (EC), lo que supone un número cercano a 450.000 personas, aunque solo el 10% de las formas de presentación son claramente sintomáticas, mientras que el 90% permanece como formas oligosintomáticas o asintomáticas. No es un fenómeno privativo de nuestro país, ya que en los últimos años se quintuplicó el número de pacientes en todo el mundo, con una mayor presencia en Europa y los Estados Unidos, y ya es considerada la enfermedad intestinal crónica más frecuente. La prevalencia estimada en los europeos y sus descendientes es del 1%, y es más frecuente en las mujeres, en una proporción de 2 a 1. También se verificó una frecuencia similar a la de Europa en poblaciones del norte de África, Cercano Oriente e India.

“La enfermedad celíaca —explica a Revista Cabal el doctor Lucio González, gastroenterólogo infantil, Jefe del Servicio de Gastroenterología del Hospital de Niños de San Justo— es una intolerancia permanente al gluten del trigo, cebada y centeno que se presenta en individuos genéticamente predispuestos, caracterizada por una reacción inflamatoria, de base inmune, en la mucosa del intestino delgado que dificulta la absorción de macro y micronutrientes. La avena, implicada durante mucho tiempo, no parece ser causante de los síntomas de dicha enfermedad. La aparición de esta enfermedad depende de factores genéticos, inmunológicos y ambientales. Si bien los factores inmunológicos y medioambientales son escasamente conocidos, es posible definir una predisposición genética hacia la enfermedad en base a la identificación de determinadas variaciones dentro de ciertos genes responsables de la respuesta inmune del organismo hacia agentes externos”.
Según el especialista, a pesar de carecer de valor diagnóstico, el estudio genético tiene utilidad clínica en casos de antecedentes familiares, frente a la aparición de síntomas en lactantes, cuando se producen molestias intestinales recurrentes a cualquier edad y en pacientes con sospecha clínica bien fundada y estudio serológico (anticuerpos) negativo. Un estudio genético negativo excluye casi totalmente la enfermedad celíaca, evitando así pruebas invasivas, incómodas y de mayor costo. Pero un estudio genético positivo no es diagnóstico de certeza de enfermedad.

Respecto de los síntomas, señala González que “pueden ser diferentes de una persona a otra. Esto puede dificultar el diagnóstico. Por ejemplo, una persona puede presentar estreñimiento, una segunda puede tener diarrea y una tercera puede no presentar ningún problema con las deposiciones”. Aunque es necesario recalcar que el 90% de los casos son asintomáticos, la lista de síntomas gastrointestinales es extensa:
•Dolor abdominal, distensión, gases o indigestión
•Estreñimiento
•Disminución del apetito (también puede aumentar o permanecer inalterable)
•Diarrea, sea constante o intermitente
•Intolerancia a la lactosa (común cuando a la persona se le hace el diagnóstico y generalmente desaparece con tratamiento)
•Náuseas y vómitos
•Heces fétidas, grasosas o que se pegan al inodoro al vaciarlo
•Pérdida de peso inexplicable (aunque las personas pueden tener sobrepeso o peso normal).
Otros problemas que se pueden presentar con el tiempo debido a que los intestinos no absorben nutrientes claves:
•Propensión a la formación de hematomas
•Depresión o ansiedad
•Fatiga
•Retraso en el crecimiento de los niños
•Pérdida del cabello
•Picazón en la piel (dermatitis herpetiforme)
•Ausencia de períodos menstruales
•Úlceras bucales
•Calambres musculares y dolor articular
•Sangrado nasal
•Convulsiones
•Entumecimiento u hormigueo en manos o pies
•Corta estatura sin explicación.
Los niños con celiaquía pueden tener:
•Defectos en el esmalte dental y cambio de color en los dientes
•Retraso en la pubertad
•Diarrea, estreñimiento, heces fétidas o grasas, náuseas o vómitos
•Comportamiento irritable o melindroso
•Aumento deficiente de peso
•Crecimiento lento y estatura por debajo de lo normal para su edad.

“La historia clínica y el examen físico —agrega González— son la piedra angular para orientar el diagnóstico en el ámbito de la atención primaria. Este debe sustentarse en el conocimiento de los distintos patrones de presentación de la enfermedad, incluyendo las formas atípicas, paucisintomáticas o monosintomáticas, sin duda las más frecuentes hoy en día. La pertenencia a grupos de riesgo también debe de alertar al médico de atención primaria”. Por otra parte, indica que “la importancia del diagnóstico precoz reside en que la instauración de una alimentación exenta de gluten consigue no solo la normalización del estado de salud, sino también la recuperación de la calidad de vida de los pacientes”.

¿La celiaquía genera trastornos de mayor gravedad si no se la detecta y trata a tiempo? Aunque normalmente son trastornos evolutivos de la enfermedad ante la falta de diagnóstico precoz, o en pacientes con escasa adherencia a la dieta sin gluten, a veces es la forma de presentarse en personas de más de 50 años. Por ejemplo, el Linfoma no-Hodgkin (el riesgo de desarrollar esta complicación es 2 veces superior a la población general, igualándose a esta después de llevar a cabo una dieta exenta de gluten durante 5 años) o carcinomas. También hay más predisposición a otras enfermedades autoinmunes, como hepatitis autoinmune, tiroiditis de Hashimoto, diabetes insulinodependiente y enfermedades articulares, entre otras. La osteopenia —la infertilidad en mujeres jóvenes— es otra complicación de la enfermedad no tratada.

Lo que por lo general se conoce es que el tratamiento de personas celíacas es mediante una dieta estricta que no debe incluir ningún alimento con TACC (trigo, avena, cebada, centeno), una lista que abarca muchísimo más que productos farináceos (http://www.revistacabal.coop/comidas-para-celiacos). ¿Una dieta sin TACC es suficiente o hay otro tipo de tratamiento accesorio? Dice el especialista: “Recientes avances en el conocimiento de la patogenia de la EC indican la posibilidad de poder actuar frente a diversas dianas, o pasos involucrados en la absorción del gluten a nivel intestinal, así como en la prevención de la aparición de las lesiones intestinales secundarias. El objetivo de intentar conseguir una degradación enzimática del gluten, disminuyendo o haciendo desaparecer su capacidad inmunogénica frente a la mucosa intestinal, es una estrategia atractiva para el tratamiento oral. Otra nueva estrategia, que se está ensayando, es mediante el empleo de probióticos, que también pueden producir hidrólisis del gluten por un mecanismo enzimático”.

El crecimiento del número de pacientes con EC en la Argentina generó un fuerte activismo en busca de mejorar las prestaciones de las obras sociales y las empresas de medicina prepaga, y bajar los costos de alimentos sin TACC, que en muchos casos atentan contra la eficacia del tratamiento. La insistencia de organizaciones y personas sobre el tema logró la sanción de una ley, la 26.588, que declara de interés nacional la atención médica, la investigación clínica y epidemiológica, la capacitación profesional en la detección temprana, diagnóstico y tratamiento de la enfermedad celíaca.
“La Ley —explica el doctor González, que se desempeña también como docente de la UBA— no tiene en cuenta que los celíacos no solamente preparan y cocinan sus alimentos libres de TACC, sino que también los compran ya elaborados, ya que en la actualidad la gente dispone de menos tiempo para cocinar”. Y amplía: “Hoy existe un solo programa a nivel nacional, el Programa Nacional de Detección y Control de la Enfermedad Celíaca. A su vez, debería evaluar los puntos poco claros de la Ley, estandarizando por ejemplo los requisitos para acceder al subsidio, el modo y el tiempo de entrega del mismo. Posiblemente por no ser clara la Ley, queda a criterio de cada obra social y prepaga las condiciones de otorgamiento del subsidio. Sería importante que la Ley además de contemplar el costo de alimentos ya elaborados, también estableciera un valor calórico que cubriera las recomendaciones diarias para todos los grupos biológicos. Por ejemplo, se podría utilizar la recomendación que usa el INDEC para estimar el costo de la canasta básica de alimentos. En este se considera un valor calórico de 2700 kcal diarias. Son las calorías mínimas para el promedio de la población y para un varón adulto (con edades entre 30 y 59 años) que realiza actividades moderadas. Esto es de gran importancia ya que las necesidades nutricionales varían según la edad y el momento evolutivo, es decir lactantes, niños, adolescentes, mujeres embarazadas y ancianos”.
Sobre cierta tendencia actual a consumir menos gluten en personas no celíacas, explica: “Una dieta basada en alimentos sin gluten no es adecuada para las personas que no son intolerantes a esta proteína. No tiene por qué hacernos adelgazar o ayudarnos a bajar de peso y no hay estudios que lo sustenten. De hecho, muchos de los productos sustitutivos de los productos con gluten pierden sabor y para conseguir una mayor palatabilidad se utilizan cantidades mayores de azúcar y de grasas trans. La falta de fibra es, además, uno de los problemas que podemos encontrar en una dieta sin gluten, así como la deficiencia en otras vitaminas que nos aportan estos cereales”.