Cómo conocer el mundo cuidando casas

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El housesitting es un acuerdo entre el dueño de la vivienda y el viajero: el primero brinda alojamiento gratuito a cambio de que el visitante cuide su casa, sus plantas y, especialmente, sus mascotas. También hay servicios de intercambio de viviendas por períodos similares. Y existe la posibilidad de trabajar en granjas orgánicas que permutan hospedaje y comida por tareas campestres.

Ahora mismo, entrando a uno de los varios sitios que sirven de nexo entre los propietarios y los potenciales caseros temporarios, se puede ver que la búsqueda de cuidadores de viviendas va de una pequeña villa con pileta y dos perros en George Town, Islas Caimán, a una chacra en Spéracèdes, plena Costa Azul francesa, donde hay que ocuparse de tres perros y cuatro gatos; de una casa de tres pisos en las afueras de Milán, Italia, en la que hay que cuidar un gato, dar de comer a un pez y regar las plantas, a una pequeña casa en Puente Palo, en Valle del Cauco, Colombia, donde hay que atender el jardín. Las ofertas se cuentan de a miles y, por el momento, se concentran en Europa, aunque el fenómeno del housesitting crece y se multiplica en todo el mundo.

El convenio es sencillo. Por un lado, hay un dueño que se va de vacaciones, o de viaje, o tiene una casa que solo utiliza en determinados períodos del año y quiere que todo esté bien a su regreso: el lugar ventilado y limpio, las plantas regadas y, fundamentalmente, las mascotas sanas y contentas. Por el otro, un viajero (o una pareja, o una familia) que busca nuevos recursos para recorrer el mundo con poco dinero. Se trata de un intercambio de alojamiento por algún tipo de trabajo hogareño —sin ninguna transacción monetaria de por medio—, por lo general el cuidado de perros, gatos y plantas, aunque también hay requerimientos para mantener huertas o hacerse cargo de otros animales, como gallinas, cerdos o caballos.

Los housesitters que se ofrecen para estas tareas en los sitios que vinculan a unos con otros deben completar un perfil personal, en el que incluyen, entre otros datos, sus conocimientos y las tareas que están dispuestos a hacer. La identidad y domicilio de cada aspirante a casero es debidamente corroborada por las páginas de Internet donde se publican estas búsquedas y ofrecimientos, que cobran una cuota anual de entre 20 y 95 dólares por este servicio. 

Las necesidades de los dueños de las casas pueden ir desde un fin de semana largo hasta temporadas de varios meses, que muchas veces se van cubriendo con diferentes housesitters, aunque también hay quienes prefieren estadías largas para vivir una experiencia más completa. Este es el caso de las personas de mayor edad, ya jubiladas, que solas o en pareja buscan cambiar de aire. Pero bien podría ser el caso de jóvenes aventureros, amantes de la libertad y de la incertidumbre por lo que vendrá. O de quienes trabajan en sus propios hogares y por lo tanto pueden desarrollar sus tareas online y mantener la comunicación con sus empleadores de manera virtual en cualquier lugar del mundo, literalmente. Sobran las herramientas tecnológicas para hacerlo. En cualquier caso, solo es necesario tener la certeza de contar con un buen servicio de conexión a la Web. En las páginas que se ocupan de esta nueva modalidad (Nomador, Worldwide Housesitters, Mind my House, Trusted Housesitters, Luxury Housesitting) abundan las historias y experiencias tanto de los propietarios como de los caseros vocacionales.

 

Mi casa es tu casa

Una versión más directa es la que proponen sitios como Guest to Guest, Love Home Swap o Home Exchange, con la modalidad de intercambio de viviendas entre pares y por períodos equivalentes. En el primero de ellos hoy hay publicadas unas 300.000 casas en 187 países, y ofrecen también la posibilidad de utilizar los puntos obtenidos por la cesión de la vivienda en un destino y momento diferente al de los eventuales huéspedes.

El ejemplo más claro puede verse en pantalla en la película The Holiday (El descanso), donde Iris (interpretada por Kate Winslet) y Amanda Woods (Cameron Diaz), intercambian durante dos semanas cercanas a la Navidad sus casas de la campiña inglesa y Los Ángeles, respectivamente, después de sendos desengaños amorosos. Acá también hay que detallar un perfil personal y describir minuciosamente la vivienda, además de publicar fotos actualizadas, y pagar una cuota de entre 30 y 60 dólares para que la oferta sea verificada y legitimada para los potenciales interesados.

 

Trabajo sustentable, alojamiento gratuito

Para quienes estén dispuestos a trabajar en tareas campestres y afines unas cuantas horas al día a cambio de hospedaje, comida y enseñanza de temas ecológicos y producción orgánica existe el woofing. Se trata de participar en la red WWOOF (World Wide Opportunities in Organic Farms, es decir Oportunidades en granjas orgánicas en todo el mundo), que nació en 1971 pero que en los últimos años tuvo un mayor desarrollo por el auge de la comida saludable como consecuencia, entre otros motivos, del uso de agroquímicos peligrosos para las personas en los cultivos y de la crianza intensiva de ganado con alimentación no natural.

Las tareas que se asignan a los woofers son variadas: estaciones de reciclaje, construcción sustentable, granjas agroecológicas, huerta, jardinería, elaboración artesanal de diversos productos naturales para la alimentación o la salud, cuidado de animales, etc.

Para acceder a estos trabajos es necesario tener 18 años al momento de arrancar, pero no hay límite edad. En algunos casos incluso aceptan la participación de familias con hijos menores. Como en los casos de housesitting e intercambio de casas, se requiere completar un perfil y pagar una membresía de entre 20 y 50 dólares en alguna de las varias páginas en las que se ofrece este tipo de intercambio, que se pueden buscar utilizando la sigla WWOOF.

En síntesis, con estas alternativas, más la del alquiler directo de habitaciones en casas de familia o de viviendas enteras a través de páginas como Airbnb, y la posibilidad de volar por aerolíneas low cost, cada vez se hace relativamente más fácil salir a conocer el mundo. Es la mejor de las noticias para quienes tienen alma de viajeros y curiosidad por conocer otros paisajes, otras culturas, otras personas. ¡Buen viaje!