Delia Giovanola y el nieto 118

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Delia Giovanola es una de las doce fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo. La suya es una vida de lucha y esperanza. En noviembre de 2015 pudo recuperar a su nieto Martín, desde entonces el nieto 118.

Cuando habló por primera vez por teléfono con su nieto recuperado Delia Giovanola le preguntó si podía compartir la noticia en Facebook. Delia, asidua usuaria de esa red social, quería contarle al mundo lo que le estaba pasando: había encontrado, finalmente a su nieto, el 118. Martín tiene dos hijas y vive en el exterior desde el año 2000. Poco tiempo después de aquel llamado, Delia y Martín pudieron encontrarse personalmente en el extranjero, y luego Martín viajaría a la Argentina.

   Delia Giovanola es hija de Francisco, un escultor milanés y de Angélica, una ama de casa de Lobos. En el año 45 comenzó a trabajar como maestra y al año siguiente se casó con Jorge Narciso Ogando. Tuvieron un solo hijo, Jorge Oscar. En el año 63, Delia enviudó, su marido falleció por un cáncer pulmonar. Luego de la muerte de su esposo, estudió Bibliotecología, y tras recibirse se casó con Pablo Califano, en el año 68. Jorge, su hijo, a su vez, se casó con Estela Montesano luego de cumplir con el servicio militar. Se habían conocido porque Stella había sido alumna particular de Delia.

   En marzo de 2015, Martín se acercó a Abuelas de Plaza de Mayo con la inquietud sobre su origen. En ese momento fue recibido por el equipo de presentación espontánea para iniciar los pasos a seguir en la búsqueda de identidad. Finalmente, la extracción de sangre se produjo en el consulado del país donde él vive. El resultado arrojó que Martín es hijo de Jorge Oscar Ogando y Estela Maris Montesano, que fueron secuestrados en su domicilio en La Plata en octubre de 1976. Ambos eran militantes del PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores). Jorge, de 30 años, trabajaba en un banco; Estela, de 28, era abogada. Cuando los secuestraron, ella estaba embarazada de ocho meses.

   Sobrevivientes del centro clandestino de detención “La Cacha” vieron a la pareja allí el mismo día que desaparecieron. Estela fue vista tiempo después en el “Pozo de Banfield”, donde tuvo a su bebé el 5 de diciembre de 1976: lo llamó Martín, según cuenta Alicia Carminati, compañera de celda y sobreviviente del Centro Clandestino. Luego del nacimiento, ella fue trasladada al “Pozo de Quilmes”. Los restos de Jorge y Estela permanecen desaparecidos. Además del hijo en camino, la pareja tenía una hija de tres años, Virginia, que no fue secuestrada junto a sus padres. A partir de entonces, Delia fue quien crió y cuidó a la niña. Cuando fue creciendo Virginia, compartió con su abuela la búsqueda de su hermano. Fue militante de HIJOS y trabajó en la Secretaría de Derechos Humanos del Banco Provincia.
   En 2011 Virginia decidió quitarse la vida. Sin embargo, su sangre ya había quedado guardada en el Banco Nacional de Datos Genéticos para que su hermano pudiera encontrarlas. El robo de niños como botín de guerra es uno de los crímenes más brutales de la última dictadura cívico militar argentina. La apropiación de identidad es un delito de lesa humanidad que no cesa hasta que el hoy hombre o mujer apropiado descubre quién es y cuál es su historia. Para que la verdad sea revelada, un pilar indispensable es la labor de la asociación de Abuelas de Plaza de Mayo. Delia se encuentra en el grupo original de doce abuelas que fundaron la asociación y construyeron una búsqueda que no incluía solamente la de sus hijos desaparecidos sino las de sus nietos pequeños o por nacer. En octubre del 77 Delia participaba ya de las rondas de las Madres, en ese momento Alicia Zusbasnabar de De la Cuadra la invitó para que se uniera a un grupo que se diferenciaba por reclamar también por sus nietos. Así fue como se acercó definitivamente a Abuelas. Originalmente, se llamaron Abuelas Argentinas con Nietitos Desaparecidos, hasta que en 1980 cambiaron su nombre y se organizaron legalmente tal como se las reconoce hoy mundialmente. Para entonces, Delia Giovanola ya había presentado habeas corpus pidiendo por su hijo y su nuera. A esta búsqueda se sumó la de su nieto. Parte del apoyo internacional que recibió Abuelas incluía el de la Fundación ACAT, una fundación francesa que se dedicaba a la defensa de los derechos humanos y que entonces propuso un programa de madrinazgos a los nietos nacidos en cautiverio. François Becuwe fue quién pidió por cartas por la aparición de Martín a distintas personalidades de nuestro país.

   Es probable que muchos recuerden a Delia por la célebre foto en la que se la ve dando vueltas a la Plaza con un cartel que dice “Las Malvinas son argentinas, los desaparecidos también”,  todo un emblema del reclamo por la aparición con vida de los desaparecidos en un momento en que cierta euforia por la recuperación de Malvinas empañaba la tragedia que se vivía. Una muestra más de la perseverancia y la tenacidad que pusieron en práctica para sostener la búsqueda de sus hijos y nietos.

   En la conferencia de prensa por la recuperación de su nieto Martín, Giovanola dijo: “Hoy no tengo más que palabras de agradecimiento y emoción. Lo más grato es haber recibido un llamado de mi nieto, no me lo imaginaba.  Además, contó que su nieto le había dicho que iba a llamarla nuevamente ese mismo día y, frente a su sorpresa, él le confirmó: “¿Por qué no?, si sos mi abuela”. En ese momento de tanta alegría Delia no se olvidó de Virginia: “Cuando se fue mi nieta le prometí que iba a encontrar a su hermano, estoy feliz porque pude cumplir”, dijo entonces.
   La lucha continúa, con la búsqueda de los nietos de sus compañeras, y de los cuerpos de su hijo y de su nuera, que aún falta encontrar.