La lucha de Vanesa Orieta, hermana de Luciano Arruga

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Pasaron cinco años desde la última vez que Vanesa Orieta vio a su hermano, Luciano Arruga. Luciano está desaparecido desde fines de enero del 2009.  Fue visto por última vez en el ex destacamento policial de Lomas del Mirador, La Matanza. Desde entonces, Vanesa, su familia y amigos denuncian la desaparición de Luciano, entre otros casos de violencia policial e institucional, y claman por justicia. En esta entrevista con Revista Cabal, Vanesa explica los detalles de esta historia.

 Por un pedido de una agrupación de vecinos, que reclamaba más seguridad, fue inaugurado en 2007 un destacamento en Lomas del Mirador (La Matanza), como una dependencia de la Comisaría novena de esa localidad. Poco tiempo después, Luciano Arruga les comentó a su mamá y a su hermana Vanesa que la Policía le había ofrecido "trabajar para ellos" y que él no había aceptado. A partir de ese momento, fue amenazado en repetidas oportunidades y detenido sin motivo aparente.

En agosto de 2008, Luciano fue detenido por averiguación de antecedentes (la policía lo golpeó, pero su familia prefirió no hacer la denuncia). El 22 de septiembre volvieron a detenerlo y a golpearlo.  Siguieron amenazándolo hasta que el 31 de enero de 2009 desapareció: su ingreso a la comisaría fue adulterado y nunca se supo más de él.
En febrero de 2013, el Ministerio de Justicia y Seguridad bonaerense suspendió a ocho policías y la causa pasó a la Justicia Federal caratulado como “desaparición forzada de persona” (a cargo del Juan Pablo Salas, juez federal 1ro del Departamento Judicial de Morón). En julio de ese año, la  Sala IV de la Cámara Federal de Casación Penal hizo lugar al hábeas corpus presentado por los abogados del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), que representan a la familia de Luciano. Así, según el CELS ( http://www.cels.org.ar/home/index.php ), se reconoció la responsabilidad del Estado en la desaparición del joven y las deficiencias de la investigación durante estos últimos cinco años.


- ¿Cuándo fue la última vez que fue visto tu hermano y cuáles fueron las circunstancias en que lo detuvieron?

-  Luciano fue detenido arbitraria e ilegalmente el 31 de enero del año 2009 por agentes de la policía del destacamento policial de Lomas del Mirador, Partido de la Matanza. Los bonaerenses lo venían amenazando. Mi hermano no fue registrado en los libros de guardia, por eso nosotros decimos que lo secuestraron. Lu fue desaparecido por haberse negado a robar para la policía, su negativa desencadenó el hostigamiento sistemático, detenciones arbitrarias y violentas que terminaron en su desaparición.

-  ¿Cómo era tu vida y cómo cambió a partir de la desaparición de tu hermano?

- Mi familia, mis amigos, los amigos de mis hermanos, todos sufrimos la desaparición de Lu, y la vida de los que decidimos denunciar a una mafia organizada como la bonaerense cambió por completo, tenés que cuidarte de las amenazas, hacerte fuerte. Ahora lo que se convierte en fundamental en nuestras vidas es la organización y la lucha con familiares, organismos de DDHH, organizaciones barriales, etc. Ellos, que también sufren la violencia institucional, con sus diferentes caras, se convierten poco a poco en parte de una gran familia que lucha contra la impunidad. Esta gran familia es el motor que nos da fuerza para seguir, porque la lucha es larga, la desidia es enloquecedora, entonces  los compañer@s cumplen un rol fundamental.  Mi vida cambio 100%, desperté,  y advertí la crueldad de este sistema que discrimina, criminaliza y ha condenado a miles de jóvenes.

- Dijiste alguna vez que la policía sigue usando metologías propias de la época más oscura de la Historia de nuestro país, la última dictadura. ¿Sentís que es así? ¿Qué podés decir al respecto?

- Todos los nuevos formatos que se sumaron a cada pedido desmesurado de más seguridad mantienen metodologías propias de la última dictadura, las detenciones arbitrarias e ilegales son constantes, los detenid@s sufren torturas, se mata y desaparece fácilmente, mientras el resto de los poderes, mediante el silencio e inacción, permiten la violación de los derechos humanos, de los humildes pero especialmente de los jóvenes humildes. La justicia no condena, el poder político suma más policías violentos y hace oído sordos a las denuncias de familiares y cuando nos reciben no hacen más que lavarse las manos y prometer  cosas que jamás  van a cumplir. ¡El silencio los hace cómplices! Desde la recuperación de la democracia hasta hoy se han asesinado más de 4000 pibes, víctimas de gatillo fácil se han desaparecido más de 200 personas, esto ocurre hoy en "democracia" y es lo que nos debería obligar  atener memoria dinámica, que recuerde a los 30.000 que desapareció el genocidio militar pero también que recuerde los casos de gatillo fácil y desapariciones forzadas bajo gobiernos constitucionales.

- ¿Qué avances hubo en estos últimos años respecto de las responsabilidades puntuales de funcionarios policiales?

- Los funcionarios policiales siguen libres, no están procesados en la causa judicial por Desaparición Forzada. El poder político tampoco avanzó en la investigación a cargo de Asuntos Internos. No avanzaron sobre las serias denuncias que pesan sobre los ocho funcionarios policiales, como por ejemplo: adulteración del libro de guardia del destacamento policial de lomas del mirador, salida de jurisdicción, dudosa, la noche de la desaparición de Luciano. En fin, son muchas las irregularidades cometidas por personal policial, y el poder político y policial en mi opinión ocultaron, no investigaron, aumentando así la impunidad que reina en la causa. Para tres de los jueces que entendieron y entienden en la causa, pedimos enjuiciamiento por mal desempeño de funciones y también para el ministro de Justicia, Seguridad y hasta el mismo gobernador. Ellos, más que nadie, tienen que responder por qué no se avanzó en el proceso judicial y por qué todavía no hay condena. En estos 5 años más que investigar a la Policía se investigó a las víctimas: el primero fue Luciano, luego siguieron con sus amigos y luego con la familia, que luchaba por su aparición; en eso se invirtieron los recursos del Estado, en investigar a las víctimas. Los policías bien tranquilos, tienen apoyo del poder.

- ¿Sufrieron aprietes, amenazas, en estos últimos meses?

- Sí, cuando la desidia e impunidad es descarada se libera la zona para que las familias suframos la presión de las mafias policiales, para que no sigamos luchando, para que callemos.

- ¿Quiénes se solidarizaron con ustedes, la familia y los amigos?

- Nuestra lucha es inclaudicable y eso permitió que nuestro mensaje se difundiera por todos lados. Poco a poco, algunos organismos de DDHH, organizaciones sociales y ciudadanos conmovidos con la historia de  Lu, comenzaron a acompañar nuestra lucha. El primero que levantó el teléfono, se acercó y se puso a disposición de la familia fue Pablo Pimentel, miembro de la APDH (asamblea permanente por los DDHH); a él le estaremos siempre profundamente agradecidos. Nos enseñó mucho, es gran ser humano. Hoy son muchos los familiares que conocemos y que también sufrieron el asesinato o desaparición de un ser querido. Entonces nos acompañamos, nos damos fuerza y aprendemos a luchar en un país que no termina de entender  que nos mataron y nos siguen matando a muchos.

- ¿Qué puede hacer el ciudadano común, en tu opinión, para resistir o denunciar la ineficiencia de ciertos ámbitos del poder, o de los funcionarios, que no aportan u obstaculizan el esclarecimiento de estos casos?

- Nosotros nos organizamos y salimos a visibilizar una problemática que se intenta ocultar. Lo hacemos enfrentándonos a las amenazas de funcionarios policiales, que están dispuestos a todo. Tratamos de que los demás entiendan la complejidad del asunto y lo urgente que es que se sumen para frenar este grado de control y represión que sufren sobre todo los más humildes. Es muy difícil decir qué se puede hacer para que el resto tome conciencia cuando uno no hace más que apagar incendios, correr a comisarias para que no sigan golpeando a quien tienen detenido, trata de controlar lo que la policía hace en los barrios, y más. Militar en defensa de los derechos humanos es una tarea dura, triste, en la medida que la sociedad no tome conciencia del grave problema en el que nos metemos si no nos metemos.

- ¿Cómo puede colaborar la gente con la lucha que sostienen ustedes?

- Informándose, hay que leer lo que dicen los medios alternativos, independientes, comunitarios, ellos manejan y difunden temas que no son tratados ni en medios oficialistas, ni en medios opositores. Hay que cortar  con la discriminación y la criminalización hacia los sectores humildes, y apagar un poco la tele no estaría mal, allí solo hablan de inseguridad, pero no de la que sufren los pobres por la falta de vivienda, de trabajo, de salud, de educación etc., hablan de la inseguridad que a ellos les conviene, la que condena a la villa y al villero, porque luego accionan con políticas de represión y control hacia ellos, y así nunca se hace visible la responsabilidad que tienen  los funcionarios políticos y judiciales, por generar altos índices de violencia institucional. El sistema se convierte en perfectamente perverso y los beneficiados son unos pocos.

- ¿Creés en el poder de la condena social a los culpables?

- La condena social es fundamental, y habla de un país que no olvida, que no perdona la sangre derramada, habla de un país con memoria dinámica, que está dispuesto a defender la democracia, una democracia que costó la vida de 30.000 compañeros durante la dictadura pero que también costó la vida de luchadores sociales en democracia. La violencia del Estado mata y desaparece, y un país que condena socialmente es un país al que le duele la desaparición, por ejemplo, de Iván Torres, de Daniel Solano, de Sergio Avalos, de Facundo Rivera Alegre, de Marrita Verón, de Julio López. Un país que condena socialmente es un país que no permite el avance de la derecha, que no permite las torturas en cárceles y comisarias, que se opone a la "justicia" por mano propia, a los discursos mentirosos sobre la inseguridad y las políticas de control que generan. No perdamos la memoria.