La primera vez

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La edad promedio en que los jóvenes argentinos tienen su primer encuentro sexual es de 14 años. Los estímulos que reciben a través de la televisión e Internet son en parte responsables de una cada vez más precoz iniciación sexual. ¿Cuál es el rol que les cabe a los padres y a la escuela, para acompañar este proceso? Los especialistas coinciden en la importancia del acceso temprano a la educación sexual y reproductiva, tanto en las escuelas como en los centros de salud.

Hace unas décadas atrás, la iniciación sexual de los varones solía estar inducida por algún pariente o amigo –tíos, hermanos mayores, compañeros de estudio- que veían con total naturalidad que la relación se produjera a edad temprana y muchas veces disociada del afecto. Las mujeres, en tanto, demoraban más su debut sexual, que a menudo llegaba de la mano del matrimonio. En la actualidad, esas tradiciones culturales poco tienen que ver con las características que definen el ingreso de los adolescentes a la vida sexual: la cultura, la educación y las costumbres han moldeado nuevos hábitos que definen el primer encuentro.

Uno de los datos que más llama la atención de padres, docentes y especialistas en salud es el hecho de que la iniciación sexual tiene lugar a edades cada vez más tempranas. Si bien, hay que decirlo, no existe una “edad apropiada” para la iniciación sexual, también es cierto que conviene que los chicos se inicien en el marco de una experiencia satisfactoria y segura, que lejos de sumirlos en la inseguridad, la ansiedad o el temor, les permita construir, a partir de allí, una historia saludable.

Las estadísticas indican que, en la Argentina, a los 14 años, seis de cada diez adolescentes argentinos ya tuvieron relaciones sexuales. Casi el 90% usa preservativo en su primera vez y el 70% se cuida siempre. Además, el 16% de las chicas en edad adolescente ya se hizo un test de embarazo y el 11%, uno para saber si tiene sida. Estos son los datos que manejan la Fundación Huésped, Unicef y la Fundación para el Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM) sobre la adolescencia argentina, a partir de una encuesta de la que participaron 1100 jóvenes de entre 13 y 19 años

Un dato curioso, y que amerita reflexión, es que pese a que en los últimos cinco años ha aumentado notablemente la información relativa a las prácticas sexuales que llega a los adolescentes, esto no ha significado un retraso en la edad de iniciación sexual.

Se sabe, por ejemplo, que la mayor parte de los chicos conoce la existencia de métodos anticonceptivos. Sin embargo preocupa a padres y educadores el dato de que, respecto de décadas pasadas, la edad de iniciación continúa descendiendo: las mujeres, que hace unos años se iniciaban, en promedio, a los 17 años, hoy lo hacen a los 14, y los varones a esa misma edad, cuando antes lo hacían a los 15.

En este marco, cabe preguntarse: ¿cuál es el modo conveniente de acompañar y orientar a los jóvenes en este proceso? ¿Cuál es el rol que les cabe a los padres y a la escuela?

“La escuela no puede quedar afuera de estos temas”, opina Ruth Zarebski, fundadora y directora de la Escuela del Árbol, una institución educativa ubicada en Colegiales, que sirve de referencia a otros colegios primarios. “Educar para la salud hoy incluye la educación sexual, que por otra parte ya es ley. A partir de 4to grado se deben comenzar a plantear temas como el conocimiento del cuerpo, los cuidados que se requieren, los cambios que van a sufrir en breve los chicos -menstruación, poluciones nocturnas- y los cuidados que se deben tener, respecto de los embarazos y para prevenir contagios de enfermedades de transmisión sexual. Es necesario ayudarlos a pensar y planificar sus vidas, explicarles cómo un embarazo a destiempo puede alterar sus vidas y su futuro”. Como educadora, madre y abuela, Zarebski opina que “los chicos están sobre estimulados por todo lo que los rodea, y eso los lleva a comportarse como si fueran más grandes, cuando emocionalmente no siempre están preparados para hacerlo. La madurez hormonal y corporal no evoluciona al mismo tiempo que la madurez emocional; por eso la educación sexual, la prevención, el conocimiento del cuerpo y de los peligros que pueden correr los chicos es tan importante. Tanto como que aprendan a decir ‘no’, o ‘todavía no’. En ese sentido la escuela tiene la responsabilidad de ayudarlos”.

Está probado que los estímulos audiovisuales provenientes de la tv, Internet y las redes sociales inciden directamente en el hecho de que el inicio sexual sea en muchos casos precoz, porque los erotiza en grados no registrados en otras épocas: el riesgo es que, como se dijo,  al enfrentar el momento del “debut”, los chicos aún no estén preparados o psicológicamente maduros.

En estos tiempos, se vuelve invalorable todo aquello que puedan aportar padres y educadores para darles información que les sea de utilidad para una sexualidad responsable y segura: lo más importante es que, cuando inicien su vida sexual, los jóvenes cuenten  con toda la información necesaria para prevenir embarazos no planificados y enfermedades de transmisión sexual.

Los especialistas aseguran, además, que los chicos con más alta autoestima y mejor rendimiento escolar están mejor preparados para retrasar el debut sexual.

Un estudio realizado por los especialistas Marcelo Della Mora y Alejandra Landoni en 2011 -sobre un total de  740 adolescentes de 13 a 19 años que asisten a diferentes instituciones educativas, privadas y públicas, de la ciudad de Buenos Aires-, revela que el 71% de los adolescentes ya debutó sexualmente y sin embargo la mayoría cuenta con escasa educación sexual.  Cuando se los consulta los jóvenes adolescentes  atribuyen el dato al miedo que les produce la posibilidad de hablar de estos temas con los padres - el 59%-, y se quejan de la poca y deficiente información proporcionada en la escuela -54%-.

Otro dato alarmante es que el 65% las jóvenes adolescentes aseguren que ‘no hay riesgo de contraer alguna enfermedad de transmisión sexual’ cuando mantienen relaciones, mientras que el 30% de los varones no tienen en cuenta la posibilidad de ser afectados por alguna forma de infección.

Psicoanalistas y psicólogos sostienen que la mejor estrategia para acompañar a los adolescentes en el tránsito hacia la adultez, es la comunicación. Frente a la multiplicidad de estímulos, caben las explicaciones que enmarquen la información y los ayuden a distinguir entre lo importante y lo accesorio, lo verdadero y lo falso. Frente al impulso de los chicos, de explorar y experimentar, se recomienda el diálogo, antes que las prohibiciones o una actitud represora. En la medida que se sientan contenidos y estén informados, podrán crecer sintiéndose contenidos, seguros y confiados.

Claves del fenómeno y tips para padres y docentes

• Al iniciarse la pubertad aumenta la preocupación por la sexualidad. En la adolescencia media suelen producirse los primeros contactos físicos (intercambios de besos y caricias) como una forma de exploración y aventura y en la adolescencia tardía habitualmente se inician las relaciones sexuales que incluyen el coito. A diferencia del adulto, la actividad sexual del adolescente suele ser esporádica, con periodos prolongados durante los cuales el adolescente permanece en abstinencia.

• Preocupa el inicio precoz de la actividad sexual. Se ha comprobado que tanto la educación en un ambiente familiar muy permisivo, como en una familia con normas muy rígidas o autoritarias conduce a una mayor precocidad en el inicio de las relaciones sexuales. Los hijos de padres moderados en cuanto a sus pautas educativas y que dosifican la libertad de acuerdo con la edad de sus hijos, son los que inician más tarde las relaciones sexuales.

• Se ha observado una asociación entre inicio precoz de relaciones sexuales en la adolescente (15 años o antes) y una mayor incidencia de problemas ginecológicos y psicosociales en la vida adulta

• El 20% de los casos de SIDA se dan alrededor de la segunda década de la vida y probablemente contrajeron el virus durante su adolescencia. Como no se dispone aún de una vacuna eficaz, todos los esfuerzos para el control de esta enfermedad se han centrado en los programas escolares de educación sexual.

•  Los objetivos de la educación sexual es lograr que se posponga la iniciación sexual y que la sexualidad se exprese de forma responsable.

• Dialogar con los hijos es importante, los padres deben adaptar sus palabras y explicaciones al grado de madurez del adolescente.

 
 
Entrevista a la Dra. Silvia Nussbaum, psicoanalista especializada en adolescencia y cuestiones de familia

“De eso sí se habla”
 

¿Cuál cree que es la mejor estrategia que deben adoptar padres y tutores para acompañar a los adolescentes en el inicio de su vida sexual?
Los hijos comienzan con una actividad social y sexual que no ocurre en presencia de sus padres. La adolescencia, en nuestra sociedad, se caracteriza por la búsqueda de autonomía y la curiosidad, y el apoyo en referentes que exceden el marco familiar. Dadas las características de este modo de funcionamiento, la actividad de los hijos en esta etapa está menos bajo la vista de los padres, y es este tránsito el que genera en los padres reacciones que van desde el respeto, la inquietud, la imposición, la prohibición o una mezcla de estas emociones y conductas. Se trata, sin duda, de un momento complicado para los que lo adolecen, tanto padres como hijos. En cuanto a la mejor estrategia  a tener ante este “inicio” pienso que vale la pena utilizar como brújula orientadora la crianza y educación de los hijos, cómo ha sido lo que precede a la adolescencia, y la conciencia de que, aunque los comienzos de la crianza estuvieron  signados por la creencia de que entendemos y conocemos a nuestros hijos, eso se va a modificar.

 

En la adolescencia de sus hijos, los padres se asumen muchas veces desconociendo lo que les ocurre a éstos, incluso cómo deben actuar, ¿la incertidumbre en este sentido es parte natural del proceso? ¿Por qué en esta etapa es tan frecuente que entre padres e hijos se interponga cierto nivel de incomprensión?
Al partir del momento del nacimiento, los padres suelen buscar información acerca de cómo manejarse, y con lo que reciben suele armar  una creencia relativamente generalizada, un ‘saber’ acerca de lo que le pasa al hijo y qué hacer con él. La madre, las madres, en sus primeros contactos con sus hijos, se acercan a ellos provistas de un saber acumulado durante siglos y un destilado particular de lo que se piensa acerca de esto en la sociedad actual. Este saber está implicado en las réplicas que los padres otorgan a sus hijos de acuerdo a lo que sienten o piensan que estos necesitan, y si se maneja con la suficiente mesura, no violenta al hijo, sino que, por lo contrario, lo provee de un modelo acerca de cómo demandar a otros, cómo desear.  Las respuestas del bebé son tomadas por los  padres: así se van estableciendo, sobre estas bases, patrones de relación compartidos, sobre los que el bebé construirá su pensar. Lo que ocurre en la adolescencia es que el pensar posterior del niño se independiza de lo que ocurrió en sus momentos fundantes y, como es comprensible, al independizarse se vuelve opaco a los ojos de los padres. Si los padres no aceptan esta opacidad, evidencia de la independencia que va adquiriendo el pensar del hijo, y quieren imponerle su modo de pensar, se generará violencia. Esta imposición, que no respeta la autonomía del niño, a diferencia de la anterior, deja de tener el valor estructurante que tuvo inicialmente. Comunicarnos implica tener como premisa que no sabemos cómo piensa el otro, que no sabemos como piensa nuestro hijo. Es parte de nuestra tarea tratar de comprenderlo y comprender que no nos quiere transmitir todo lo que piensa.  Al intentar comunicarnos nos encontraremos con un nivel de intimidad, de espacio interior, que debemos respetar.
 

¿Cómo se vinculan estas cuestiones con el inicio de la vida sexual?
Los padres y la sociedad proveen a los adolescentes  de un monto de información acerca de cómo deben encarar este inicio, de cómo se debe cuidarse proceso complejísimo que va más allá de comenzar a tener relaciones sexuales, e involucra las relaciones con los otros, lo que se ‘debe’ hacer con los afectos y emociones, pero cada chico deberá hacer su propia experiencia. La mejor estrategia como padres, en este sentido, es no tener una estrategia, en un momento en que hay que inventar: no hay recetas infalibles para alcanzar buena experiencia. La mejor estrategia es aceptarla transitarla, saber que ocurrirá más allá de nuestros ojos. Estar disponibles si los hijos lo precisan, eso sí.
 

¿Es riesgoso para los adolescentes estar sometidos a estímulos eróticos provenientes de Internet, las redes sociales, la tv, cuando aún podrían no estar maduros psicológicamente para procesar esa información? ¿Qué actitud deberían adoptar los padres para cuidarlos o protegerlos?
Es central, ante la oleada erótica de la pubertad y la penetrante información que proveen los medios de información masivos, que los adolescentes no encuentren padres que ‘prohíben’ sino personas que tiene información, que quieren cuidarlos  y protegerlos, que saben escuchar. Para ello es importante que la información circule dentro de la familia y ‘de eso’ sí habla, se pueda hablar.

 

Contactos relacionados:
Dra. Silvia Nussbaum   silvianussbaum@fibertel.com.ar