Los padres de Wanda Taddei: cuando el dolor se vuelve lucha

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En la Argentina, una mujer muere cada 30 horas como consecuencia de un femicidio. “Mi intención es visibilizar la violencia en todas sus formas”, dice a Revista Cabal la madre de Wanda Taddei, asesinada en 2010 por su propio esposo. En esta nota revela las razones que la movilizan para militar contra la violencia de género y le dan la fortaleza para no bajar los brazos.

    Morir quemada: una forma del horror. Así, entre las llamas, han muerto demasiadas mujeres, desde hace más de 500 años -cuando se las acusaba de brujas para justificar el crimen- hasta el presente.  Hoy las justificaciones son otras, los hombres que asesinan a sus novias, amantes o esposas utilizando el fuego siempre las encuentran: “Se lo buscó”, “me provocó”, “se quemó sola porque estaba deprimida”, suelen decir. Pero no hay argumento alguno que pueda justificar el crimen: asesinar a una mujer significa femicidio, asesinarla con fuego una crueldad sin nombre, y no existe emoción violenta, ni palabras o actos de la víctima, que puedan atenuar la responsabilidad de los asesinos.


  El 10 de febrero de 2010 durante la madrugada Eduardo Vázquez, ex baterista de la banda Callejeros, luego de mantener una discusión con su mujer Wanda Taddei, decidió rociarla con alcohol y acercarle un encendedor. Inmediatamente después, le arrojó una manta y la llevó al Hospital Santojanni. De allí fue derivada al Hospital del Quemado: su cuerpo estaba dañado en un 80 por ciento. Luego de agonizar durante once días falleció. Fue entonces que comenzó la búsqueda de justicia, esta historia de lucha de sus padres.
Perder un hijo es, sin dudas, una de las situaciones más dolorosas que puede vivir el ser humano, y el dolor de perder una hija, en las condiciones que les ha tocado vivir a Jorge Taddei y Beatriz Regal, padres de Wanda, representa una tragedia imposible de imaginar para quienes no han atravesado una situación como la suya. Hay personas que viven los duelos con suma dignidad, recorren los caminos de elaboración de lo vivido, a fuerza de llanto,  de capear la tristeza y seguir lucha; y eso es lo que han intentado hacer en estos larguísimos cuatro años: luchar por la justicia que quién amaron merece.


  Para Beatriz y Jorge la opción podría haber sido otra: vivir la tragedia como algo privado. Pero la elección que hicieron fue la opuesta: salieron a dar testimonio, a hablar, a contar, para no dejar que el olvido, el machismo y la injusticia ganasen la partida.
Beatriz cuenta a Revista Cabal qué fue lo que a ellos los motivó a seguir: “Después del deceso de mi hija, y de poder superar el traumático y complejo estado familiar y ver que esta forma de matar mujeres se multiplicaba, tomamos la decisión como familia de expresarnos ante la violencia machista y muy marcada de nuestra sociedad, fenómeno que también se observa en todo el mundo. A partir de allí, con el apoyo de la sociedad, es que participo junto a mi esposo en todo acto donde me invitan -desde escuelas, sindicatos, universidades hasta Consejos deliberantes-, para difundir y alertar sobre la violencia de género; y también de campañas, como la de Únete, propuesta por el Secretario de la ONU, donde todos los 25 utilizamos las mujeres una prenda naranja. Esto tiene un efecto multiplicador y se está haciendo en casi todas las provincias argentinas. Incluso con el Dr. Julio Cesar Torrada, estamos plantando el Árbol de la vida en cada uno de los distritos de la provincia de Bs. As. Mi intención es la de visibilizar la violencia en todas sus formas. Cada 30 segundos se produce un hecho de violencia y en nuestro país existe una muerte cada 30 horas, aunque en el último mes bajo a 24 horas”.


Eduardo Vázquez y Wanda habían sido novios cuando ella tenía 15 y él 20 años. Esa primera relación entre ellos se interrumpió por la oposición de sus padres, que ya veían los rasgos de violencia que finalmente -años después- llegarían a su grado máximo.  Se reencontraron algunos años después, en 2007, cuando Wanda ya tenía dos hijos de un matrimonio anterior. Para entonces, Vazquéz estaba siendo juzgado por su responsabilidad en la tragedia de Cromañon. En 2009 decidieron casarse, aunque la actitiud de Vázquez hacia Wanda seguía siendo sumamente violenta.
Cuenta Beatriz: “Al ser él expulsado de nuestro hogar, Wanda quedó por mucho tiempo extremadamente dolorida, por eso en su casamiento dijo: ’Esta vez nadie nos podrá separar. Dos meses y 14 días después Eduardo la asesinó. Esto nos dio a entender lo que hoy difundimos permanentemente: que la mujer golpeada o maltratada no ve su estado o piensa conscientemente que puede recuperar al maltratador” 


Su familia y amigos habían sido testigos de las reiteradas peleas públicas que ellos mantenían, en las que Vázquez se mostraba violento. Las amenazas incluían el asesinato a través del fuego. Incluso Beatriz lo percibía de manera evidente en sus nietos que también eran víctimas de la violencia de Vázquez. “Mucho antes del desenlace, el papá y yo, de acuerdo al informe preocupante de la escuela, efectuamos la denuncia en la oficina de Minoridad y desde ese momento, temíamos por la muerte de mis nietos. Ellos tuvieron que ver  los golpes a su mamá, y además debieron cambiar su forma de vida, a otra impuesta por Vázquez. Tenían restricciones en los tiempos de juego, la alimentación y también presenciaron la rotura de todos los muebles que le había hecho su papá, sin contar que vivenciaron dos intentos de suicidio por parte de Vázquez.”

  En 2012 Vázquez fue encontrado culpable de homicidio agravado por el vínculo matrimonial, y si bien le correspondía una sentencia a prisión perpetua, el Tribunal Oral Criminal 20 de la Capital Federal (TOC 20) dictaminó que había actuado bajo “emoción violenta” y le dio 18 años de cárcel. Acaso un síntoma  más de la Justicia tomada por un machismo que culpabiliza a la víctima y considera un atenuante una “emoción violenta” que en el caso de Vázquez ni siquiera pudo ser probada.


La familia recurrió a Casación y lograron que finalmente en 2013 se dictaminara la prisión perpetua. “Yo pensé que el dictamen de Casación tendría un efecto multiplicador en la justicia, como fue el caso de las mujeres incendiadas y muertas en la hogueras inquisidoras del machismo argentino, pero no fue así”, relata Beatriz. “Los medios no lo comentaron más y es lamentable, en vistas de que los casos de las mujeres incineradas llega a 178, y las muertas son alrededor de 75. Hay solamente cinco casos en juicio y creo que solo dos perpetuas. Para nombrar un caso en Rosario, se está buscando cambiar a la fiscal que toma el caso Vanesa Celman, que lo pasó por “incendio” y no podemos, por más que luchamos la familia y la sociedad, cambiar la carátula”


Hoy Beatriz Regal se define como una “sembradora de derechos”. En relación a la lucha que asumió junto a su marido, define a Revista Cabal: “Lo que recibimos a cambio es amor multiplicado por cientos o miles, y sentimos que ese es el camino. En los primeros momentos, en las primeras actividades en las que participaba, la concurrencia parecía que era pequeña, pero la siembra se vio. En lugares donde los participantes llegaban como escondidos -porque sentían que la sociedad podría verlos como personas violentas ocultas-, terminamos sumando mucha gente gracias a la insistencia de numerosas organizaciones que apoyan nuestra postura. Es necesario tomar conciencia del machismo que sigue pesando en nuestras sociedades y el gran peligro que supone que la Justicia no aplique la Ley, porque redunda en víctimas desprotegidas, la mayoría son niños que perdieron a su mamá y quedan en manos del victimario. Apostamos que a través de la educación y la difusión lleguemos a tener una sociedad sana y libre de violencia”, concluye.