Primeras vacaciones de los hijos solos

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Las primeras vacaciones de los hijos con amigos pueden despertar emociones encontradas; por un lado ilusionan a los jóvenes, por otro suelen ser motivo de preocupación para los padres. Las salidas nocturnas, el alcohol y las primeras relaciones sexuales están entre las preocupaciones más frecuentes de los mayores. Cuáles son los recaudos que conviene tomar con los adolescentes que parten sin la tutela de los padres.

Después de una vida de vacaciones compartidas, finalmente llega el día, temido por tantos: los hijos plantean su deseo de partir de vacaciones junto al grupo de amigos. Entonces, aparecen los temores. El primer veraneo de los adolescentes suele ser un desafío, tanto para los chicos, que deben poner en juego sus recursos emocionales y su autonomía, como para sus padres, que deben confiar en que sus hijos podrán desenvolverse solos. 
Los padres son, por un lado quienes deben aprender a “soltar las riendas” progresivamente, y dar el permiso formal para que los chicos veraneen por su cuenta. Por otro, se ven en la necesidad de plantear ciertas cuestiones que hacen a la seguridad de sus hijos. Es entonces cuando pueden producirse desencuentros, entre ambas generaciones.
Las salidas nocturnas, el alcohol y las relaciones sexuales son las cuestiones que se ubican a la cabeza de la larga lista de preocupaciones que pueden aquejar a los padres. El miedo se profundiza cuando estos temas no fueron hablados con anterioridad, lo que resulta más frecuente de lo que podría suponerse: de acuerdo a las últimas investigaciones del  Centro Latinoamericano de Salud y Mujer (CELSAM), sólo un tercio de los padres entrevistados reconoce que habla de sexualidad con sus hijos; de ellos, en su mayoría son las madres las que "toman la posta". Otro tercio ofrece un mensaje que sólo incluye los peligros –lo que no es aconsejable porque los chicos asociarán sexualidad con el miedo-mientras que el tercer grupo de padres directamente excluye el tema del diálogo familiar.

Es recomendable que los adolescentes reciban información adecuada sobre  métodos anticonceptivos y prevención de infecciones de transmisión sexual antes de que inicien su vida sexual, es decir en la pubertad –aproximadamente, entre los 11 y los 14 años-. Si eso no hubiera ocurrido entonces, habrá que plantear la cuestión antes de que partan solos de casa, y habilitarles la posibilidad de que planteen sus dudas en un marco de tranquilidad y confianza. La función de los padres, en este sentido, es la de informar y orientar. Mientras que los adolescentes, lógicamente se moverán a partir de su deseo de conocer y explorar.
Es entendible que ambas partes puedan tener opiniones diferentes acerca de lo que conviene o no hacer, o de lo que puede implicar un riesgo. En este sentido los padres deben expresar lo que consideran conveniente y si es necesario poner límites que los hijos deberán respetar. Cada familia o cada padre tiene que poder sostener lo que piensa y entender que hay decisiones que necesariamente  provocarán resistencias de parte de los hijos. Los especialistas recomiendan mantener abiertas las vías de diálogo, escuchar las posturas de los hijos y finalmente decidir qué es lo mejor para su disfrute y seguridad.

 

La adolescencia, una etapa compleja

Es sabido que la adolescencia trae aparejados una serie de cambios físicos y emocionales que afectan a los jóvenes y con frecuencia los llevan a modificar su forma de actuar, de pensar y sentir, y a cuestionar su relación con la autoridad y los mayores, entre los que se cuentan, en primer término los padres. Los adolescentes pueden tener reacciones imprevistas y dejar expuestas fisuras en el vínculo. En pleno crecimiento, los jóvenes están dispuestos a todo para experimentar la vida desde su propio punto de vista, lo que trae aparejada una etapa de crisis inevitable que les permitirá, en el largo plazo, encontrar su lugar en el mundo e ir definiendo su identidad más allá de los mandatos externos.
“Con la percepción de que la infancia llegó a su fin, lo que implica un duelo para ellos, se disparan cambios que no son fáciles de manejar”, explica la médica psicoanalista especialista en adolescencia Norma G. Kohen. “Los adolescentes  se abren a un mundo desconocido que los enfrenta a emociones turbulentas, a intensos sentimientos de tristeza, de rebeldía, o de angustia, que cada uno atraviesa a su modo, con mayores o menores dificultades”. 
Un cambio drástico para ellos es la pérdida de seguridad de la infancia y la confianza en sus padres, a los que antes veían idealizados, y a menudo empiezan a percibir como figuras censoras o amenazantes. Mientras asumen cambios físicos veloces y determinantes, aspiran a ideales muchas veces irrealizables que también los frustran. Pretenden conquistar una mayor libertad, y a ampliar su autonomía, al tiempo que experimentan temores nuevos, explica la especialista.  “En la pubertad y especialmente en la adolescencia, la voluntad de búsqueda, la curiosidad, los cambios de modelos e ideales los enfrenta con una realidad a la vez deseada y temida. En ese tránsito a la nueva identidad, la sexualidad aparece en primer plano, y la familia enfrenta una crisis que a menudo exige un reacomodamiento”.

Al momento de encarar las primeras vacaciones solos, el diálogo y la confianza entre las partes resultan fundamentales para forjar acuerdos, por ejemplo para evaluar cuándo es el momento adecuado para que los chicos salgan de casa, y si su nivel de madurez les permitirá desenvolverse solos. Los padres deberían poder identificar la presencia –o ausencia- de señales de autonomía, y si el hijo es capaz de discriminar entre una situación que puede ser para su beneficio o para su perjuicio.
Es necesario para los mayores conocer a los amigos de los hijos, que se interioricen respecto de los lugares que frecuentan, y evalúen sus conductas, para tomar decisiones correctas.

 

La importancia del grupo de amigos

Uno de los motivos que suele movilizar el proyecto de las primeras vacaciones “solos” es la necesidad de compartir tiempo exclusivo con el grupo de amigos: los adolescentes sienten que la mayor contención afectiva en esta etapa viene de parte de sus pares, antes que de sus padres, y esto no debería ser motivo de preocupación. Es frecuente que los padres puedan aparecer como figuras amenazantes, y que se pongan “a la defensiva”. Ante este hecho, los especialistas sugieren a los padres intentar adoptar una actitud amigable, antes que represiva: lo importante es que los padres sigan poniendo reglas y límites pero atendiendo las necesidades de los chicos, que atraviesan un momento delicado.
“El grupo adolescente  les sirve de sostén, le permite al adolescente sentirse contenido, comprendido, compartiendo el dolor y la alegría con sus pares, que también se oponen a lo establecido desde afueraexplica Kohen. “En esa búsqueda del espacio propio, en esa lucha que establecen se juega para ellos la posibilidad del crecimiento y la independencia.
Los padres “cuestionados” no deberían perder de vista que, pese a todo, el desafío es mantener siempre abiertas las vías de comunicación, y no perder la paciencia. El adolescente es un sujeto asomando, no sin dolor, a una etapa de arduo crecimiento. La oposición, la discusión o la pelea con los padres de la infancia, le darán la fortaleza que necesita para llegar a la adultez.

El adolescente necesita de los límites, y que le recuerden valores y normas, pero también respeto y un acompañamiento amoroso que lo ayude a sortear el doloroso proceso de lograr la independencia y la autonomía, sin destruir los vínculos. El secreto es hablar con ellos, sin alarmarse, sin negar sus dificultades ni juzgarlos negativamente. Ante la propuesta de las primeras vacaciones “solos”, los padres deberían averiguar dónde desea ir, con quiénes y cuál es el plan, evitando convertirse en “investigadores privados”, y a partir de la confianza y el diálogo, intentando destacar las herramientas con que cuentan para cuidarse solos y comunicarse desde el lugar de destino. Actualmente, la tecnología ofrece un sinfín de posibilidades –mediante dispositivos como teléfonos celulares, Ipads, Netbooks etc- para que hijos y padres puedan estar comunicados en tiempo real, si lo desean. Los padres deben saber también que es normal el hecho de que puedan quedar levemente  “preocupados”. De hecho, están perdiendo el control absoluto sobre los hijos –de eso se trata- y ese es un aprendizaje mutuo.