Rescatistas de Rosario

Actualidad

Son hombres comunes y corrientes, puestos a actuar en circunstancias extraordinarias. A menudo afrontan rutinas sin sobresaltos, hasta que el día en que la tragedia los convoca. Es entonces cuando demuestran su inmensa solidaridad y su coraje.

 El pasado 6 de agosto Rosario quedó marcada para siempre por un desgraciado accidente: en la calle Salta al 2141 se produjo una explosión por un escape de gas que generó una importante onda expansiva además del derrumbe de una de las torres que se encontraban en dicha dirección. En ese momento surgieron rescatistas espontáneos entre los que se encontraban un taxista, un médico, y otros hombres que sin pensarlo se pusieron al servicio de la vida. Estos rescatistas, que actuaron por impulso solidario, lograron salvar la vida de más de veinte sobrevivientes de la catástrofe.
Mario Luján venía manejando su taxi cuando escuchó el estallido, sin dudarlo frenó, y dejó su auto dispuesto a ayudar. Las huellas que dejó ese día en su vida serán imborrables: “Salí de ahí y llegué a mi casa. Cuando lo hice me derrumbé en un mar de lágrimas. Eran las diez de la noche y tuve que apagar el televisor porque no podía más. Duran un tiempo las imágenes del dolor, de algo que se pudo haber evitado. Por otro lado, la satisfacción de haber ayudado a gente que lo necesitaba”. Más tarde comenzaron a llegar los bomberos. Hasta el medio día lograron salvar a seis personas. El resto del tiempo fue dedicado a recuperar los cuerpos de las personas ya sin vida.


En total, más de cien socorristas participaron, durante seis días, de los rescates entre los escombros. El resultado final fue de veintiún víctimas fatales y más de sesenta heridos. Todos los cuerpos pudieron ser rescatados. Aún frente a la posibilidad de derrumbe, bomberos y rescatistas voluntarios llevaron adelante la tarea de rescate con suma valentía, actuando los distintos grupos de manera conjunta.
El grupo de rescatistas estuvo conformado por hombres y mujeres de distintas organizaciones civiles y fuerzas de seguridad que trabajaron con eco sondas y fibra óptica para poder encontrar los cuerpos. Fueron de la partida veinticinco rescatistas que provenían del Grupo Especial de Rescate (GER) de la Policía Federal Argentina, dirigidos por el comisario Poidomani. El mismo comisario relata: “Tuvimos una serie de emociones encontradas: por un lado el dolor de no haber hallado a nadie con vida y por el otro, la satisfacción de haber recuperado todos los cuerpos de una montaña de escombros”.


Además del Grupo GER, actuaron bomberos de la ciudad de Rosario, de General Rodriguez provincia de Buenos Aires, bomberos de Paraná y de Santiago del Estero. Otro de los grupos intervinientes fue el Grupo Especial de Rescate Zapadores de la Provincia de Sante Fe. Entre los rescatistas se encontraron varios perros de rescate. Estos grupos se encuentran en constante capacitación y tienen amplia experiencia en catástrofes. Uno de los grupos pioneros que brindan capacitación es el Grupo especial de salvamento de Córdoba (GES).
Finalmente el lunes 12 de agosto a las 19:45 horas sonaron las sirenas que marcaron el fin de la tarea, luego de que se encontraran los restos de las últimas tres personas que permanecían desaparecidas. En medio de la profunda emoción compartida, los vecinos aplaudieron y abrazaron a los rescatistas en agradecimiento por la invaluable tarea que habían realizado. Se vivió un momento sumamente emotivo, los bomberos y rescatistas se retiraron del lugar acompañados por los aplausos y con lágrimas en los ojos. En los días posteriores, los voluntarios de todo el país volvieron a sus respectivas provincias.


Daniel Almada, Comisario de Bomberos de la provincia de Santa Fé, que fue convocado para participar de las tareas de rescate destaca: “El aplauso final significó el reconocimiento de la gente a nuestro sacrificio. Uno se prepara toda su vida pero no sabe que le tocará vivir una situación como esta, y es duro. En este caso nosotros sabíamos a quién buscábamos: había una historia detrás de cada desparecido y nosotros las conocíamos, lo que significaba una presión extra. Hicimos todo cuanto pudimos para salvar víctimas y recuperar los cuerpos de los fallecidos”. Héctor Ríos, por su parte, un joven de 27 años que se desempeña como Suboficial de Bomberos de la misma provincia y también fue parte del operativo, siente que esta tragedia le cambió la vida para siempre. “No soy el mismo, nunca voy a volver a ser el que era. Este accidente me obligó a madurar, y a valorar lo que tenemos. La frustración mayor fue haber encontrado cuerpos, y  no personas con vida, como hubiese querido, pero me queda la satisfacción de la tarea cumplida, la solidaridad y la energía con la que trabajamos. Dimos todo”, dice.