Rodolfo Rabanal

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“Escribir es algo parecido a descubrir, a excavar, a buscar, al fin siempre se trata de una sorpresa, de otra forma no vale”, sostiene Rodolfo Rabanal, que por estos días presenta su nuevo libro, La vida escrita (Seix Barral). 

Durante años –entre comienzos de los 70’ y fines de los 80’-  el escritor  se dedicó a apuntar reflexiones, anécdotas, y datos en cuadernos y libretas,  mientras caminaba por Buenos Aires, asistía a alguna proyección de cine o tomaba café en La Paz e iba dando forma al libro que soñaba con llegar a publicar -su primera novela, El apartado, se publicaría en 1975-.  Esas notas -que en el libro se reproducen con un orden aleatorio, como si hubieran sido rescatadas un montón de hojas sueltas- remiten a su búsqueda literaria, y también son, a su modo, una crónica de época.


Rabanal, escritor y periodista argentino (actualmente reside en Punta del Este) ha sido corresponsal, jefe de redacción y columnista en distintos medios gráficos (entre ellos, el diario La Nación). Fue, a su vez, Subsecretario de Cultura de la Nación durante la presidencia de Raúl Alfonsín.
En 1979 recibió la beca Fulbright y en 1988 la Guggenheim, y obtuvo, también, el Premio Municipal de Novela en 1995, el premio del Club de los 13 en 1997 y en l998 el premio del Pen Club Argentino como "Mejor novela del año" por Cita en Marruecos. Su obra ha sido traducida al francés, al inglés y al polaco. En el año 2010 y en el marco de las celebraciones del Bicentenario fue distinguido como una de las 200 personalidades que aportaron a la cultura del país.


El apartado representó su ingreso al medio literario y le valió el reconocimiento de colegas y críticos. Tres años más tarde, en el 78’, la editorial Pomaire de Barcelona editó su segunda novela, Un día perfecto, y llegaron a venderse treinta mil ejemplares en pocos meses. Poco después –en 1979- le fue otorgada la beca Fulbright para participar en el Taller Internacional de Escritores de la Universidad de Iowa, en Estados Unidos, por lo que pudo salir de la Argentina, con los militares en el poder, tomar distancia y dar forma a su tercera novela, En otra parte.


Tras su regreso de Estados Unidos, y después de vivir un año en la capital argentina, Rabanal partió rumbo a Francia con su familia, plantó base en París y trabajó como corresponsal para un diario porteño y, luego como traductor para el Ministerio de Cultura de Francia, bajo la tutela de Jack Lang. La recuperación de la democracia le permitió volver al país, donde publicó su cuarta obra El Pasajero, en 1984 (por aquellos días ejerció también como subsecretario de Cultura de la Nación, con Raúl Alfonsín). Después vendrían, La vida brillante (novela), Los peligros de la dicha, El factor sentimental, Cita en Marruecos, La mujer Rusa y El héroe sin nombre, entre otros. En 2011 publicó La vida privada, y ahora La vida escrita, un desarrollo de dos décadas de anotaciones personales alrededor de la vida de un escritor y su país.

 

- ¿Qué lectura hace usted hoy de aquella búsqueda personal que, allá por los  tempranos 70’, lo llevó a experimentar posibilidades de escritura hasta dar forma a su primera novela? ¿Qué momento evolutivo representaron aquellos años en su carrera de escritor?

- Creo que hago una lectura errática, algo así como la percepción de un horizonte que ofrece la tonalidad buscada. Pero, antes que nada hay que decir que he sido y soy un lector bastante incansable y leer me llevó a escribir. Por imitación, por admiración, por ejercitación y -ahora lo sé mejor que nunca- por la necesidad de construirme "una soledad", es decir un lugar y un momento al margen de las formas más tediosamente abominables de las rutinas cotidianas. Precisamente, cuando escribí El apartado, mi primera novela, presentí lo que podríamos llamar una cierta "carrera", el momento evolutivo a partir del cual algo se pone en marcha. De cualquier modo, nunca tuve grandes certezas en ese sentido sino más bien una creciente necesidad de ensayar nuevas modalidades, o nuevas aproximaciones al mismo núcleo de preocupaciones temáticas.

- ¿Cuando supo, internamente, que había dado con un tono y una voz que le permitiría desarrollar una carrera literaria? ¿Cómo recuerda ese momento?

- Fue cuando me senté a escribir El apartado, con toda seguridad. Tardé unos días en encontrar el tono (tal vez sea más justo decir en descubrirlo) pero una vez en mi poder lo agarré como un perro agarra a un hueso: sólo lo soltaba para guardarlo y volver a agarrarlo más tarde.

- La vida escrita reúne apuntes y notas a través de casi veinte años de trabajo, ¿en qué momento avizoró que ese material podría ser compilado y que tenía valor en sí mismo para ser publicado?

- Ocurre que yo siempre, es decir desde muy joven, escribí en libretas y cuadernos. Me gusta escribir a mano y si es posible con tinta y una buena pluma, pero a veces escribo con lápiz o marcador, da igual aunque no sea lo mismo. Es decir que todo lo que he escrito hasta ahora primero figura como borrador en mis libretas y cuadernos. Las libretas que dieron forma a La vida escrita pertenecen a los años que van desde 1972 a 1988 más o menos, omití las que cubren mis años en Europa y Estados Unidos y otros viajes que hice porque planteaban una temática más específica, algo así como el género del viaje o del exilio o de la errancia o todo junto a la vez, de manera que sólo pasé en limpio lo que tiene que ver con mi vida en Buenos Aires y en el resto del país. Tomé la decisión hace unos dos años, buscando no sé qué información en no recuerdo cuál de mis libretas, y ahí caí en la cuenta de que tenía un libro que se había hecho prácticamente solo.

- ¿Hubo características comunes a los escritores de su generación? Cuáles, si puede mencionarlas y a quiénes ve como más representativos de las décadas de los 70’s y 80’s?

- Esto es difícil de contestar  porque tengo la impresión de no haber pertenecido nunca a ningún grupo concretamente determinado ni expresar una filiación clara. Recuerdo que de mí decían que era "el apartado" de la generación, la generación era llamada generación del 70: Saer, Piglia, Soriano, etc. Y si bien nos veíamos, no funcionábamos en grupo. No yo, al menos.

 

- Ha dicho alguna vez que Shakespeare, Wittgenstein, Homero y Sófocles, Beckett y Elliot figuran entre los autores que más lo han influenciado. ¿Qué disfruta leer o releer hoy y por dónde pasa en la actualidad su búsqueda creativa?

- Sí, han sido y son mis autores predilectos, faltan Stendhal, Kafka, Camus y Borges. Actualmente releo a Malcolm Lowry y su insuperable Bajo el Volcán, releo mucha poesía y un género que podríamos llamar "pensamientos" para no cargarle con el denso título de filosofía.

                                                                                       Verónica Abdala

Links relacionados: Rodolfo Rabanal, Audiovideoteca de Bs As  http://www.youtube.com/watch?v=2dwWx_CM1vg