Techos verdes: una tecnología en crecimiento

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Ayudan a mantener las casas térmicamente aisladas, ahorran energía, reducen el ruido y además son bellísimos; pero a la vez resultan caros y en ocasiones son difíciles de mantener. ¿Puede esta tecnología popularizarse?

Son preciosos los techos verdes. Basta detenerse a pasar imágenes en Google para entrever la belleza, la frescura y el solaz que estos verdaderos jardines de altura son capaces de aportar a ese mar de cemento que suelen ser las grandes urbes. Hablamos de esos sistemas constructivos que permiten que determinada vegetación crezca en la parte superior de las casas y edificios, en principio para optimizar el rendimiento térmico de esa estructura, pero también para reducir el ruido, mejorar los niveles de oxígeno y aportar biodiversidad.

“Se calcula que hacia el año 2025 un 60 por ciento de la población será urbana. Y para entonces tendremos que diseñar un pensamiento que no tenga que ver simplemente con sacar el mejor partido de cada metro cuadrado”, advertía en TedXPanama la botánica Kimberly Portmess (https://www.youtube.com/watch?v=yJZlIr2KSRQ). Según la experta, en ciudades como Panamá se ha cambiado a una velocidad inusitada la superficie plantada por otra impermeable, con lo cual lo que se impone ahora es buscar la forma de reintroducir vegetación para mitigar el efecto “isla de calor”, evitar inundaciones y reducir la contaminación. “El 65% del consumo eléctrico de un edificio se destina a calentarlo, enfriarlo, e iluminar. Y las plantas tienen esa capacidad maravillosa de convertir la luz del sol en energía y el dióxido de carbono en oxígeno para crear el microclima que necesitan para sobrevivir. Pero solo un techo verde no va a hacer el trabajo. Hay que lograr hacer masa crítica”, resaltó durante su exposición. 

En la misma línea se expresa el arquitecto e ingeniero alemán Gernot Minke, quien observa que después de una gran tormenta los techos verdes –cantidad de ellos- pueden cumplir un rol crucial al retener el agua que irá drenando unas horas después. “Por eso para una ciudad puede ser una enorme ventaja tener muchos techos verdes”. 

Techos verdes: una tecnología en crecimiento

Existen muchos sistemas constructivos de techos verdes, pero lo que básicamente necesitan es un mínimo de sustrato y luego varias capas de diferentes materiales que sirven para absorber el agua, filtrarla, drenarla y proteger el techo de las raíces, además, por supuesto, de impermeabilizarlo correctamente. Luego se pueden plantar diferentes especies -desde pasto hasta flores, e incluso árboles- aunque siempre teniendo en cuenta que por lo general suelen estar expuestas a condiciones bastante extremas de viento y sol. Otra cuestión clave es que hay que evaluar la estructura edilicia con un arquitecto o ingeniero para saber si la instalación es viable (el metro cuadrado de techo verde saturado de agua puede pesar entre 35 y 180 kilos), y que dependiendo del clima puede llegar a requerir más o menos riego.

 

De ahí que los costos pueden ser elevados, incluyendo materiales importados. Por eso –más allá de las innegables ventajas- cabe preguntarse también si es practicable promover una solución que requiere de ingentes inversiones por parte de los propios ciudadanos en vez de otras que (por caso plantar más árboles) podrían recaer en el accionar del Estado.

Para Martín Almiña, ingeniero industrial y parte de la asociación civil Más Oxígeno, “la sustentabilidad, nos guste o no, arranca muchas veces en un sector de la sociedad que tiene el tiempo y el dinero para pensar una alternativa a los sistemas tradicionales, lo que no quiere decir que los techos verdes tengan que ser una cosa de ricos”. De acuerdo al profesional no parece razonable que se estén trayendo materiales de Europa para construir estos sistemas, dado que podrían estar pensándose desde la Argentina opciones más económicas, no obstante lo cual la de poner un techo verde sigue siendo una solución técnicamente buena. “Solo falta que la tecnología se popularice para que existan más oferentes, más alternativas y el servicio se abarate”, asegura. 

“Tal vez no haga falta poner un techo verde propiamente dicho –agrega-. Si alguien tiene una terraza y debajo una casa en la que en verano hace mucho calor y en invierno hace mucho frío, con solo llenar de plantas ese espacio se va a dar cuenta de que la temperatura se morigera”, explica, ya que la tierra retiene el calor en invierno mientras que durante los meses estivales las hojas contribuyen a generar un efecto refrigerante. “Lo que me interesa es transmitir ese concepto –concluye- para que cualquiera pueda ponerlo en práctica”.