Rolando Schiavi: el rudo que se ganó el corazón xeneize

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Frontal, ganador y sin grandes delicadezas, son algunas de las cualidades que lo marcaron en las canchas. Este central, que pasó de ayudante de carnicero a ídolo de Lincoln, marcó a los mejores delanteros del mundo y hasta tuvo un supuesto romance con la actriz norteamericana Sandra Bullock, que el mismo desmiente, que lo hizo conocido en todo el mundo.

“Vuelve la magia al fútbol, esta vez al `rojo` de Lincoln. Ojalá los hinchas acompañen como siempre y más”, escribió Rolando Schiavi a través de su cuenta personal de la red social twitter el pasado 5 de enero. De esta manera el central de 40 años (cumplirá 41 el próximo 18 de enero), llevará a cabo un nuevo regreso a las canchas: jugará en Rivadavia de Lincoln, equipo de su ciudad natal que milita en el torneo Argentino A y es dirigido por su hermano Fabio.

La noticia que el vencedor de dos Copas Libertadores de América con equipos diferentes, Boca Juniors y Estudiantes de La Plata en el 2003 y 2009 respectivamente, además de una Copa Intercontinental con el “Xeneize” en un memorable partido en el que derrotaron al AC Milan de Italia en la tanda de penales vuelva a jugar no solo ha revolucionado a la ciudad del oeste de la provincia de Buenos Aires. Su vigencia, con más de cuatro décadas, lo ha puesto en la consideración de toda la agenda futbolística.

La historia de este referente del fútbol argentino contemporáneo comenzó a gestarse en dicha localidad bonaerense en 1973. El “Flaco”, cómo prefiere que le digan, recuerda que el mote de chico era Narigón, Naripeta o Alf. “Siempre todo vinculado al tamaño de mi nariz” supo manifestar en una entrevista a la revista El Gráfico en el año 2008, aunque adujo que Rolo tampoco le disgusta pero aclaró: “Cualquiera menos Rolando”.

De pibe no se le pasó por la cabeza ser futbolista profesional. “Hice de todo: jugué al softbol, al básquet y andaba en bici todo el día”, recordó el central de más de un metro noventa de estatura. “El verdadero click fue al terminar la secundaria: debuté en la primera de Rivadavia y le empecé a meter más ganas”, le explicó al periodista Diego Borinski.

En los primeros años de su vida mientras no hacía más que jugar al fútbol con sus amigos del barrio y su hermano mayor (son 4 varones y una mujer) Fabio, a quien tenía de referente, tuvo diferentes oficios. Se dedicó a las colmenas de abejas. “Las recibía en un galpón y pasaba los marcos por el extractor” explica mientras recuerda que se levantaba a las cuatro de la madrugada porque las mismas llegaban de noche por cuestiones de temperatura. Si bien la primera semana tenía las manos desfiguradas, no podía doblar los dedos por las picaduras hasta que el cuerpo se acostumbró. “Lo bueno es que, con un mes de ese trabajo, me pude comprar mi primera bicicleta”, explicó mientras ratificó que en ese momento tenía 15 años.

Aunque, sin duda, el oficio que lo marcó fue el de carnicero. “Papá tuvo carnicería durante 33 años; “Fabito” se llamaba, por mi hermano mayor”. Por aquellos comienzos de los años ’90 los clientes se manejaban con libreta: “la gente compraba, anotaba, y a fin de mes pagaba. En un momento dejaron de pagar y no dio para más”.

La tarea del con el paso de los años exitoso central era despostar animales: “llegaba la media res y tenía que separar los cortes, hacía chorizos, morcillas, la carne picada, pelaba huesos y derretía la grasa”. A veces atendía a los clientes y también carneaba chanchos: “iba en bici por el pueblo tomando pedidos en las distintas carnicerías, después los matábamos clavándoles un cuchillo en el corazón, les tirábamos agua caliente, los pelábamos y los repartía”. Según explica era una tarea sacrificada pero rendía sus frutos para un adolescente como él. “Mi viejo me pagaba un sueldo y así tenía unos mangos para salir el fin de semana. Me prestaba la camioneta para ir a los boliches, así que trabajar era una manera de tener movilidad”.

El “Flaco” declara que por aquellos años se llevaba mal con el estudio. “No era para mí. En quinto me llevé once materias, todas menos Educación Física. De vago, no me gustaba estudiar, pero enseguida rendí ocho. Me quedaron tres más otras dos de cuarto. Una cuenta pendiente que algún día pienso rendir”.

El momento crucial para que su vida cambie y el fútbol fuese una opción real fue al terminar la secundaria. “Debuté en la primera de Rivadavia y le empecé a meter más ganas. Jugué unos 10 partidos y Walter Tamer que era el DT de Rivadavia, conocía un contacto con Griffa y me consiguió una prueba en Newell’s”.

En aquella época con Jorge Griffa cómo coordinador de inferiores la “Lepra” rosarina era un club modelo. Con 19 años fue elegido según el “por su aptitud física”. Por entonces sus referentes eran Gamboa y a Pochettino. “Más de una vez nos llevaron como sparring del equipo de Bielsa”.

En 1993, con 20 años lo dejaron libre y se fue a Argentino de Rosario donde firmó su primer contrato jugó dos años en Primera B. “Ahí jugamos una final con Tigre, anduve bien y un empresario compró mi pase y me dijo que tenía que ir a una prueba en Argentinos”. Pastoriza era el técnico del equipo de la Paternal por aquellos años. “Venía de 15 días de vacaciones, de joda mal, imagínate vacaciones en Lincoln, y así tuve que agarrar mi bolsito e ir a probarme. Hice una práctica, quedé, y a la semana estaba concentrado para empezar el campeonato. Debuté a los 10 días, con Estudiantes en cancha de Atlanta” le contó al Gráfico.

En el “Bicho” jugó 150 partidos y convirtió 10 goles entre 1995 y el año 2001. Allí se consolidó como jugador y llegó a la Primera División tras lograr el campeonato de la B Nacional de 1997.

Con el comienzo del milenio un hecho cambió su vida para siempre. Para Schiavi la imagen de su infancia era la familia comiendo un asado en el patio con la tele prendida en los torneos de verano viendo a Boca y durante el año era todo por radio, “con la Noblex Carina” según rememora. En aquel 2001 dejó el equipo de la Paternal y llegó a su Boca. “Fue de golpe. Vine de una gira con Argentinos por EE.UU., bajé, se arregló todo y al toque viajamos a Italia a jugar con la Roma”. El debut ante el equipo campeón de del Calccio que por entonces tenía a Batistuta cómo referente de área fue muy auspicioso: “Ese partido anduve muy bien, lo marqué a Bati, se empezó a hablar de mi pase a la Roma sin jugar oficialmente en Boca”.

Con el tiempo, durante sus dos pasos por el club de la ribera, terminó consolidándose como ídolo del club al que se define como “bastante fanático”. Pero explica: “Mi viejo era tremendo, viajaba los domingos desde Lincoln en un colectivo lleno, a la Bombonera. Iba a la Doce con una bandera de 30 metros con el nombre de mi pueblo”.

Con la Azul y Oro jugó 253 partidos oficiales en dos etapas (2001-2005 y 2011-212), marcó 27 goles y logro 9 títulos. Entre los hechos que lo catapultaron a la fama y hasta le permitieron constituirse como el jugador más veterano en debutar con la camiseta de la selección argentina- ante Paraguay, en Asunción, por las eliminatorias al mundial de Sudáfrica 2010, cuando ya tenía 36 años cumplidos y la selección de Maradona se jugaba las últimas fichas para ir a la Copa del Mundo- hay uno que lo pinta de cuerpo y alma.

El 26 de febrero de 2003 en el estadio Monumental de Santiago de Chile él Boca de Bianchi superó al Colo Colo por la fase de Grupos de la Libertadores. El “Flaco” hizo un muy buen partido, como de costumbre fue patrón de la defensa y anuló al legendario Iván Zamorano. Pero el hecho que marcó el idilio definitivo con el público boquense fue que se bancó los noventa minutos con una apendicitis aguda. “Ya cuando hice la entrada en calor no podía saltar, pero le metí para adelante y en el entretiempo estaba con chuchos de frío y fiebre. Me preguntaron si podía seguir y dije que sí”. Cuando terminó el partido estaba la ambulancia a la salida del vestuario, lo sacaron en camilla y acompañado por José Veiga –médico del plantel -le hicieron los estudios los estudios correspondientes. “Ahí no daba más del dolor y le pedía calmantes al médico. Vieron que era apendicitis y me operaron”. En tiempo record volvió a las canchas antes de lo pautado (45 días) y el 3 de abril, en la revancha frente al “Cacique” en la Bombonera entró faltando 15 minutos por Clemente Rodríguez. Cómo no podía ser de otra manera se llevó una gran ovación del pueblo “Xeneize”.

El último momento de idilio que vivió en la “Bombonera”, la que de a poco constituyó como su casa, fue en la fecha 19 del Inicial 2012 ante Godoy Cruz. El 8 de Diciembre Boca ganaba 2 a 1 ante el Tomba y el “ole, ole, ole, ole flaco, flaco”, bajó de la tribuna por última vez. Luego vino un paso exótico por el fútbol chino en el Shangai Shenua. Si bien tenía pensado retirarse con la Azul y Oro, apareció la propuesta especial desde lo económico y decidió jugar a la otra punta del mundo.
Finalmente en el segundo semestre del 2013 “colgó los botines” y dejó China. La meta era acompañar a su ex compañero y amigo Martín Palermo en tareas de ayudante de campo pero el “Titán” se fue de Godoy Cruz el pasado mes. Por lo que Rolando Schiavi volverá a las canchas, una vez más, para jugar con su Rivadavia de Lincoln, en el Argentino A. "Ahí jugué toda mi infancia. Justo Palermo no está trabajando, entonces puedo darle una mano al club, que viene último del Argentino A." sostuvo. "Al final, ya tengo más vueltas que los Chalchaleros", bromeó el defensor al Diario deportivo Ole.