Crítica de cine: Boyhood



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Boyhood es el título de la última película dirigida por Richard Linklater y protagonizada por Ethan Hawke, Patricia Arquette y Ellar Coltrane, a la que muchos señalan como el mejor film del año. La película –cuyo rodaje comenzó en el verano de 2002 en Houston, Texas y finalizó en agosto de 2013- se propone, desde la ficción, retratar el pasaje de un niño a la adultez a través de un personaje que interpreta un único actor. 

Quienes hayan visto Antes del amanecer / Antes del atardecer / Antes de la medianoche, la saga con la que Richard Linklater se hizo célebre entre los directores contemporáneos, probablemente sepan o intuyan que  lo que sus películas revelan o parecen transmitir -más allá del tema que aborden o de la historia puntual que despliega cada guión- es cierto ‘clima’ que remite a la vida real: una suerte de hipótesis o recreación hiperrealista de lo que somos o lo que nos toca, y que a menudo el cine recrea con excesivo dramatismo.

    Quizás este sea, como los anteriores, un experimento que resultó excepcional, y acaso el más logrado en este sentido. Aunque habrá que reconocer a esta altura que Linklater sabe lo que hace y el éxito no es fruto de la casualidad ni de la improvisación. Finalmente, lo que logra en pantalla, es plasmar con maestría retratos naturalistas de vidas imperfectas con las que el espectador puede empatizar e identificarse.

      En este caso, el proyecto fue ante todo, una idea  original. Linklater se propuso filmar parte de la infancia, la adolescencia y el pasaje a la adultez de un personaje, Mason Jr., un muchacho de Austin, Texas, a lo largo de 12 años, que se hizo posible después gracias a la confianza de un equipo técnico que, con poca producción (450 personas en total) y bajo presupuesto (200.000 dólares por año) logró rodar un total de 146 escenas, que bien valieron el esfuerzo sostenido. El resultado es una ficción cronológica o una suerte de ensayo visual en el que el principal protagonista, al margen del muchacho, parece ser el tiempo, que transcurre, implacable, y modifica a los personajes.

      El proyecto de recuperar o recrear en la pantalla “algo del modo en que se despliega la vida”, como asumió el director, en sí mismo es ambicioso; aunque el resultado es de una estética sutil. Sin pretensiones, efectos visuales ni golpes bajos, tan característicos de las grandes producciones de Hollywood, aquí el espectador tiene la sensación de que asiste a una construcción progresiva y muy profunda, una suerte de fresco, al que el director fue agregando cada año nuevas pinceladas.
      La película documenta las transformaciones que van sufriendo, tanto el adolescente –interpretado por un mismo actor, Ellar Coltrane- como sus padres divorciados (de veinteañeros a cuarentones), personajes de los que se hacen cargo Ethan Hawke, en el rol de un hombre que madura junto a sus hijos, y Patricia Arquette, en el de Olivia, una mujer que se hace cargo de la parte más trabajosa de la crianza y envejece también, con la belleza intacta y el cansancio a flor de piel. El chico además tiene una hermana, dos años mayor que él, Samantha, que interpreta la hija del director, Lorelei Linklater.

      El chico, que al inicio de esta historia suma 6 años y al final ya tiene 18, muta en pantalla, y este es otro de los atractivos de la peli. En la ficción, cursa la escuela primaria y después la secundaria; se enamora por primera vez y descubre el amor y el sexo, mientras acompaña a su madre de una ciudad a otra y a la vez atraviesa las sucesivas relaciones que ella mantiene con hombres con los que apuesta a salir o a convivir (uno alcohólico, que la golpea y humilla a sus hijos; otro con el que el chico se lleva mal, entre otros). Se suceden así, la mudanza a Houston, los cambios de escuela, los intentos de su madre por mejorar su situación, la lucha diaria de los padres por entenderse; siempre a partir de escenas y diálogos convincentes.

     En conjunto, el que construye Linklater es un universo realista: el espectador siente que asiste al devenir de una familia ensamblada, en la que todos ponen lo mejor de sí para salir adelante, superar sus propias contradicciones y los conflictos a los que la vida los enfrenta. Todo eso con el trasfondo de la vida política de EEUU y  musicalizado con canciones de época (suena de fondo, desde Britney Spears, Sheryl Crow, Coldplay hasta Cat Power, Yo la tengo, Daft Punk y Wilco).
    Boyhood es una historia sobre el tránsito épico y por momentos salvaje que supone el pasaje de la niñez a la adolescencia y el ingreso a la adultez, pero a la vez es una obra que se desarrolla en el marco de un clima doméstico con el que el espectador puede identificarse y conmoverse a la vez.

     "Nuestra visión fundamental del mundo está mediada por lo que somos y lo que fuimos, pero lo que ocurre es sólo la vida que se expande, y nuestra manera de percibirla, siempre profunda e inevitable”, dijo Linklater (mejor Director Festival de Berlín 2014), hablando de su obra. “Creo que Boyhood tiene algo de esa forma que tenemos de procesar el mundo y el tiempo. Es un sentimiento o una impresión: traté de capturar, fundamentalmente, cómo se desenvuelve el tiempo en nuestras vidas, o la manera en que maduramos”.                                                            
                                                                                   Verónica Abdala

Trailer oficial: https://www.youtube.com/watch?v=x6GhFu1PDfI

Ficha técnica: Boyhood, momentos de una vida (Boyhood, Estados Unidos/2014). Guión y dirección: Richard Linklater. Elenco: Ellar Coltrane, Ethan Hawke, Patricia Arquette y Lorelei Linklater. Fotografía: Lee Daniel y Shane F. Kelly. Edición: Sandra Adair. Diseño de producción: Rodney Becker y Gay Studebaker. Distribuidora: UIP. Duración: 165 minutos. Copias: 33.

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