Crítica de teatro: Claveles rojos



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Un padre fallecido, una herencia, intereses familiares y mentiras perversas son los elementos que conspiran alrededor del mundo de una joven discapacitada. Claveles rojos, se basa en una historia verídica y expone la historia de una chica que intenta salvarse de que su propia madre y sus hermanos la declaren “incapacitada mental” para quedarse con su patrimonio. Estigmatización y exitismo, en esta obra que pone sobre el tapete las acciones psicológicas de exclusión a las que son sometidos aquellos que tienen capacidades diferentes.

Claveles Rojos es un drama testimonial, del director Luis Agustoni, reestrenado durante el 2014, y una de las opciones recomendadas para esta temporada teatral porteña. La acción se desarrolla en el seno de una familia tradicional que, motivada por intereses económicos, inicia un juicio contra una de las hijas. La idea es declararla incapacitada mental, para que la joven no logre disponer y administrar libremente su herencia. Vale aclarar, que la historia se basa en una causa real que, en su momento, el hermano abogado del autor tuvo entre manos.
Con un elenco de doce actores se destaca María de Pablo Pardo que personifica con justeza y delicadeza a Liliana, una chica veinteañera con ciertos retrasos mentales, que debe lidiar contra la segregación que sus familiares, de apellido Doblas. A pesar del hostigamiento que pesa sobre ella –de su madre y sus hermanos- ella mantiene una fuerte y profunda convicción en su forma de ser, sentir y pensar. Por lo que, al percibir la situación en la que está anudada, decide contratar al Dr. Fernando Millán (interpretado por Santiago Rapela), un abogado combativo y transgresor, que encarna la búsqueda de la solución de la causa y la lucha contra las burocracias judiciales. Y se completa con la participación de Laura Accetta, Valeria Atienza, Ivana Cur, Matías Durini, Constanza Fossatti, Ana Luz Furth, Pablo Gagliano, Leonardo PrestIa, Teresa Solana y Luis Troncoso. El vestuario y la escenografía corren a cargo de Nadia Casaux, la iluminación la hace Ramiro Galmes, del sonido se encarga Lucas González, Geraldine Leiva es la asistente de producción y los asistentes de dirección son Sonia Balza y Miguel Kot.
El nombre, Claveles rojos simboliza probablemente, la esperanza de Liliana en su lucha. Siempre están representados en un florero que se posa en las mesas de las reuniones que ella asiste con su abogado.
       La ambientación es austera: una escenografía que sirve de juzgado, la sala de interrogatorios de Tribunales, la casa familiar, consultorios de medicina forense y estudio jurídico. Como elementos, unos cuantos libros distribuidos en una biblioteca, una mesa de madera, ventanas añejas, algunas sillas y algún que otro detalle de ornamentación. Se utilizó lo necesario y el efecto es logrado. 
Durante finales del 2013, año del estreno, María de Pablo Pardo fue premiada por la Escuela de Espectadores de Jorge Dubatti y galardonada en los Premios María Guerrero.
Se recomienda reservar lugares con antelación o llegar con tiempo a la boletería.
                                                                                                                                                                                                         
Claveles Rojos se presenta en el Teatro el Ojo (Tte. Gral. Perón 2115), Capital Federal, los sábados con dos funciones (20:00 y 22:00 hs), y los domingos (18:00 hs).
Reservas: 4953-1181
 

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