El muñeco de nieve

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El muñeco de nieve. (The Snowman. Noruega/Reino Unido/Estados Unidos, 2017). Dirección: Tomas Alfredson. Guion: Hossein Amini, Peter Straugham y Soren Sveistrup, basado en la novela homónima de Jo Nesbo. Fotografía: Dion Beebe. Montajista: Claire Simpson. Dirección de Arte: Robert Cowper. Efectos visuales: Noga Alon Stein. Intérpretes: Michael Fassbender, Rebecca Ferguson, Charlotte Gainsbourg, J.K. Simonns, Val Kilmer, Toby Jones, James D’Arcy, Sofía Helin, Chloé Sevigny y otros. Duración: 122 minutos.

        Thriller de excelente composición cinematográfica, El Muñeco de nieve, del director sueco Tomas Alfredson (no confundir con Daniel Alfredson, su hermano y realizador de algunas de las películas de la saga Millenium), aparece seis y diez años después de sus dos anteriores largometrajes, El topo, que tuvo tres nominaciones al Oscar, y Déjame entrar, una fábula gótica muy bien recibida por la crítica. Con estos antecedentes, era lícito tener una expectativa favorable respecto de su nueva producción, sobre todo sabiendo que este director es un narrador impecable y dueño de una especial sensibilidad para el trabajo visual. Basada en un best seller del noruego  Jo Nesbo, el film se introduce en el mundo de una investigación policial que comienza a explorar los crímenes de un tenebroso asesino serial cuyas andanzas, se descubrirá, tienen ya raíces en el pasado.

       Al frente de esa pesquisa está una joven investigadora (Rebecca Ferguson), que recién se ha incorporado a un destacamento de policía de Oslo, y el detective Harry Hole (Michael Fassbender), con antecedentes y logros importantes en la resolución de casos en su carrera, pero que en la actualidad es un hombre dominado por una fuerte adicción al alcohol. Hole, en rigor, extraña una época en que la tarea policial en la ciudad tenía abundancia de causas y crímenes a los que abocarse. Y aburrido por una profesión que no le ofrece estímulos –el resto de sus colegas parece, en cambio, muy feliz jugando al café o haciendo vida social dentro de sus oficinas- se dedica a la bebida y ha descuidado la relación con su ex esposa y un hijo suyo que, sin embargo, no sabe aún que es su padre.

      Pero, claro, en un thriller en el que, por añadidura, surge la figura de un asesino despiadado y muy diestro en el uso de instrumentos cortantes, esa calma no podía durar demasiado. Y con el descubrimiento en la película de la primera víctima, que en verdad no será la inaugural como se verá después, el helado y blanco paisaje del invierno noruego comenzará, poco a poco, a teñirse de rojo y de cuerpos despedazados. Y ahí se iniciará la investigación. Y mientras se avanza en ella, el director irá desarrollando, al mismo tiempo que el suspenso y la tensión, las historias de sus principales criaturas, introduciéndose en sus vidas anteriores e incluso en su infancia y sus traumas. Una de esas criaturas es la joven investigadora de la que se sabrá por qué particulares motivos se ha involucrado en este caso. De la misma manera habrá otras informaciones –algunas para despistar- que requerirán del transcurso de la trama para que se revele su verdadero sentido.

      Con un elenco de figuras conocidas –algunas muy familiares por su participación en otros films o series y en papeles más modestos-, el rubro actuación está muy bien sostenido, pero sobre todo la película deslumbra por la calidad de la narración y la belleza de los paisajes, fotografiados por un profesional de la talla de Dion Beebe, un verdadero virtuoso en el manejo de los claroscuros. Tal vez sobre los tramos finales, la trama se debilita por algunas previsibilidades y una decisión de no cargar más las tintas en el epílogo, como si se considerara necesario dejar un espacio de respiro para el espectador. Pero ni siquiera esos detalles empañan su solidez general.

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