La estética como ideología



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Uno de los libros recomendados de este mes es La estética como ideología de Terry Eagleton publicado por Editorial Trotta

 Profesor de Teoría Cultural en la Universidad de Manchester y autor de una obra abundante y plena de lucidez, el inglés Terry Eagleton es uno de los críticos literarios e intelectuales más brillantes de la era contemporánea. Formado inicialmente en el posestructuralismo, se separa posteriormente de él e inicia una etapa que, aunque influenciado por las ideas del marxismo, se inclina hacia una crítica de alto vuelo histórico más ligada a la tradición de Brecht, Benjamin o Bastin. Con el apogeo de lo cultural en la era posmoderna, este autor terminó convirtiéndose en un impugnador poderoso  de las ilusiones y ambigüedades de una izquierda que, después de haber manejado conceptos como “hegemonía” o “ideología”, se dejó seducir por otros relacionados con la “hibridez” o la “diferencia”

    A lo largo de este brillante trabajo, donde analiza las genialidades e incertidumbres de genios tales como Baumgarten, Schiller, Kant, Schopenhauer, Kierkegaard, Hegel, Marx, Nietzche, Freud, Benjamin, Heidegger y otros, Eagleton contrapone las desmesuradas pretensiones del pensamiento con las contradicciones de la sociedad que acumula no solo documentos de cultura y de barbarie, sino también de cinismo. Pero, Eagleton advierte en su introducción que esta obra no es una historia de la estética. Y de hecho, no son pocos los teóricos de la estética que él pasa por alto. El libro es, según su autor, más bien un intento de encontrar en la categoría de lo estético un modo de acceder a ciertas cuestiones centrales del pensamiento europeo moderno y de arrojar luz, desde particular ángulo de visión, sobre un conjunto grande de cuestiones sociales, políticas y éticas.

     En ese esfuerzo, Eagleton escribió una obra monumental e impagable, un libro profundo y revelador. Y al mismo tiempo trasminado de un humor lacerante  y agudo. Como dicen los prologuistas Ramón del Castillo y Germán Cano, tal vez las propuestas de Eagleton no sean aplicables a todas las latitudes, pero difícilmente su diagnóstico de los malestares de la estética deje a alguien que se interese por este campo indemne, invulnerable a sus estímulos.