Los supremos de Irina Hauser

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Uno de los libros recomendados de este mes es Los supremos de Irina Hauser editado por Planeta.

Agotada la primera edición del libro en pocos días, los lectores que se quedaron rezagados en su compra debieron esperar más de un mes largo para encontrarse con ejemplares de la segunda tirada. Es una buena noticia que este trabajo haya logrado tan buena repercusión, teniendo en cuenta lo importante que es el tema que aborda: la historia y antecedentes de la Corte Suprema del país, no solo la de este momento, si no la de los integrantes que precedieron a la actual desde que Néstor Kirchner renovara a ese organismo en los primeros tiempos de su gestión, incluyendo en esa nueva integración a varios de los jueces supremos que venían de la previa y que, salvándose del vendaval renovador, siguieron en funciones. Como se recordará esa famosa nueva Corte Suprema estuvo integrada por siete jueces: Carlos Fayt, nombrado en la época de Alfonsín; Juan Carlos Maqueda, designado por el ex presidente Eduardo Duhalde; Enrique Petracchi, que llevaba treinta años de juez supremo (los tres entonces pertenecientes, entonces a la Corte que venía de arrastre) y los cuatro nuevos nombrados por Kirchner: Eugenio Raúl Zaffaroni, Elena Highton de Nolasco, Carmen Argibay y Ricardo Lorenzetti. La de estos días, luego de la jubilación de  Zaffaroni, la renuncia de Carlos Fayt y el fallecimiento de Argibay y Petracchi, más el nombramiento por el gobierno de Mauricio Macri de Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti, está constituida por cinco miembros.

     “Poco y nada quedaba entonces de aquella Corte de oro impulsada por Kirchner –dice Irina Hauser refiriéndose a los cambios producidos al comienzo de la gestión de Macri cuando el órgano supremo de la justicia había quedado solo con tres integrantes, después de todos los hechos mencionados arriba y antes del nombramiento de Rosenkrantz y Rosatti-. Que fue elogiada por su alta calidad e independencia, que buceó e hizo escuela en la ampliación de derechos y en el arraigo de las garantías individuales, además de abrir camino al juzgamiento de los crímenes de lesa humanidad después de años de cerrojo judicial productos de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. Queda la letra de famosos ejemplares. Permanecen estructuras de vanguardia como la Oficina de la Mujer y la de Violencia Doméstica.”

     “Pero a aquella Corte célebre se le fue incrustando la fuerza de los poderes corporativos reales, económicos, financieros, religiosos, políticos y también de la propia corporación judicial –sigue Hauser-. Fue una influencia que desató virajes en sus resoluciones y que la embarcó en decisiones autorreferenciales, desafiantes, pensadas para acentuar su ‘contrapoder’. Un poder capaz hasta de corroer proyectos y liderazgos políticos que podrían resultar inconvenientes o poco funcionales al Poder Judicial.”

     En esta apasionante investigación, Irina Hauser no solo corre el velo de un cuerpo de élite que conserva privilegios y prácticas de las viejas monarquías y que, por momentos, se transforma en un poder intimidante y hasta peligroso para el funcionamiento transparente de la democracia. ¿Cómo lo hace? A través de un vasto recorrido que revela desde sabrosos y detallados entretelones de las decisiones del organismo (como las amenazas de sancionar un fallo capaz de provocar un descalabro económico por parte de la “mayoría automática” de Menem cuando sintió peligrar su estabilidad como Corte), hasta infinidad de historias y anécdotas que han marcado vida y milagro de todos sus integrantes, desde los más antiguos hasta los más nuevos. Uno podría decir, casi en un tono publicitario: todo lo que usted quería saber sobre la Corte y nunca averiguó, está en este libro.

     Es verdad que, para quien haya seguido el tema con dedicación, encontrará en el relato ciertos hechos e informaciones conocidas, pero siempre muy bien contextuadas y ampliadas con nuevos detalles. Y, además, mucha información novedosa, de esa que se consigue con una investigación seria y un trabajo periodístico de años. Dos condiciones que Irina Hauser ha cubierto de sobra.  Como dato complementario habría que agregar que el texto es entretenido y escrito con muchísima claridad. De modo que, una vez comenzado, es muy difícil abandonarlo.