Raconto

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Muchos años después, frente al público argentino que lo fue a escuchar al Teatro Colón y al Centro Cultural Kirchner, Gustavo Santaolalla recorre algunos tramos de su extensa, prestigiosa, ecléctica y exitosa carrera en el país y en el exterior y los registra, con calidad sorprendente, para un álbum en vivo, el primero que graba ad hoc en 48 años como músico profesional. Acompañado, como siempre, por una súper banda, que esta vez forma con Barbarita Palacios (voz, percusión), Javier Casalla (violín, guitarras, pincullo), Nicolás Rainone (contrabajo y chelo), Pablo González (batería) y Andrés Beeuwsaert (piano y teclados), bucea en sus orígenes y sale a flote con un disco absolutamente contemporáneo, aunque algunas de sus composiciones estén cerca de soplar cincuenta velitas.

Después de varias vueltas al mundo de la producción musical en clave latina (De Ushuaia a La Quiaca, con León Gieco; Café Tacuba, Divididos, Caifanes, Maldita Vecindad, Los Prisioneros, Molotov, Bersuit Vergarabat, Julieta Venegas, Juanes, Jorge Drexler, La Vela Puerca, Árbol, etc.), el tango del siglo XXI (Bajofondo), las bandas de sonido originales (ganó dos Oscar consecutivos por las de Brokeback Mountain y Babel, entre muchos otros premios por sus más de treinta composiciones para cine), los dieciséis premios Grammy, etc., Santaolalla vuelve a recorrer parte del periplo de su viaje iniciático con Arco Iris, alrededor de sus veinte años, y encuentra pequeños grandes tesoros. Son puertos de un derrotero en busca de las raíces del folklore argentino y latinoamericano que junto con sus compañeros de entonces (Ara Tokatlian, Guillermo Bordarampé y Horacio Gianello) convirtió en fusión beat, en aires de folk-rock, en canción inextinguible.

Así, aparecen la Intro y El cardón, de Inti Raymi (1973); temas del primer disco del grupo, Arco Iris (1969), el de la tapa rosa, como Camino, Quiero llegar, Zamba y Canción de cuna para un niño astronauta; Abre tu mente y Quién es la chica, de Blues de Dana (1970); Vasudeva y Mañana campestre, su primer y gran hit, de Tiempo de resurrección (1972); Sudamérica, el tema principal de Sudamérica o el regreso a la aurora (1972), la gran ópera del rock nacional; Todo vale, A solas y Vecinos, de su segundo disco solista, GAS (1995); Hasta el día en que vuelvas y la new wave de Ando rodando, de Santaolalla (1982), su debut solo después de Arco Iris; la zamba Detrás, y quizás el punto más alto de este personalísimo repaso, que es Paraíso sideral, un gran tema del olvidado e incomprendido Agitor Lucens V (1974), un disco conceptual cargado de mística, experimentación musical y ovnis.

Podría decirse que Raconto es el espejo que refleja la madurez de Gustavo Santaolalla, pero mirando la fecha de creación de muchos temas del disco también se podría decir que esa madurez musical de alguna manera estuvo siempre y que ahora, a sus casi 66 años, lo que hace es perfeccionarla. Gracias.

                                                                                                       Oscar Finkelstein

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