Sefarad

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Después de cinco discos dedicados esencialmente a la música klezmer, el dúo formado por César Lerner y Marcelo Moguilevsky, ambos de origen askenazi, es decir de familias judías del este de Europa, abordan por primera vez la música sefaradí. Así, Sefarad representa la otra cara de la moneda de la música judía, en este caso la desarrollada en la península ibérica hasta el siglo XV, y luego en su exilio universal.

Con fuerte influencia del mundo árabe y de sus sonidos característicos, más el aporte conceptual de la tradición judía del Medio Oriente, Lerner (acordeón, piano, balafón, hang, percusión y medios electrónicos) y Marcelo Moguilevsky (canto, clarinete, flautas, loops y acordeón) encaran su incursión inicial en este rico universo musical con canciones tradicionales sefardíes cantadas en ladino y en árabe y con temas instrumentales compuestos por ambos en consonancia con la tradición sefaradí.

Además de sus trabajos solistas o en otras compañías, el dúo Lerner-Moguilevsky tiene más de 30 años de trayectoria, período en el que recorrieron el mundo con el repertorio de sus discos Klezmer en Buenos Aires (1997), Basavilbaso (1999), Shtil (2001), Sobreviviente (2003) y Alef Bet (2010), y en el que compartieron escenario con grandes artistas como el serbio Goran Bregovic o los estadounidenses Medeski, Martin & Wood.

Seis temas tradicionales de autor anónimo, con arreglos de los multiinstrumentistas y multiculturales Lerner y Moguilevsky, llevan en su alma siglos de historia y misterio. Como en Los bilbilikos, que abre el disco, y al que el sonido del clarinete le otorga un ligero aire klezmer que lo vuelve de algún modo ecuménico. Ay Yu Has, en cambio, suena en sus pasajes instrumentales como podría imaginarse una banda de sonido milyunanochense y en su hondo canto como una versión contenida de su pariente andaluz. Las bellísimas Morenika y La serena merecen formar parte del mejor repertorio cancionístico y el registro del dúo les hace honor. Y en su austeridad, tanto Durme como Porque Yoras se sumergen en profundidades expresivas que la voz de Moguilevsky potencia.

Por otra parte, las composiciones de Lerner (Ellos bailan y El tiempo), Lerner-Moguilevsky (En un bolsillo la arena y Siempre es tanto) y Moguilevsky- León (La mar) respetan el espíritu de la música sefaradí, lo interpretan y de alguna manera reinterpretan. Y, más allá de su origen, de ningún modo parece resultarles ajena sino más bien complementaria. Esa otra cara de la moneda, necesaria para que, en conjunto o por separado, ambas conserven el enorme valor artístico y cultural que tienen.  

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