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El último disco de Arctic Monkeys

Después de AM, su disco anterior, la banda británica de indie rock regresa con su sexto álbum, cuyo título alude al nombre que los tripulantes de la Apolo 11 le dieron al sitio de alunizaje de la nave en el Mar de la Tranquilidad. El grupo nacido en Sheffield, Inglaterra, había publicado cinco trabajos en solo siete años, casi tantos como los de este hiato discográfico iniciado en 2013. Quizá podría hablarse ahora de la banda de indie rock que devino en exponente de cierto pop etéreo, pero tal vez sea adelantarse demasiado a lo que vendrá por un solo disco.

Para llegar a este punto, Tranquility Base Hotel & Casino, el líder de los Arctic Monkeys, Alex Turner, pasó por una etapa de consumidor de ciencia ficción de los 60 a los 80 y al mismo tiempo se compró un piano, que lo abdujo musicalmente y está más que presente en la composición y en el sonido de los temas del nuevo álbum. Así, las guitarras siempre vibrantes de los anteriores cinco discos quedan a menudo en un segundo plano, mientras la voz de Turner se transmuta por momentos en la de un cantante pop, e incluso glam, y en otros en la de un crooner clásico, menos intenso y más expresivo. Es decir, hubo pérdidas y ganancias en la banda con los cambios de su voz cantante y compositor principal que de hecho, dicen, especuló con estas once canciones como posible material para un hipotético primer disco solista después del EP Submarine, de 2011. Aunque también pudo haber sido una nueva entrega de The Last Shadow Puppets, su proyecto paralelo a los Arctic Monkeys.

Todo este consumo retro, más el cambio de instrumento a la hora de componer, convierten al disco en una novedad que fans y crítica recibieron con sorpresa y, en algunos casos, recelo (en Four Out of Five alude a los críticos de manera más que irónica), como suele suceder con los artistas exitosos que buscan nuevas formas de expresión aun a riesgo de perder consideración y audiencia. El cambio se advierte rápidamente en el sonido, pero también está presente en las letras. Ya de entrada adelanta lo que habrá de escucharse, cuando en Star Treatment dice “Yo solo quería ser uno de los Strokes/ ahora mirá el desastre que me hiciste hacer”. O en las menciones más o menos directas a la realidad de su país y de la sociedad de consumo: “El líder del mundo libre/ te recuerda a un luchador que usaba unos calzoncillos dorados bien apretados” (Golden Trunks), “Mamá quiere algunas respuestas/ ¿recordás dónde todo empezó a ir mal?/ los avances tecnológicos realmente me ponen en onda” (Tranquility Base Hotel & Casino).

En términos musicales, el disco es más diverso que los anteriores de la banda y de algún modo también más intimista, más de cámara y, cómo no, más original, con puntos altos como One Point Perspective, Batphone y The Ultracheese. La incógnita es qué camino tomará la banda a partir de este álbum o, en todo caso, qué camino tomará Alex Turner, que ahora parece dispuesto al cambio como compositor y como cantante de medio tono. Habrá que estar atentos.

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