Entrevista a Atilio Borón

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A pocas horas de volver de Venezuela, en donde concurrió a la conmemoración del segundo aniversario de la muerte de Hugo Chávez, el sociólogo y politólogo argentino Atilio Borón (también director del Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales del CCC Floreal Gorini), conversó con Revista Cabal para referirse a la situación de ese país y la muy delicada emergencia en que lo coloca el hecho de haber sido considerado por Estados Unidos como una grave amenaza a su seguridad nacional. Lo que sigue es una síntesis de la conversación mantenida con Boron y algunas de sus conclusiones.

    Venezuela está en estado de alerta. Y América Latina también. Hace pocos días, y en un lenguaje inusualmente duro, el presidente Barack Obama definió a la patria de Bolívar como un peligro grave a su seguridad nacional y su política exterior. Este tipo de declaraciones, como ha quedado en claro en otras oportunidades (Vietnam, Panamá, Irak, Libia, por dar solo algunos nombres), suele ser el preámbulo de operaciones militares de agresión. No es pues infundado el estado de alarma que se disemina por la región y en la propia nación que preside Nicolás Maduro, que en estos días había entrado en una etapa de verdadera movilización. Frente a la caracterización de Washington, Maduro respondió: “Somos un pueblo pacifista, democrático, humanista, que tiene una política internacional en búsqueda del entendimiento, la paz y la convivencia. Mientras que Estados Unidos sale en la Fox News como grandes demócratas y son genocidas.”

   Interrogado sobre si el momento de Venezuela le parece realmente crítico y si lo de los Estados Unidos no será una simple bravata para presionar a ceder a algunas de sus presiones, Boron contestó: “La situación es muy delicada, porque la nación bolivariana está siendo víctima desde hace bastante tiempo de un atentado tras otro de terrorismo económico, procedimiento que se combina con una operación permanente de terrorismo mediático, en un contexto donde las fuerzas adversas al gobierno cuenta con el apoyo de una  abrumadora mayoría de los medios de comunicación. Y la fuerza que está detrás de este acoso de la oposición venezolana y lo promueve es Estados Unidos. Esto lo confirma con transparencia esta ‘decisión ejecutiva’ (executive board le llaman en inglés) tomada por el presidente Obama, cuya virulencia verbal es aún peor que la usada en el caso de Libia. De modo que, y contestando a la segunda parte de la pregunta, diría que estamos en presencia de un dictamen muy grave, que podría convertirse en una invasión directa o incluso un autoatentado de esos que fabrican los norteamericanos –la historia está llena de estos casos- para justificarla. Yo no minimizaría para nada la peligrosidad de lo que entraña la declaración de la Casa Blanca.”

      Respecto de la situación económica de Venezuela, Boron hace una descripción realista y sin pliegues ocultos: “Allí se han generado algunos problemas de abastecimiento y de otra naturaleza en la población, que en parte ellos tienen que ver con el legado de una economía de carácter eminentemente rentístico, basada en lo fundamental en la riqueza petrolera, que no se ha logrado aún revertir. Por otra parte, la campaña informática persistente y feroz ha logrado con su política alarmista calar en el ánimo de muchas personas, creándoles pánico ante cualquier rumor de la posible falta de un producto. Un ejemplo. En enero pasado, solo en ese mes, las farmacias vendieron un número de medicamentos equivalente a todo lo que habían vendido en el año 2014. Se produjo la noticia de que iban a faltar medicamentos y la gente salió a comprar drogas, penicilina, alcohol, algodón y otras cosas para acaparar ante la posible falta de abastecimiento de algo. Por momentos es como una psicosis que es muy difícil de contrarrestar.”

    ¿Pero no hay productos básicos?, preguntamos a Boron: “Es que se trata más de un problema relacionado con que los productos están escondidos y no se pueden conseguir, que de la inexistencia de ellos. Como pasó en el Chile de Salvador Allende, es una réplica idéntica del modelo de desestabilización económica. Constituye un tema de desabastecimiento programado. No es que desaparece todo. De repente desaparece el papel higiénico, mañana la harina pan, que es la que usan ellos para hacer las arepas, que es la comida nacional, después la toalla femenina, luego un champú, cosas que molestan mucho a la población, porque son artículos de primera necesidad y de los cuales no se pueden prescindir. Entonces, ¿qué hacer? Habría que neutralizar esa campaña, para lo cual se necesitan cantidad de recursos. Pero, imaginémonos: si en un mes se compró todo lo del año, ¿cómo se hace para enfrentar eso? Así que es difícil enfrentar este asunto.”

    Boron admite que el gobierno durante la aplicación de sus planes económicos puede haber cometido errores. “Pero no hay gobierno que no los cometa –dice-. De manera tal que no es nada anómalo, pero esos errores resaltan más debido a estos otros factores que perturban el ciclo económico.” En estos días, y como parte de las medidas impulsadas para evitar la falta de productos, el gobierno de Caracas anunció la instalación de 20.000 terminales de registro biométrico (captahuellas) en supermercados estatales y privados con el objeto de evitar compras especulativas en medio del desabastecimiento de productos de consumo básico que sufre el país. Con este sistema se intentará evitar lo que los venezolanos llaman “bachaqueo”, compra de productos de precios regulados para revenderlos más caros. Como se ve, en todos lados se cuecen habas. 

Con un nuevo calendario electoral para septiembre o alguna fecha cercana para renovar parte del cuerpo de legisladores y frente cierto descontento que se nota por los problemas económicos, preguntamos a Boron si el gobierno corre el riesgo de perder la contienda, nuestro entrevistado informa: “Hay pocos datos serios sobre posibles tendencias del electorado, pero uno de los estudios más confiables que existen, y que no pertenece a una encuestadora que sea afín al gobierno, sostiene que se da la siguiente situación: el 85 por ciento de la población se expresa  insatisfecha con la situación económica del país, pero cuando le preguntan a esa misma gente si en las elecciones apoyará a la oposición o al gobierno, el 53 por ciento dice que votará al gobierno. O sea que, de alguna manera, la gente percibe que su malestar económico no se debe exclusivamente a los errores del gobierno sino que hay una campaña de terrorismo económico que está debilitando considerablemente la gestión del gobierno. Por otra parte, hemos enumerado algunas dificultades, pero hay que aclarar también que el gobierno ha resuelto con acierto el problema de los consumos populares. Estuve en la primera semana de marzo en Caracas y, por supuesto había algunas colas para ciertos productos, pero no era el universo de colas que se veían en algunos momentos en la Unión Soviética, por ejemplo. En determinados días, acá y allá, se notaban algunas colas, pero los mercados populares, el Mercal funcionaba bastante bien. Los productos básicos no procesados se consiguen sin ninguna dificultad, el problema es cuando se tiene que conseguir la harina empaquetada, el café, pero si se quiere en el Mercal comprar fruta, verdura, legumbres, hortalizas, de eso hay. El Mercal es una gran cadena de supermercados populares creados por el gobierno bolivariano para satisfacer los consumos de los sectores más desprotegidos. Ahora, cuando la clase media quiere conseguir algún producto importado allí la cosa cambia.”

      Luego de la declaración del presidente norteamericano, infinidad de Estados de la región contestaron en distinto tono, pero todos condenatorios de la decisión de Obama. Cerca de mediados de mes de marzo se estaban reuniendo los cancilleres de UNASUR no solo para analizar el hecho sino para preparar una reunión de presidentes de países de América Latina. Boron considera que la decisión ha sido lenta, sin los rápidos reflejos, incluso fulminantes, que hubo en otras situaciones de crisis en países hermanos, como la que sufrió Rafael Correa o la de Evo Morales. Según afirma, cada minuto, puede llegar a valer oro. Y atribuye ese comportamiento a las dificultades por las que pasan distintos países, sobre todo en el Cono Sur (Argentina y Brasil, entre ellos) y a cierto debilitamiento del proceso de integración y unificación continental, sobre todo después de la muerte de Hugo Chávez, que era un motor fundamental de esa iniciativa.

     “Estados Unidos ha vuelto con fuerza a la idea de recuperar el control de América Latina, después de haberla perdido durante casi veinte años –comenta Boron-, precisamente por el efecto expansivo de los movimientos de transformación que comenzaron por el chavismo y que ahora, antes de que sea demasiado tarde, los pueblos y gobiernos de América Latina tendrían que tratar de defender con decisión afianzando su unidad porque, de lo contrario, podría comenzar una nueva travesía en el desierto, como la de los noventa, y la ruta hacia la total subordinación a los Estados Unidos estará abierta como posibilidad cierta. Hay, sin embargo, una experiencia valiosísima que se ha acumulado en estos años. Y yo confío en que se podrá capitalizar y a través de ella salir airosos de estos desafíos, pero no será sin lucha y mucho esfuerzo. La caída de Venezuela repercutiría sobre nuestros países. Si Estados Unidos tuviera éxito en aplicar un golpe al estilo hondureño y poner en Venezuela un monigote, inmediatamente vendría por Argentina y Brasil.  Porque de ese modo tendría las manos libres para trabajar en los dos escenarios que tienen como prioritarios hoy: el Medio Oriente y Ucrania.”
                                                                                                           A.C.