Entrevista a Eduardo Sacheri

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“Cuento historias extraordinarias de personas ordinarias, aventuras de gente común”

Fútbol y literatura son dos constantes en la vida de Eduardo Sacheri: los libros lo acompañan desde los cuatro años, cuando su hermana le enseñó a leer y escribir, mucho antes de ingresar a la primaria; desde entonces ha sido un lector voraz, que disfruta la lectura como pocas otras cosas. El fútbol, leit motiv de buena parte de sus escritos, lo es desde que su papá -que murió cuando él tenía 10 años- le transmitió la pasión por el deporte que aún practica. Fanáticos de Independiente, ambos solían ver fútbol juntos, por televisión. Entonces,  llenaban el comedor de la casa familiar de  trapos rojos y se ponían la camiseta de su equipo, fingiendo que estaban en la tribuna del club. No resulta casual, desde este punto de vista, que los lectores de Sacheri identifiquen sus ficciones con sus dos amores primarios, la pelota y los libros, y sobre todo con una capacidad de observación que también parecen haberle provisto aquellas primeras pasiones.

No casualmente, el deporte le daría eso que él define: “El deporte, y sobre todo el fútbol,  te da una suerte de una matriz para interpretar la vida. Los futboleros decodificamos la vida a través del fútbol, en la cancha se ven las cosas más esenciales”, asegura él, en diálogo con Revista Cabal Digital.

Aquel chico que  creció en un barrio suburbano del oeste, no soñaba ni  remotamente con la posibilidad de convertirse en escritor. Pasarían muchos años hasta que se decidiera a estudiar la Licenciatura en Historia, y muchos más para que finalmente se animara a escribir los primeros cuentos. “Durante muchos años me dediqué a vivir y a mirar. Después uno tiene la posibilidad de generar cosas, en mi caso de recuperar o imaginar historias de gente como yo, seres ordinarios que pueden atravesar situaciones extraordinarias, para compartirlas con otros”.

El tiempo que no juega a su deporte favorito, Sacheri lo dedica a escribir y a ejercer la docencia como profesor de Historia en escuelas secundarias de la Zona Oeste, donde nació hace 45 años. “Sigo enseñando aunque cada vez menos cantidad de horas: mi vida es cada vez más la escritura, los libros, los guiones de cine”, explica él.

-¿Cuáles recordás como tus primeras lecturas, y cuáles mencionarías entre las que más te marcaron?
-De chico me encantaban los libros de aventuras: Salgari y Julio Verne. Después, Cortázar me marcó a fuego. En la adolescencia descubrí sus cuentos y me maravillaron, me recibí de lector adulto con él, a los 16. Ernesto Sábato en su momento también me impactó. García Márquez, Vargas Llosa. Graham Green me fascina también. Descubrí un mundo en los libros, y esa fascinación dura hasta hoy. Después, muchos otros. Grandes como Fontanarrosa o Soriano. Entre los más jóvenes, Marcelo Birmajer o Guillermo Martínez me gustan también.

-¿Recordás el momento en que sentiste que vos también tenías deseos o necesidad de escribir ficción?
-Fue de grande, no me pasó durante la adolescencia. El mío no es el caso del escritor que tuvo su vocación desde siempre ni el del que se soñaba artista, ocurrió muy naturalmente, a los 25 ó 26 años. Había terminado de estudiar ya mi Licenciatura en Historia, tenía más tiempo libre para volver a leer ficción y sentí ganas de escribir historias que no veía escritas, historias que me representaran o que representaran el mundo en el que yo vivo y en el que crecí. Así fue como empecé, de manera absolutamente vocacional, sin la intención de publicar nada. No es que me sintiera capacitado para contarle nada a nadie, ni de aportar nada que otros no pudieran, fue sencillamente el deseo de escribir sobre lo que conocía. Nunca soñé con convertirme en escritor. Empecé a escribir como un pasatiempo, como un ejercicio de catarsis, como un modo de sacar a ventilar mis miedos, mis angustias, mis obsesiones.

-¿Tampoco tenía un lector en mente?
-La verdad que no, escribía sobre lo que veía, me asombraba o me dolía pero no con la intención de hacer literatura seria. Empecé a escribir para un público reducido,  mi mujer y mis amigos. Como algunos de mis cuentos tenían que ver con el fútbol, le envié algunos a Alejandro Apo, que conducía Todo por afecto por Continental.

Apo leyó algunos de sus cuentos en radio: ese primer empujón atrajo lo que vino después. Sacheri publicó su primer libro, Esperándolo a Tito y otros cuentos de fútbol (2000), y a partir del éxito de esa obra, pudo publicar otros. En 2001 apareció Te conozco Mendizábal. Después vendrían Lo raro empezó después, cuentos de fútbol y otros relatos (2004), Un viejo que se pone de pie y otros cuentos (2007), y las novelas La pregunta de sus ojos (2005; Alfaguara, 2009), adaptada al cine por Sacheri y Juan José Campanella. El secreto de sus ojos –ese es el título de la película, que vieron dos millones y medio de personas- les valió nada menos que un Oscar a la Mejor Película Extranjera, y significó el ingreso de Sacheri a las listas de best sellers.

Completan su obra Aráoz y la verdad (Alfaguara, 2008) y Papeles en el viento (2011), su última novela publicada, en la que narra las peripecias de cuatro amigos que sufren la pena de ver morir a uno de ellos: el Mono no sólo dejó a una huérfana a la que los sobrevivientes quieren asegurarle un futuro, sino que su única herencia es el pase de un delantero de fútbol que ya no mete goles. El director Juan Taratuto llevará esta historia al cine, en un modelo de escritura de guión compartido similar al que usó con Campanella, con quien Sacheri sigue trabajando en la película de animación para chicos Metegol I - basada en un cuento de Roberto Fontanarrosa, Memorias de un wing derecho, cuyo estreno está previsto para abril o mayo del 2013-, y Metegol II. Por estos días, dan forma al guión de esta segunda parte de la saga.


-Si analizás tu obra en retrospectiva, ¿cuáles dirías que son las historias que como escritor te interesa contar?
-Todos mis libros reflejan de un modo u otro el mundo en el que yo vivo: Castelar, Ituzaingó, las cosas que pasan en la provincia de Buenos Aires, de donde soy. Las que escribo son historias de gente común y corriente a la que, de vez en cuando, le toca enfrentar situaciones extraordinarias. Diría que me interesan las historias extraordinarias de personas ordinarias, las aventuras de la gente común. Entiendo que la vida de cualquiera de nosotros, bien mirada o mirada con atención, está plagada de situaciones asombrosas, emotivas, dolorosas, que merecen ser contadas y en las que muchos otros pueden reconocerse.

-¿Te sentís un escritor costumbrista, en el sentido de que retratás, e interpretás a tu modo, las costumbres de un determinado grupo social, representativo de un lugar y un tiempo?
-Mirado así, no me molesta que me definan como escritor costumbrista. Aunque no me siento cómodo con las etiquetas, que casi siempre son condicionantes y limitan más de lo que aportan. Trato de evitarlas, no me gusta cuando se identifica a tal persona como parte de una escuela o un determinado movimiento, por ejemplo. Creo que se trata de recorridos personales, en virtud de objetivos más o menos azarosos que pueden ir modificándose a través del tiempo.

-Es notoria la empatía que sienten los lectores de tus libros con tus personajes: es común oírlos jurar que vivieron historias similares a las que narrás o que conocen a alguien idéntico a alguno de tus personajes. ¿Ese es un efecto buscado al momento de construir a tus personajes, o una consecuencia casual de los ambientes que conocés bien y recreás?
-No es buscado,  creo que tiene que ver con que conozco ciertos ambientes –el del grupo de amigos, el del fútbol etc…- y eso lleva naturalmente a que los lectores se identifiquen con lo que leen. No podría escribir de otro modo porque cuento lo que conozco, y eso que conozco a su vez es conocido para muchos otros. En realidad, escribo sobre lo mismo que escribían los griegos hace siglos -el destino, la libertad, la muerte, el amor, la justicia, la solidaridad, el egoísmo-, pero intentando sacarles solemnidad y grandilocuencia. Intento que esos grandes temas se jueguen en tramas pequeñas y sencillas, como se juegan en la vida cotidiana.

Perfil del autor
Eduardo Sacheri nació en Buenos Aires en 1967. Profesor y licenciado en Historia,  ejerce la docencia universitaria y secundaria. Publicó los libros de relatos Esperándolo a Tito y otros cuentos de fútbol (2000), Te conozco, Mendizábal y otros cuentos (2001), Lo raro empezó después, cuentos de fútbol y otros relatos (2004), Un viejo que se pone de pie y otros cuentos (2007), y las novelas La pregunta de sus ojos (2005; Alfaguara, 2009) y Aráoz y la verdad (Alfaguara, 2008). Colabora en diarios y revistas nacionales e internacionales. Su novela La pregunta de sus ojos fue llevada al cine por Juan José Campanella, con el nombre El secreto de sus ojos, film que se convirtió en una de las películas más exitosas de la historia del cine argentino, fue distinguido con numerosos premios, entre los que se destaca el Oscar a la mejor película extranjera (2010), y cuyo guión estuvo a cargo de Sacheri y Campanella. Aráoz y la verdad fue adaptada al teatro por Gabriela Izcovich y protagonizada por Luis Brandoni y Diego Peretti. Algunas de sus narraciones han sido publicadas en medios gráficos de la Argentina, Colombia y España, e incluidas por el Ministerio de Educación de la Nación en sus campañas de estímulo de la lectura. Su obra ha sido traducida a más de veinte idiomas.

 

 

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