Entrevista a Gerardo Romano



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Más sosegado que en los revoltosos años noventa, el actor abogado reestrenó el monólogo teatral Un judío común y corriente y pronto se lo verá por la Televisión Pública Argentina con El Marginal

 

 

Nunca pasa desapercibido. Si algo no puede decirse de Gerardo Romano es que se trata de un hombre que suela callarse la boca. No lo hace en el escenario, donde suele representar personajes bien verborrágicos y no lo hace tampoco en la vida cotidiana, donde más de una vez lo hemos visto discutir con algún periodista. Tal vez sea su formación de abogado, que ejerció durante diez años antes de consagrarse como actor, la que explique esa faceta justiciera que parece llevar encima y que no cuesta mucho que se encienda. Apareció, por ejemplo, hace exactamente dos años, cuando primero ayudó a detener a un ladrón en el barrio de Palermo, para enseguida evitar que algunos vecinos lo lincharan una vez reducido.

Sus inicios actorales se remontan a mediados de la década del 70, cuando a los 30 años se encontró viejo para seguir jugando al rugby en la primera del Club Olivos y cuando el golpe militar de 1976 no auguraba un buen clima para seguir militando en FORPE (Fuerza para la Organización Revolucionaria Peronista). Más allá de su trabajo como sumariante en el Ministerio de Justicia de la Nación, Gerardo sintió que necesitaba alguna actividad que reemplazara a aquellas que debía abandonar. Así fue como cayó en una clase de teatro y se quedó para siempre en el rubro.

No le costó mucho destacarse al flamante actor, ya que debutó en 1976 en la obra Juegos a la hora de la siesta (prohibida prontamente por el gobierno militar). Enseguida vino Posdata, tu gato ha muerto, con Luis Brandoni, y el suceso que tuvo le abrió las puertas de la televisión. 

La pantalla, que por entonces era todavía chica, lo tuvo como figurita repetida en la década del 80. Sin embargo, el trabajo que más lo marcó, según él mismo reconoce, fue la película Miss Mary, estrenada en 1986. Dirigida por María Luisa Bemberg y con actuaciones de Julie Christie, Nacha Guevara, Eduardo Pavlovsky y Luisina Brando, entre otros, cuenta la historia de una familia perteneciente a la oligarquía nacional que debe enfrentarse a la llegada de Juan Domingo Perón en 1945.

Si en los 80 Romano se consolidó como actor de primer nivel, los 90 fueron pura provocación. En 1992 ganó el Martín Fierro al mejor actor por su actuación en la recordada miniserie de Jorge Maestro y Sergio Vainman Zona de Riesgo. El éxito lo puso en primer plano y no le costó mucho ganarse el mote de "sex symbol". Lejos de renegar, Romano aceptó salir en la tapa de la Revista Playboy junto a dos modelos en 1993.

Aquellos desmedidos años menemistas terminaron con la gran crisis política y económica de 2001, tras la cual Gerardo decidió radicarse en Uruguay y reconectarse con una vida más cercana a lo natural. Menos exposición, sin embargo, no significó menos trabajo. Mientras espera el estreno en mayo de la serie de televisión El Marginal, sigue presentando el unipersonal Un judío común y corriente en el Chacarerean Teatre los viernes y sábados a las 21.