Claudio Tolcachir: “Me resulta atractivo trabajar en el filo entre el dolor y el humor”



Entrevistas

Claudio Tolcachir es un apasionado por el mundo del teatro y se conecta con él desde todas sus formas: trabaja como actor, director, dramaturgo y docente. En su rol de actor, formó parte del elenco de obras como De Rigurosa Etiqueta y El juego del bebé, en tanto que dirigió y escribió piezas como Tercer Cuerpo y la multipremiada La omisión de la familia Coleman. Cabal Digital conversó con él en Timbre 4, una casa antigua del barrio de Boedo que convirtió, junto con amigos, en su teatro y desde hace diez años es un espacio referente del teatro independiente. Discípulo de Alejandra Boero y Juan Carlos Gené, Claudio Tolcachir es uno de los realizadores más prolíficos del teatro independiente nacional. 

Cabal Digital: ¿Qué pasión se instaló primero en usted: la actuación, la dirección o la docencia? ¿Llegaron prácticamente al mismo tiempo o una disciplina fue dando lugar a la otra?
Claudio Tolcachir: Yo descubrí el teatro desde la actuación cuando era muy chico, a los nueve o diez años. Si bien era un pibe muy tímido, con dificultad para comunicarme con los otros, en el teatro sí se abrían los canales de comunicación, de imaginación y de juego. Creo que de alguna manera mi salvación fue el teatro porque fue el espacio en donde yo pude comunicarme, en donde pude salir hacia afuera de mí mismo. Después de aquel primer amor que fue la actuación vino la docencia, y a través de la docencia el descubrimiento de la dirección y la dramaturgia.

En sus inicios como actor trabajo con grandes directores como Daniel Veronese, Norma Aleandro, Carlos Gandolfo y Roberto Villanueva, ¿qué es lo mejor que le dejó esa experiencia teatral; qué aprendió de esas vivencias?
A los 17, 18 años, cuando estaba terminando mis estudios como actor, tuve la suerte de empezar a trabajar con continuidad hasta hace unos dos años que ya estoy más dedicado a la dirección y que por los viajes que realizo no estoy actuando. Y en aquella época me tocó conocer mucha gente, algunos que ya no están como Gandolfo o Juan Carlos Gené, Alejandra Boero…que eran maestros y tenían miradas muy distintas para el teatro, así que yo disfrutaba mucho de actuar pero también me colgaba mucho observando cómo pensaban, cómo trabajaban con los actores. Después conocí a Norma Aleandro, primero como compañera, después como actor y luego me tocó dirigirla, o a Daniel Veronese quien nos revolucionó la cabeza con su teatro. Tuve la posibilidad de conocer en vivo a mucha gente que posiblemente el día de mañana esté en los libros y pude hacer extractos de cada uno.  

Timbre 4 cumple diez años y hoy considerado un referente del teatro independiente, ¿recuerda cómo fueron los primeros pasos?
En pleno 2001, mientras que todos corrían de acá para allá con los créditos hipotecarios y los cacerolazos, yo me mudé al barrio de Boedo con la idea de tener una sala de ensayo en donde poder dar clases, entrenarnos y ensayar; después comenzamos a preparar una obra, que tenemos ganas de retomar prontamente que se llamó Jamón del diablo, que era una especie de cabaret, y como no conseguíamos un espacio que fuese al mismo tiempo teatro y cabaret, o un bar, porque era algo bastante particular, yo justamente estaba actuando con Norma Aleandro y ella me dijo “pero si vos tenés tu casa”, y yo le respondí “noo, pero si eso no es un teatro…”, a lo que ella insistió “bueno, si vos querés puede ser un teatro”. Y finalmente lo hicimos, empezamos a armar la sala, la consola de luces y nos pusimos a transformarlo en un teatro. Yo creo que fue una decisión intuitivamente muy sabia de inventarnos nosotros un proyecto. La verdad es que sucedieron muchas cosas muy rápido, siendo todos nosotros muy chicos, de esas cosas que uno sueña para toda una vida, así que veremos cómo sigue la cosa. Por suerte no es el sentido del éxito por un premio, por los viajes o por lo que te pueda ir bien o mal; creo que no nos modificó la esencia del por qué estábamos acá haciendo teatro; ahora estamos reunidos viendo cómo seguimos, qué programamos, qué desafío nos ponemos. El privilegio de tener un grupo de trabajo te mantiene cerca de tu eje: para laburar, para generarle trabajo a los otros, para plantear un nuevo desafío; y no estás vos solo sino que son muchas personas que responden al mismo proyecto; que todas las cosas que nos pasaron nos hayan pasado en grupo fue mejor y más sano para todos.

¿Cuáles son los temas centrales que hilvanan la mayoría de sus obras y por qué los elije?
Si encuentro un hilo conductor temático en mis obras creo que tiene que ver con personajes que no están del todo preparados para la vida, que hasta las situaciones más sencillas les resultan complicadas. Todos los personajes que me gustan construir son muy huérfanos de herramientas para poder enfrentar la vida y las cosas que hacen por lo general les salen muy mal, lo cual permite mucho humor sobre el dolor, y ese filo entre el humor y el dolor siempre me resultó atractivo.

¿Qué opinión le merece la situación socio política que viene atravesando la Argentina en los últimos años?
Me interesa la política y me interesa lo que pasa en mi país. El momento que estamos atravesando me parece súper interesante, contradictorio como son todos los momentos de transición, creo que salieron a la luz temas que son muy valiosos, en lo político, social y económico; se cambiaron ciertos paradigmas; hay cosas que me encantan y otras que no comparto, pero me gusta este momento.

¿Sobre qué se encuentra trabajando actualmente y cuáles son sus proyectos para el corto plazo?
Este año estamos movilizando cosas en relación a los diez años de Timbre 4; estamos con todas mis obras en cartel: El viento en un violín, La omisión de la familia Coleman y Tercer cuerpo. Sigo con Buena gente en el Teatro Liceo, dedicándome a las clases de teatro en la escuela de Timbre 4, un trabajo muy importante para mí porque es el nutriente de muchas cosas, y estoy en plan de escribir una nueva obra.