Entrevista a Hugo Paredero

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En Wikipedia uno puede leer de Hugo Paredero: periodista, escritor, autor teatral, guionista televisivo, editor cultural y crítico de cine y humor. Y es verdad, ninguna de esas condiciones falta en el curriculum de este profesional que comenzó su carrera hace 36 años en la mítica revista Humor. Habría tal vez que agregar que, gracias a todas esas habilidades, es también un excelente conductor de programas radiales, uno de los cuales, Por amor al arte, reinició en febrero en Radio Nacional con mucho éxito. Enterémonos por su propia boca de algunos aspectos de su sustanciosa carrera y de detalles relativos al programa y sus últimos trabajos bibliográficos. 

      Siempre hay buenas noticias que leer o escuchar. Una de ellas es que el 2 de febrero pasado volvió a Radio Nacional el programa Por amor al arte, creado y conducido históricamente por el  periodista y escritor Hugo Paredero, uno de los hombres más queridos y respetados –y con toda justicia- en esta profesión de pensar, escribir y hablar para los medios. Hacía nueve años, desde fines de 2005, que ese programa no se emitía en la emisora. Durante ese paréntesis, Hugo siguió conduciendo en Nacional otros espacios: Parrafus interruptus, Democracia. Ar y Estación futuro y participando como columnista de Espectáculos en Hoy más que nunca, que dirigía Eduardo Anguita. Este año, y después de negociar con las autoridades de la radio, logró que Por amor al arte recomenzara a emitirse, esta vez de lunes a viernes de 23 a 24 horas.


    El programa, que se propaló por primera vez en Radio del Plata un 5 de enero de 1991 y luego estuvo también en FM Palermo, en FM La Isla y en Radio Nacional desde 2002, fue realizado en distintas ocasiones, no siempre, por Hugo solo, sin colaboradores interviniendo al aire. En esta oportunidad, y bajo su conducción, tiene a distintos columnistas: Adrián Korol y Nora Anchart todos los días, Ana Jusid los lunes y jueves, el Chino Martínez Zemborain los miércoles, y el pianista Alejandro Weber los viernes. También son integrantes de él las productoras Silvana Avellaneda (también coordinadora) e Irene Roust, y Adriana  Baldessari, que organiza y produce el segmento Parrafus interruptus que, como parte de la agenda general del programa, se emite tres veces por semana.


     Hugo Paredero comenzó a hacer periodismo en la revista Humor, de la que llegó a ser uno de sus redactores más conocidos, en marzo de 1979, en plena dictadura. Había estudiado antes actuación y estaba hace un año y medio estudiando dramaturgia con Ricardo Monti, lo cual indica una clara vocación hacia la escritura. Sin embargo, ignoraba que su destino pudiera ser el periodismo. Pero quisieron las circunstancias que un amigo, fascinado por su humor para contar las obras o películas que veía, le viera pasta para escribir y lo recomendara a aquella legendaria publicación, que lo incorporó en la fecha apuntada. Y así comenzó su carrera de periodista, que, viniendo de una formación artística, apuntó hacia la crítica cinematográfica y teatral. Su romance con la radio tuvo origen unos años después, al empezar a trabajar en el programa Hacelo conmigo en Radio Belgrano, en 1987 aproximadamente, ya en plena democracia.


     Desde entonces no ha dejado de hacer radio en distintas emisoras, pero tampoco de escribir. Ha hecho distintos guiones televisivos y una obra de teatro (Siemprediva), colaboró en diversas publicaciones (Página 12, Play Boy, Caras y caretas, El Espectador, Perfil, Miradas al sur, entre otras) y escribió, sobre todo, varios libros, de los cuales los últimos son: ¿Cómo es un recuerdo? La dictadura contada por los chicos que la vivieron, Jorge Guinzburg. La inteligencia rebelde y más recientemente Vivir entre butacas. De la vocación a la profesión, una biografía escrita en colaboración con Carlos Ulanovsky sobre el productor teatral Carlos Rottemberg. Sobre fines de febrero visitamos a Paredero a su programa de radio Nacional y una vez terminado hablamos con él de algunas de sus experiencias como periodista para esta nota.


     Le preguntamos cómo ha recibido la audiencia la reaparición del programa. “No hay mediciones todavía, pero por la respuesta de los que llaman y comentan me doy cuenta que la gente recibió su vuelta con alegría y buena onda. A mí me gusta mucho hacerlo y tengo además excelentes columnistas”, contesta. “Por lo demás, dentro del programa está dos veces por semana Parrafus interruptus, que como sabes es un juego con la lectura de libros y el que acierta primero de qué texto se trata se lo lleva de regalo. Esa sección tiene seguidores fieles, porque lo he hecho durante muchos años. Llevo ya mil títulos leídos. Pero Por amor al arte está muy interesante también, porque siempre hay invitados a los que entrevistamos y columnistas que, como te digo, son profesionales de mucha calidad. Así que estoy muy feliz de estar haciendo el programa.”


      Sobre Parrafus interruptus, nuestro entrevistado agrega: “El mundo de la gente que lee no me deja nunca de asombrar. Es increíble, pero pocas veces hasta ahora ha transcurrido un programa sin que algún lector adivine de qué texto se trata. Solo cuarenta y cinco sobre mil no se acertó, lo que es un porcentaje muy pequeño. Algunos son lectores cultos, otros ocasionales y no faltan tampoco quienes, apelando rápidamente a Google –mediante la cita de una frase en el buscador-, logra acertar. Lo que me enternece mucho es cuando confiesan que han logrado su objetivo apelando a ese medio. “Confieso que he googleado”, podrían decir a la manera nerudiana. Durante años hemos leído a toda clase de autores, desde los más conocidos (Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Juan Carlos Onetti, Gabriel García Márquez y muchos otros), hasta quienes no disfrutan de tanta popularidad. A veces invitamos a la lectura a algún autor argentino vivo para que asista a la lectura y tampoco los lectores nos han defraudado en esas ocasiones, logrando reconocer al autor.”


    “Me acuerdo de un hombre –evoca- que adivinó la novela María, del colombiano Jorge Isaacs y nos dijo que era el único libro que leyó en su vida porque con él ayudó a su hija a preparar la materia Literatura, que se había llevado a examen. Otra vez, leí un cuento de la escritora brasileña Clarice Linspector y lo adivinó una señora que era empleada doméstica en Chivilcoy y a la que le había recomendado el libro su nieta una semana antes de que el programa lo eligiera. Un azar puro y duro. Y volviendo al tema del público, bueno, hay que tener en cuenta que existe mucha gente fanática de la radio. Nacional está muy bien, se posicionó mucho, estaba novena y ahora está cuarta en audiencia. Y esa mayor cantidad de oyentes la heredamos todos. Y después están viejos amigos de Por amor al arte, que son de todas las edades. Muy mayores, adultos, jóvenes, no tengo un estudio hecho, pero hay una gran diversidad etaria. Y tenemos Facebook y ahí colgamos los programas todos los días.”  


      Para el conductor de Por amor al arte, la radio y la escritura conviven con  naturalidad en su vida. “No solo porque sigo escribiendo libros o artículos periodísticos para publicaciones que me lo piden, sino porque todos los días comienzo el programa con un texto que elaboro yo.” El miércoles 25 de febrero, cuando visitamos el estudio, Paredero leyó un trabajo dedicado al supucai, el grito tan característico del chamamé y que tantos estados de ánimos expresa. Lo hizo en homenaje a San Martín en el día de su nacimiento, en Corrientes, una de las pocas provincias en donde esa forma tan típica de manifestar sentimientos todavía se practica mucho. Al día siguiente, el periodista abrió el programa con un hermoso texto del poeta, dramaturgo y escritor francés Victor Hugo, recordando también un aniversario de su natalicio.


 Respecto al libro escrito con Ulanovsky sobre Carlos Rottemberg, recientemente publicado, dijo: “Fue una experiencia que no tuvo nada en contra.  Escribir con un compañero como Ulanovsky fue ya una alegría, porque hacía tiempo que nos habíamos propuesto hacer algo juntos y este libro nos ofreció esa oportunidad. Y después Rottemberg es un personaje increíble, para aplaudirlo y admirarlo. ‘Qué cagada este libro, no encontramos a nadie que nos hable mal de vos, es un fracaso. ¿No te podemos difamar un poquito?’, le decíamos en broma. Es realmente un  tipo ejemplar, cuya vida merecía ser contada. Y asombra sobre todo porque es un empresario y no siempre los empresarios, y por distintas razones, tienen buena fama. Él, en cambio, es un  modelo de honestidad y actitud generosa, una persona que ha ayudado a muchos artistas, sin dejar de hacer su negocio. Hay que ver que es dueño de quince teatros. Con Ulanovsky armamos un método –en rigor lo diseñó él- que consistía en seleccionar varios temas y dedicarse cada uno al que más le gustaba. Después escribíamos y los viernes nos juntábamos para leernos los materiales y corregirnos. Algunos dicen que no se nota que es un libro escrito por dos. Por otra parte, Rottemberg tuvo una gran disposición para colaborar con nosotros en todo, le escribíamos a cualquier hora un mail pidiéndole información y al rato nos contestaba. Con Carlitos (Ulanovsky) decíamos que nos equivocamos en el título, que tendríamos que haberle puesto: ‘Él, el mejor de todos’, para contrastarlo con el libro de Jorge Rial: Yo, el peor de todos, tal vez hubiéramos vendido más. Gracias a este trabajo recorrimos los cuarenta últimos años del teatro argentino. Fue una verdadera panzada.”


     En el texto que Paredero leyó de Víctor Hugo, “Te deseo primero que ames”, el poeta aconseja algunas fórmulas para atravesar y moverse con más integridad y acierto en la vida: ser comprensivo con los otros, sensible frente a las injusticias y opresiones que sufren los desdichados de este mundo, cultivador consecuente de la amistad y el humor, inteligente para aceptar las críticas que nos mejoran. Son algunas de las que recomienda el autor de Los miserables, no todas. Esas, las que citamos, Hugo Paredero las cumple a diario con absoluta naturalidad, porque son parte de su manera de mirar el universo, la existencia y la relación con los semejantes. Qué suerte poder oírlo todas las noches dirigiendo de nuevo ese programa que tan bien lo expresa.
                                                                                  Alberto Catena