Entrevista a la actriz Emilia Mazer

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Se hizo conocida en la televisión aunque hace muchos años que vive del teatro, un terreno en el que al tiempo que protagoniza éxitos, escribe, dirige y da clases. 

En esa avalancha de necedades que por momentos se vuelve la televisión, escuchar a Emilia Mazer produce una cuota de sorpresa, la necesidad repentina de pararse y prestar atención o la impresión de que no todo tiene por qué ser banal en el ámbito de los medios. Tal vez porque se trata de una actriz que además de dejar el alma en cada papel, y de seguir apostando por la calidad en cada proyecto que encara, cuando habla dice cosas. No se refiere únicamente a ella, a lo que le pasó o a lo que siente. Observa el mundo, se pone aguda, forja una mirada  propia. Y no se guarda para sí el resultado. Dice cosas.

Mazer nació en las inmediaciones de la plaza Lavalle, ahí mismo entre el Cervantes, el Colón y las marquesinas de Corrientes. “Crecí en un barrio de teatros, no había manera de zafar de esto”, dijo alguna vez la actriz, dramaturga, directora y formadora de actores que a los ocho años convertía en guiones los cuentos que le daban a leer en la escuela y los representaba luego en el living de su casa, creando ella misma la escenografía y la iluminación.

Su carrera comenzó a brillar muy temprano en el cine (donde con solo 20 años protagonizó Sentimientos: Mirta, de Liniers a Estambul, una película sobre el exilio dirigida por un joven Jorge Coscia); aunque como sucede con tantos artistas la popularidad le llegó por la vía de la televisión y de la mano de títulos como Compromiso, Hombres de Ley, Atreverse y Zona de Riesgo -en un principio-, seguidos más tarde de éxitos del calibre de Nano (la telenovela en la que interpretó a la recordada villana Rosario y por la que llegaron a insultarla en la calle) y Verdad Consecuencia, el multipremiado unitario de Daniel Barone que rompió en los 90 los moldes de la ficción.

Pero hace mucho que Mazer vive del teatro. De enseñarlo en su estudio ubicado en el barrio de Núñez, de escribir y dirigir sus propias obras en el circuito independiente y de protagonizar éxitos como 8 mujeres (de José María Muscari), Eva y Victoria (dirigida por Daniel Cicaré y junto a Norma Pons) y La casa de Bernarda Alba, con dirección –otra vez- de Muscari. El inicio de este 2017 la encontró en el escenario del Regina, donde junto a María Fernanda Callejón, Gabriela Sari y Pata Echegoyen componen Acaloradas, una comedia dirigida por Ernesto Medela. La actriz es allí una mujer judía, en apariencia felizmente casada, que está organizando la boda de su hijo. “La obra tiene humor, es sensible e incluye momentos acariciadores para el alma femenina”, describió la puesta la propia Mazer.

La televisión es en su vida algo eventual, un condimento que cada tanto llega en la forma de algún papel desafiante en unitarios o participaciones especiales. Y así fue como últimamente se la pudo ver en El Hombre de tu vida (junto a Guillermo Francella y dirigida por Juan José Campanella), Conflictos Modernos (donde protagonizó una de las emisiones con Carlos Portaluppi) y La Celebración, el ciclo que la tuvo junto a Julieta Ortega y Marita Ballesteros en el capítulo titulado El funeral.

“Todo fue necesario para llegar hasta acá”, confesó hace poco la actriz durante una entrevista televisiva. “Todo trajo aprendizaje. Hay trabajos que me dieron cierta popularidad, o me permitieron arreglar la casa, o comprar un pasaje. Y eso también es válido. Pero yo no siento que haya vendido mucho mi alma. Tal vez me haya equivocado, o haya tenido que aceptar algo en momentos muy críticos para el país. Porque más allá del glamour, los actores somos laburantes”, señaló. Y concluyó: “No tenemos una vida tan distinta a la de todo el mundo”.