Entrevista a Mónica Villa

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La reconocida actriz acaba de publicar y presenta un libro de su autoría sobre el recordado dramaturgo José González Castillo. Y trabaja en una obra de José María Muscari, en el teatro Discépolo de La Plata, los fines de semana, mientras se prepara para reanudar su labor docente sobre historia de teatro en SAGAI. Todo eso, sin dejar de pensar de viajar a China, uno de sus grandes sueños para el cual se prepara intensamente estudiando el idioma mandarín. De todos estos temas nos informó en una charla cálida y muy entretenida Mónica Villa.

Existen autores que en literatura o teatro rompen el molde. En la Argentina, uno de ellos fue el rosarino José González Castillo (1885-1937), figura clave de la cultura nacional cuya producción artística dejó una trascendente huella tanto en el teatro como en el cine, la radio y la canción popular de su época. Para dicha de los que han valorado a este creador como para aquellos que quieran conocer su obra más en profundidad, acaba de aparecer el trabajo más sólido que se haya escrito hasta ahora sobre su itinerario estético y su papel en la cultura del país. Se trata de José González Castillo. Militante de lo popular, libro perteneciente a la conocida y talentosa actriz Mónica Villa, que ha publicado Editorial Corregidor.

     A través de un recorrido minucioso e iluminador, el libro –resultado de la Tesis de Maestría en Teatro Argentino y Latinoamericano de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, que la actriz cursó en la cátedra de Osvaldo Pellettieri- realiza una exhaustiva revisión y clasificación de la obra de José González Castillo, unas setenta piezas incluyendo los radioteatros, y rastrea en las que se perdieron, unas veinte. Pero avanza también sobre otros aspectos de la existencia de ese creador, en su militancia anarquista o la constitución de la Universidad Popular de Boedo, de la que fue fundador, o de la Peña Pacha-Camac. Un libro apasionante que todo amante del teatro o la cultura del país debería leer.

     Feliz con la publicación, que se presentó hace pocas semanas, Mónica conversó sobre él y otras actividades suyas con Revista Cabal en un bar de Caballito. “José González Castillo fue un verdadero pionero de nuestra cultura y un artista fascinante, realmente preocupado por la injusticia y la defensa de los sectores de la sociedad más desprotegidos. Lo atractivo de su proyecto creador fue además su afán totalizador. Por eso su labor no se agota en la actividad escénica. Algunas de sus letras de tango son inolvidables. Me apasionó poder indagar en su vida y su existencia”, dijo al comenzar el diálogo.

     Mónica, que actualmente está trabajando con mucha repercusión en una versión teatral de José María Muscari de La jaula de las locas en La Plata, realizó recientemente en la sede de SAGAI (Sociedad Argentina de Gestión de Actores Intérpretes) un seminario sobre otro autor clave de la literatura argentina: Roberto Arlt. Le preguntamos sobre ese encuentro y nos contó: “He dado en SAGAI el año pasado clases para actores sobre historia del teatro argentino. Y este año me llamaron para hablar de Roberto Arlt y Los siete locos, pero contrapropuse exponer sobre la obra teatral de ese creador y no la literaria, sobre la cual pueden exponer mejor otros especialistas. Y la charla tuvo muy buena acogida, al punto que sus asistentes dijeron que pedirían a las autoridades de la entidad poder continuarla con otro encuentro. Arlt es uno de los grandes dramaturgos del siglo pasado que se corrieron de la norma, como Francisco Defilippis Novoa o Samuel Eichelbaum, pero no hicieron escuela. Armando Discépolo fue el genio que todos conocemos, pero su teatro fue la culminación de algo que ya se venía desarrollando: el sainete. Estos, en cambio, intentaron cambiar el registro, pero no tuvieron seguidores. Una pena”

    Agregó también que el año próximo dará un seminario sobre sainete y grotesco en SAGAI, además de retomar los de historia de teatro. “Trato de mostrarles a los actores por qué llegamos a González Pacheco, Discépolo, Defilippis Novoa. No es que esos grandes talentos aparecieron porque sí, espontáneamente, había ya un caldo de cultivo en la sociedad argentina que permitió esa emergencia, un contexto histórico. Era una sociedad en formación, donde la aparición del inmigrante produjo un cambio importante. Pasaron muchos hechos relevantes para que surgiera ese teatro extraordinario que tuvimos. Sino parece que las cosas ocurren de casualidad. Con los actores pasa lo mismo. Además de los actores populares de los años treinta, las mejores generaciones son fruto de su formación en el Conservatorio Nacional de Arte Dramático, la entidad dirigida por Cunill Cabanellas. Era una escuela con un propósito muy claro: la formación del actor y para eso eligió a los mejores maestros. Dabas un examen de ingreso difícil, había una selección. Y de allí salieron los mejores, desde Alfredo Alcón hasta Antonio Gasalla. No sucedió, como digo, por azar”, describió.

     Un detalle extraordinario de Mónica Villa es, además de su talento, su preparación, no solo la académica. Es una lectora voraz y muy curiosa, como lo demuestra que al ingresar a la carrera de actriz a los 17 años, en los cursos de Heddy Crilla, ya se había leído las obras completas de Moliere, Shakespeare y otros autores. En la actualidad, entre sus muchos temas de interés, uno predominante es el estudio del idioma chino, aprendizaje en el cual está muy avanzada. Su sueño es, cuando maneje el discurso oral con destreza, poder viajar a China y conocer esa civilización que la hechiza. “Tengo esperanzas en que haré ese viaje –confesó-. Me gustaría visitar algunos lugares que todavía están intactos, tal como eran en el año 400. La apertura a Occidente provocó la destrucción de muchos sitios históricos, pero algunos quedan. Es triste ver como la humanidad pierde su memoria a través de la destrucción de reliquias del pasado como ha ocurrido con las guerras en Siria, Irak o Afganistán. Me gustaría también visitar galerías de arte y charlar con pintores chinos contemporáneos que me agradan mucho e ir a escuelas de teatro. En este momento estoy profundizando mi vocabulario teatral para poder comunicarme bien con esas personas.”

     Un rasgo que Mónica declaró respetar de los chinos es el respeto que han conservado sobre su identidad. “Ellos se sientan a negociar y dicen hasta acá –comentó-. Es impresionante ver como toman adelantos que les interesan sin renunciar a su identidad. Esto se nota mucho en las telenovelas, muchas de las cuales he visto, no solo para practicar el idioma, sino para conocer cómo se actúa allá, qué se hace en materia de miniseries. Hace poco vi Peregrinación hacia el Oeste, que en rigor es una recreación de un clásico, La historia del Rey Mono, una novela popular que vendría a ocupar lo que para los ingleses fueron Los cuentos de Canterbury. Es una serie muy bien hecha, con muchos efectos y entretenida, pero a la vez con encanto narrativo y reflexiones inteligentes. Mezclan a la perfección los recursos técnicos que aprendieron de Occidente con el conocimiento profundo de su propia historia y literatura y lo hacen en sus escenarios originales. Y lo que resulta de eso es fantástico. Tienen actores muy buenos, otros no, son muy risibles, antiguos. Pero algunos de sus actores poseen un ángel, un carisma que dan ganas de estar actuando allá.”

      Pepe Soriano, el presidente de SAGAI, le contó hace poco que leyendo al poeta nicaragüense Ernesto Cardenal encontró una frase que afirma que, cuando alguien tiene un deseo muy profundo en el corazón y la mente, y piensa constantemente en él, finalmente se cumple. Mónica desea y piensa mucho en viajar a China. No hay dudas que lo hará.