Estrés en jóvenes y niños

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El estrés es el estado mental que resulta de una situación de peligro o exigencia desmedida a la que el cuerpo no puede adaptarse. En la actualidad, los chicos y jóvenes se ven afectados en la misma proporción que los adultos y el dato preocupa a los padres, docentes y profesionales de la salud mental. Cómo reconocer los síntomas y qué hacer cuando se manifiestan. Ivana Carena, Psicoanalista especializada en Niños aporta datos claves sobre el tema.

En los últimos años, el ritmo de la vida en las grandes ciudades ha hecho que los chicos y adolescentes escolarizados y sometidos a apretadas agendas comiencen a desarrollar síntomas y patologías que hasta hace muy poco afectaban sólo a los adultos, y que deben ser atendidas a tiempo. A diferencia de lo que ocurría en otras épocas, los niños y jóvenes del siglo XXI tienen exigencias que muchas veces no pueden manejar: hasta las actividades pensadas para el tiempo libre, como deportes, talleres, cursos, bailes o salidas pueden dejarlos exhaustos.

El estrés infantil se define como el conjunto de reacciones biológicas y psicológicas que se producen ante situaciones o circunstancias que alteran el equilibrio y bienestar de los menores durante un tiempo sostenido.
Los agentes estresores pueden provenir del ámbito doméstico –muerte de un familiar o mascota, divorcios o separaciones, clima de violencia o agresión, abusos sexuales, maltratos físicos o psicológicos, incluso el nacimiento de un hermano, etc.-;  del ámbito escolar –cambio de docente, exámenes, bullying, olvido de tareas, agresiones o presiones de compañeros, bajas notas o cambio de escuela, etc.-, o del ámbito social –ritmo de vida acelerado, sobreexigencia en las rutinas diarias, la sobrecarga de actividades extracurriculares incapacidad o falta de habilidad para ciertos contextos-.

Hay eventos que incluso para los adultos pueden resultar estresantes y a los que los chicos pueden adaptarse con mayor facilidad, y otros que pueden parecer nimiedades y que para ellos son complejos de resolver.  Hay que tener en cuenta también que no todos los chicos reaccionan de igual manera frente a los mismos estímulos: lo importante es que los padres y docentes presten atención a cambios de conducta o en el estado de ánimo que puedan revelar el malestar de sus hijos o alumnos.

“Los síntomas que podrían estar asociados al estrés en los niños, pueden  aparecer de variadas formas, incluso expresarse de manera solapada, como trastornos del sueño, enfermedades recurrentes,  miedos, cambios en la alimentación,  cambios de humor que implican  llantos, enojos,  apatía o desgano”, explica la psicoanalista Ivana Carena. “También puede manifestarse en  la escuela, con un cambio en el rendimiento escolar. Los niños suelen  manifestar en la conducta, con variedad de expresiones, aquello que los está perturbando.”
Los grados de estrés y ansiedad -casi siempre asociados-, y el daño que pueden provocar en los chicos, dependerán de diversos factores: las características de los eventos o los agentes estresores, las capacidades del chico para resolver los problemas a los que pueda tener que enfrentarse, y el acompañamiento que hagan los padres o tutores de ese proceso -la mayor contención familiar redundará en un menor grado de vulnerabilidad-. Carena confirma que, los efectos de las sobreexigencias a las que suelen estar expuestos los chicos, “dependerán del umbral de cada niño en particular y de las modalidades  de la cultura familiar.”

Hay que decir que la ansiedad es una reacción natural a circunstancias o eventos que exigen una sobre adaptación en determinado momento y que produce cambios en el organismo y en la psiquis -los latidos se aceleran, el estado de alerta aumenta, se contraen los vasos sanguíneos y el sujeto se prepara, física y mentalmente, para enfrentar una situación de peligro o presión-.  El problema es que si esto se sostiene en el tiempo, es muy intenso y el estado de tensión no decae puede provocar estrés. E incluso, depresión: actualmente, esta patología es la más frecuente, entre los chicos de entre 10 y 19 años, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), a punto tal que este organismo se encargó este año de alertar sobre el fenómeno y aclarar que los chicos y jóvenes se ven actualmente afectados en la misma proporción que los adultos considerando que se trata de un grupo más vulnerable.

¿Qué hacer entonces, si se detectan signos de estrés?  “A mi criterio es  importante  que los chicos tengan espacio para jugar, para desplegar su imaginación.  Jugar es algo serio, implica un tiempo y un espacio, y creo que es el mejor antídoto”, explica la especialista.  “Es necesario permitir que haya espacios para la espontaneidad, la creatividad, y eso puede lograrse fomentando todo tipo de juegos: los juegos dramáticos, los juegos con reglas, las distintas formas de expresiones artísticas y también el deporte.  Cuando estas actividades se convierten en exigencias,  pueden perder su cualidad  recreativa, creativa y lúdica.”

En relación a la pregunta sobre si el estrés puede afectar el normal crecimiento de un chico, o dejar secuelas psicológicas o físicas, Carena explica que “son muchas las secuelas posibles: la depresión, reacciones de tipo defensivas  que impliquen cierta  sobreadaptación, o formas de pseudo-adultez. También pueden fijarse algunos miedos o ser más recurrentes las enfermedades físicas o los accidentes.  Puede perderse también la posibilidad de que el niño busque un camino de identidad  desde un lugar seguro, auténtico y espontáneo, que parta de sí mismo y no desde modelos impuestos, de acatamiento”.

Lo ideal es que los adultos ayuden a que los niños no pierdan espacios en los que el juego y la naturalidad puedan tener tiempo y lugar.  “Las agendas interminables de niños que se levantan a las 7 a.m. y se acuestan a las 22, con rutinas que no dejan espacios para la expresión creativa y el juego espontáneo pueden ser peligrosas.
A veces son los mismos niños los que proponen variedad de actividades extra escolares que quieren  realizar  sin saber el tiempo que cada actividad  puede requerirles.  Es función de los adultos cuidadores ayudarlos a ordenar y jerarquizar las ocupaciones a desempeñar,  dándoles un marco de lo que es posible y sano para que puedan disfrutar de aquello que los motiva.   Es más importante la calidad  y el compromiso con la actividad extraescolar que la cantidad que puedan realizar”.


Manifestaciones posibles del estrés en los chicos
Emocionales, psicológicas:
-Irritabilidad
-Inestabilidad emocional
-Agresividad
-Problemas de sueño
-Bajo rendimiento escolar
-Tics nerviosos
-Trastornos alimenticios
-Baja tolerancia a la frustración
-Temores y fobias, entre otras.

Físicas, biológicas
-Problemas de presión arterial
-Alto colesterol
-Problemas digestivos, diarreas, vómitos.
-Alteraciones en el peso corporal, entre otras.