Impresoras 3D, el boom del 2014

Tecnología

Este año empezaron a conocerse los primeros modelos de impresoras 3D domésticas, que en un futuro cercano podrían ser de consumo masivo y permitir nada menos que la fabricación por parte de objetos físicos de todo tipo.

En poco tiempo, en los hogares y lugares de trabajo, podrán fabricarse todo tipo de objetos físicos –desde porta celulares a figuras decorativas, piezas de repuesto, calzado o juguetes- a partir de estos dispositivos que causan auténtico furor entre los amantes de la tecnología. Las impresoras 3D reciben el diseño digital y características del objeto que el usuario pretende fabricar y los construyen, en capas, a través de un sofisticado sistema que permite convertir archivos en cuerpos tridimensionales (de plástico y otros materiales).
Hasta aquí, y en los últimos años, las impresoras de este tipo fueron utilizadas mayormente por la industria -en las fábricas y empresas de maquinaria y diseño, por ejemplo-, la noticia es que en pocos meses podrán ser adquiridas por cualquier persona en los comercios de tecnología e informática.


También la medicina y la arquitectura, entre otros campos, podrán sacar provecho de estas máquinas (por ejemplo, para la construcción de prótesis o maquetas, cuya elaboración resultaba compleja). Un arquitecto holandés –llamado Janjaap Ruijssenaars- planea incluso construir un edificio entero con una impresora 3D. También la gastronomía, se ve revolucionada por este invento: ya están utilizándose impresoras que moldean chocolate u otros productos con formas previamente diseñadas por chefs y cocineros. Y, aunque parezca ciencia ficción, la NASA evalúa instalar impresoras 3D en sus estaciones espaciales para poder fabricar allí mismo las piezas de naves o máquinas que pudieran romperse.
El tiempo de fabricación de los objetos 3D puede insumir desde unos pocos minutos a varias horas, pero en cualquier caso liberará a sus fabricantes de trabajos que a menudo resultaban largos y engorrosos. La precisión en la elaboración de  objetos por parte de estas impresoras es, además, altamente confiable, lo que también supone un avance en los casos en que los defectos o errores de fabricación de ciertas piezas podían resultar riesgosos.


Una empresa británica –Quod- ya ofrece entre sus servicios de impresión “cualquier objeto”, sin importar su tamaño ni su forma -desde una joya a una casa-, e incluso la posibilidad de llevarse, en un lapso de entre cuatro y ocho horas, el propio cuerpo esculpido en plástico o cerámica.
La firma Staples es el primer minorista en Estados Unidos que vende impresoras 3D –allí cuestan aproximadamente  entre 1.300 y 2.800 dólares-, pero la competencia será fuerte: son numerosas las  marcas que ofrecerán a partir de este año  nuevas alternativas y a precios muchísimo más baratos que los actuales.


En la Argentina, Marcelo Ruiz y Maximiliano Bertotto son algunos de los empresarios que ya trabajan en la fabricación y comercialización de estas impresoras:   Bertotto y sus socios crearon Tridimaker, una empresa para comercializar impresoras 3D, y ya desarrollaron el software de control, la interfaz de usuario y la parte electrónica. Algunos de los prototipos nacionales fueron presentados este año en INNOVAR, el concurso nacional de innovaciones que promueve el Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación.


La consultora Gartner, especializada en Tecnología Informática, sostiene que la impresión 3D es una de las tendencias más relevantes de este 2014, calcula que la venta de estos equipos crecerá un 75% respecto del 2013 y que esas cifras de venta –las que se registren a fin de este año- se duplicarán en el 2015.
El mercado de las impresoras 3D para uso doméstico aún está en su primera etapa, pero su expansión será masiva. Los analistas estiman que en el 2020 el 50% de los hogares estadounidenses tendrán una impresora 3D. El mismo escenario se prevé para Europa y las clases medias y altas de las grandes ciudades latinoamericanas.