La primera bioimpresora 3D argentina

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Desarrollada por dos jóvenes y talentosos emprendedores argentinos, la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) cuenta con un prototipo que es un ejemplo de desarrollo científico local.

La Argentina viene desde hace tiempo dando muestras de que puede estar a la vanguardia tecnológica. Prueba de eso es la primera bioimpresora 3D, un prototipo capaz de fabricar piel y tejido humano completamente diseñado y fabricado en nuestro país y que ya se encuentra instalado en un laboratorio de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM).

Esta bioimpresora fue desarrollada por los jóvenes emprendedores de la empresa Life SI Adén Díaz Nocera y Gastón Galanternik y entregada en comodato al Lab3Bio de la UNSAM, que bajo la dirección de la Dra. Élida Hermida se dedica a la investigación en biomateriales, biomecánica y bioinstrumentación, como complemento de la formación académica que brinda la casa de estudios.

La impresión en 3D de materiales biológicos es una tecnología que se viene desarrollando en algunos países del mundo y cuya aplicación más concreta está orientada a la regeneración de piel para personas que han recibido grandes quemaduras. Sin embargo, se cree que a futuro permitirá también la generación de órganos.

Talento argentino
La historia de la primera bioimpresora nacional empieza hace tres años, cuando el técnico electrónico Adén Díaz Nocera advirtió desde su trabajo en empresas de ingeniería biomédica que este tipo de equipos existían en el mundo pero eran desconocidos en la Argentina. Desde cero, a puro esfuerzo y creatividad, empezó a diseñar y crear el hardware y el software del prototipo. Cuando vio que el resultado era bueno se contactó con la Universidad Nacional de Córdoba, donde había cursado sus estudios, para hacer las primeras pruebas del equipo. El testeo siguió rindiendo sus frutos y el año pasado se sumó al proyecto el licenciado en Tecnología de Alimentos de la UBA Gastón Galanternik para ponerse al hombro la gestión general, que incluye desde el contacto con los clientes para seguir ajustando el equipo hasta la presentación en concursos y solicitud de subsidios.

"La primera aplicación de este equipo es la regeneración de piel. Hoy en día las quemaduras graves se tratan con parches de colágeno que requieren muchas intervenciones, pero con la bioimpresora se va a poder fabricar parches que se adapten en forma exacta a la lesión, lo cual va a simplificar la tarea. Y a futuro, a nivel mundial, se está hablando de la generación de órganos. Hoy parece lejos pero creemos que vamos en ese camino", le explicó Galanternik a Revista Cabal.


Apoyo de la UNSAM
Muchas veces, la creatividad individual se evapora hasta desaparecer si no encuentra una mínima recepción por parte de alguna entidad pública o privada. Por suerte, este no fue el caso de Life SI, la empresa fundada por Díaz Nocera y Galanternik para comercializar este prototipo. En 2015 lo presentaron en la competencia BIOTEC+75 que se realizó en la UNSAM y obtuvieron el primer premio. A partir de ahí quedaron con la Universidad en un contacto que terminó de cristalizarse este año, cuando la institución educativa se interesó en contar con el aparato. El equipo fue entregado en forma de comodato y la prometedora compañía pasó a tener el apoyo del área de incubación del Instituto de Biotecnología de la universidad.

La directora del Lab3Bio, Élida Hermida, conoció el prototipo en el concurso de bioemprendedores y enseguida advirtió que era lo que estaba necesitando para ampliar sus investigaciones en regeneración de tejidos. "Nosotros venimos llevando adelante hace varios años un proyecto a partir de polímeros reabsorbibles para que se reparen tejidos dañados de manera autogestiva, dentro del propio organismo. En ese sentido empezamos desarrollando membranas para regeneración de piel en pacientes que tienen heridas de gran extensión o algún proceso circulatorio defectuoso que les impide que heridas aún chicas puedan cicatrizar por sí solas. En este andar trabajamos con distintos biomateriales y supimos de esta forma de generar membranas imprimiéndolas. De ahí vino el interés por poder trabajar con una bioimpresora, entendiendo por ella una impresora de polímeros en forma de soluciones líquidas o geles que luego solidificarán por algún tratamiento que se le hace a esos geles y que incluso pueden llegar a contar con la siembra de las células durante el proceso de impresión", le contó Hermida a Revista Cabal.

De esa manera, la necesidad de la Universidad coincidió con el interés de los dos emprendedores por ampliar el testeo del equipo para adaptarlo a requerimientos más concretos. Desde mayo, el prototipo se encuentra siendo sometido a pruebas cada vez más exigentes y ambas partes señalan que la "retroalimentación" es muy buena.

Hay futuro
El ejemplo de estos dos chicos, por suerte, no es un fenómeno aislado. Basta recorrer los distintos concursos que se realizan en el país para comprobar cómo miles de jóvenes participan con ideas y talento. Pero lo importante es que toda esa energía pueda ser capitalizada. "No nos sorprendió ver gente joven y entusiasta trabajando en esta temática. Sí nos pareció muy importante contribuir en lo que pudiésemos para que esto se lleve adelante. Sin duda es un esfuerzo que en la Argentina no se puede mensurar de la misma manera que en los países centrales, así que apuntar a una tecnología que está entre las de punta para los desarrollos de dispositivos biomédicos es un esfuerzo que valoramos sustancialmente. Por eso quisimos contribuir a hacer la realimentación desde el lado de investigadores-usuarios para que ellos puedan ir reformulando y mejorando lo que están desarrollando", resumió Hermida.

Si detrás de cada proyecto hay instituciones decididas a acompañarlo es de esperar que se acorte la brecha con las grandes potencias en lo que a tecnología de vanguardia se refiere y el sueño de una Argentina próspera y pujante estará un poco más cerca.