Madre no hay una sola

Actualidad

Octubre es mes de las madres en la Argentina. A modo de homenaje, el reconocimiento y el recuerdo de madres luchadoras que abrieron camino o dejarán huella en la memoria colectiva. Ellas eligieron y abrazaron su destino más allá de las adversidades.

La idílica imagen de la familia tipo en la que madre y padre conviven en armonía con los hijos, no es por estos días un modelo excluyente: el mapa se ha complejizado en las últimas décadas, dando lugar a modelos alternativos de maternidad y paternidad. La sociedad contemporánea admite actualmente numerosas variables que coexisten y progresivamente empiezan a ser aceptadas por las mayorías.

Así como unas décadas atrás ser madre soltera, por ejemplo, hubiera sido casi sinónimo de escándalo o rareza, hoy son cada vez más las mujeres que deciden encarar la llegada de un hijo sin una pareja al lado. Del mismo modo, están esas otras que, habiendo priorizado la formación o la profesión durante las primeras décadas de sus vidas, se deciden a congelar óvulos o adoptar a los treinta y pico o después de los cuarenta, e incluso más tarde. Están las madres divorciadas, las familias ensambladas, aquellas que no se asustan ante la posibilidad de alquilar un vientre o encarar un tratamiento de fertilización, porque ven en las nuevas opciones que provee la ciencia, un vehículo para su realización.
Más allá de los análisis que puedan hacerse acerca de cuáles son los modelos más convenientes para la crianza de los hijos, nadie puede hacer caso omiso de una realidad insoslayable: son múltiples, y cada vez más numerosas, las formas de ejercer la maternidad, en el siglo XXI. Lo que importa, en definitiva, parece ser la vocación maternal, y el compromiso que estas mujeres asumen con sus hijos, o con los hijos de otras madres.

Reconocer y valorar las diferencias permite una definición de maternidad abierta, flexible, en construcción y en relación con otros/as, una maternidad que desafía los mandatos sociales que limitan la libertad femenina y establecen un modelo único de ser mujer y de ser madre. Entre las madres que han hecho de su condición y de su lucha una causa compartida cabe destacar a:

•  Susana Trimarco, ejemplo de lucha.
Marita Verón, su hija, tenía 23 años, una hija que criar y una vida por delante cuando el 3 de abril del 2002 salió de su casa de San Miguel de Tucumán para no regresar. Han pasado ya 13 años y nadie ha podido dar con su paradero, nadie ha podido dar con ella. Trimarco emprendió una lucha que trascendió las fronteras de su propio dolor: en la lucha por recuperar a su hija, no sólo golpeó puertas, se enfrentó a las organizaciones mafiosas más peligrosas o se disfrazó de prostituta para obtener datos sino que creó una fundación que hoy lleva el nombre de su desaparecida hija: Fundación María de los Ángeles, que ya ha ayudado a rescatar y reinsertar en sociedad a más de 200 víctimas de la trata de personas.

• Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo.
Es, sin lugar a dudas, otra de las madres combativas de la Historia argentina. Se casó a la edad de 14 años, el 29 de diciembre de 1942, con Humberto Alfredo Bonafini, con quien tuvo tres hijos, Jorge Omar, Raúl Alfredo y María Alejandra, y fue una mujer que no se diferenciaba en mucho de sus vecinas, hasta el 8 de febrero de 1977. En esa fecha, su hijo mayor, Jorge Omar, fue secuestrado y desaparecido, en La Plata. El 6 de diciembre de ese año le ocurrió lo mismo a su otro hijo varón, Raúl Alfredo, en Berazategui. El 25 de mayo de 1978 desaparecería también su nuera, María Elena Bugnone Cepeda, esposa de Jorge. Ese fue el comienzo de su incansable lucha.
Hebe ha sido, durante las últimas tres décadas, referente de la conciencia democrática, la búsqueda de justicia y la voluntad de  construcción. “Aprendimos de ellos, todo. Dejamos de ser individualistas, somos solidarias. El individualismo se agota en sí mismo. Socializamos la maternidad para ser Madres de todos, pedir por todos, sentir por todos, que nos duela lo de todos”, expresó Hebe recientemente. “Y fuimos creadoras: inventamos la marcha de las máscaras, de las manos, de las siluetas, de los pañuelos. Nuestras Marcha de la Resistencia siempre fueron únicas, únicas e irrepetibles y la prueba está en que nunca más se pudieron repetir. Las Madres crecimos muchísimo. Los juicios los siguen los abogados, es verdad. No vamos a los juicios nosotras, no queremos ver la cara de los asesinos, nos repugna. No los soportamos ni enjuiciados. Los juicios los siguen los abogados porque nosotras preferimos antes que gastar el tiempo para condenar a un milico, gastar toda nuestra vida para que los niños sean felices, para que sus padres tengan trabajo, vivienda, para que ellos tengan escuela, para que puedan disfrutar de su niñez como disfrutaron nuestros hijos. A nosotras nunca nos van a mezclar con la muerte, no tenemos nada que ver ni con la tortura ni con la muerte. Desechamos la tortura y desechamos la muerte y ¿saben con qué les ganamos? Con el amor inmenso a la vida y la lucha por la igualdad".

•  Mónica Carranza (fallecida en 2009 “Cientos de veces me he preguntado: ¿Por qué le das de comer a los chicos de la calle? Y cientos de veces intenté explicar esta obsesión mía por ayudarlos que podría resumir contestando: Nunca se han cerrado mis heridas y jamás voy a olvidar el infierno que he pasado en la calle. Por eso Los Carasucias“, así explicaba ella la génesis del proyecto solidario al que dedicó los últimos 20 años de su vida le era imposible pensar en un mundo justo sin solidaridad. Carranza eligió hacer por los otros lo que no hicieron por ella. La fundadora del comedor Los Carasucias había sido una niña de la calle, dormido a la intemperie y padecido hambre. Su reacción ante la más extrema precariedad fue proteger a los niños, darles un hogar y la urgente contención que necesitaban. El comedor tuvo su origen a comienzos de los 90, cuando Mónica les dió a dos chicos de la calle unos sándwiches caseros. La noche siguiente se acercaron más chicos, y ella decidió hacerse cargo de ellos en la medida que pudiera. Los citó en una plaza, en donde les deba la comida; después alquiló un galpón inmenso, enorme donde todavía hoy comen las 2.500 familias que reciben ayuda diariamente, además de los más de 1.500 chicos desnutridos y enfermos. Mónica falleció el 28 de diciembre de 2009, pero su legado continúa. Ahora la Fundación está a cargo de su hijo, Roberto Zuccarino. “Una herencia enorme” dice Roberto, comprometido a que Los Carasucias siga creciendo, con el objetivo de que no le falte lo elemental a los que más necesitan.

•  Madres del dolor. Es una asociación formada por un grupo de mujeres argentinas que perdieron a sus hijos inocentes en diferentes hechos de violencia y desde 2004 constituyen una organización civil con sede en la Ciudad de Buenos Aires que tiene los siguientes objetivos: promover y consolidar la efectiva prestación de Justicia, brindar servicios de asistencia y contención integral a víctimas y familiares de la violencia y constituirse en un foro de defensa de los derechos y de la seguridad ciudadana. Uno de sus principios fundamentales es la independencia, por la cual no forman parte de ningún partido político, no tienen representación alguna dentro o fuera del país.

Y están también aquellas que por diversos motivos, han accedido a la maternidad por puro deseo, y alejadas de los estereotipos:

• La actriz Florencia de la V es un ejemplo claro de que la maternidad, más allá de la concepción biológica, es un arte que se ejerce.   "A veces, cuando pienso en mi vida, no dejo de valorar cada cosa que conseguí, porque nada ha sido fruto del azar o la fortuna. Cada conquista, cada cumbre, bien pudo haber sido un precipicio o una derrota definitiva”, escribió ella, madre de dos hijos. “Miro hacia atrás, y en esa cordillera hermosa que ha sido mi vida sobresalen algunos picos: mi primer beso enamorada, el día en que por primera vez me vestí de mujer, la primera noche en que pisé un escenario, la mañana en que recibí un documento con mi nombre, el casamiento con el amor de mi vida. Pero ninguna de estas cosas alcanza la intensidad, la profundidad, la complejidad de lo que siento hoy. Aquellos logros fueron piezas de un rompecabezas al que fui armando con pasión, con voluntad y con sufrimiento. Ahora, por fin, con mis hijos el rompecabezas encuentra la pieza más importante, la que da sentido final a todo, la cumbre más alta”.

 •  Natalia y Cristina, por su parte, se casaron entre ellas, en Quilmes, después de seis años de noviazgo, gracias a la Ley de Matrimonio Igualitario, e inscribieron juntas a la hija de ambas, Francisca. Así, Francisca se convirtió en la primera niña que alcanzó el reconocimiento igualitario en territorio de la provincia de Buenos Aires, aunque las autoridades del Registro Civil optaron por anotarla solamente con el apellido de una de las dos mamás. Los funcionarios de esa dependencia anotaron como madre a la que fue la madre biológica, y en donde decía padre, tacharon y pusieron los datos de la otra. Se reconoce que Francisca es hija de las dos.


La celebración del día de las madres, un poco de Historia

Las primeras celebraciones del Día de las Madres se remontan a la antigua Grecia, donde se le rendían honores a Rea, la madre de los dioses Zeus, Poseidón y Hades. Igualmente, los romanos llamaron a esta celebración Hilaria cuando la adquirieron de los griegos. Se celebraba el 15 de marzo en el templo de Cibeles y durante tres días se realizaban ofrendas.
Los católicos transformaron estas celebraciones para honrar a la Virgen María, la madre de Jesús. En el santoral católico el 8 de diciembre se celebra la fiesta de la Inmaculada Concepción, fecha que los católicos adoptaron para la celebración del Día de las Madres.

En Inglaterra hacia el siglo XVII, tenía lugar un acontecimiento similar, también relacionado con la Virgen, que se denominaba Domingo de las Madres. Los niños concurrían a misa y regresaban a sus hogares con regalos para sus progenitoras. Además, como muchas personas trabajaban para gente acaudalada y no tenían la oportunidad de estar en sus hogares, ese Domingo se le daba el día libre para visitar a sus familias.
En 1870 la poetisa y activista Julia Ward Howe escribió la Proclama del día de las madres, un apasionado llamado a la paz y al desarme. Durante un par de años, Ward Howe empeñó sus esfuerzos en llevar a cabo un congreso de esta naturaleza.

En 1873, mujeres en 18 ciudades estadounidenses realizaron una reunión del Día de las Madres. Boston lo siguió celebrando durante al menos una década más. Al paso de los años, se fueron apagando más festejos. Howe continuó trabajando por otras vías por los derechos de las mujeres y por la paz. El 12 de mayo de 1907 Ana Jervis dos años después de la muerte de su madre, quiso conmemorar el fallecimiento y organizó un día de la madre para hacerlo. A partir de entonces encabezó una activa campaña que fue extendiéndose a todo el territorio de los Estados Unidos. Finalmente, siete años después el presidente Woodrow Wilson declaró en el año 1914, el Día de la Madre como el segundo domingo de mayo en Estados Unidos. Así fue gestado el día internacional de la madre que después fue encontrando eco en otros países que lo adoptaron hasta tenerse la celebración conocida en la actualidad.