Madres grandes, ¿grandes madres?

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Con los avances en materia de género, los progresos científicos y una mayor resistencia a los mandatos sociales, la edad de la maternidad sigue creciendo, especialmente en sectores urbanos medios. Más allá de ciertos riesgos, ¿representa alguna ventaja o por el contrario no es conveniente ser madre después de los 40? Qué dicen los especialistas. 

Hace pocas semanas, la napolitana María Rosaria Veneruso dio a luz a un varón, Elías, que pesó al nacer tres kilos y medio. Fue en Castel Volturno, 35 kilómetros al norte de Nápoles. La noticia fue tal porque la mujer se convirtió en madre por primera vez a los 61 años, gracias a un tratamiento hormonal —no de fecundación asistida, según se informó— y después de haber sufrido en su vida cuatro abortos espontáneos. Si bien la edad es infrecuente, no lo es el hecho de que en las últimas décadas la maternidad se fue, al menos, postergando. En la ciudad de Buenos Aires, por caso, donde el promedio de edad de las madres primerizas ya superó los 30 años, desde los 90 hasta hoy el número de mujeres que tienen a su primer hijo después de los 40 se duplicó: del 3,2% al 6,5% del total. Este fenómeno obedece a varios factores, entre los que se destacan una mayor expectativa de vida, los avances médicos que facilitan el embarazo y un rol más activo de la mujer en la sociedad, pero también implica algunos riesgos.

“Después de los 40 años —explica la doctora Andrea Quinteiro Retamar, especialista de Cegyr Medicina Reproductiva—, comienzan a aumentar ciertos riesgos en la mujer, que hacen que los embarazos deban ser mejor evaluados. Algunos de ellos son hipertensión en el embarazo, diabetes gestacional, partos pre término, aumento de alteraciones cromosómicas (como ser el Síndrome de Down)… Esto no implica que la mujer no deba buscar el embarazo después de esa edad, sino que es muy importante que cuente con la atención adecuada para tener un embarazo controlado”.
Además de los riesgos, a partir de cierta edad hay barreras naturales: “La fertilidad disminuye gradualmente a partir de los 30 años, sobre todo después de los 35. Cada mes que lo intente, una mujer sana y fértil de 30 años tiene una probabilidad del 20% de quedar embarazada. Eso significa que por cada 100 mujeres fértiles de 30 años que intentan quedar embarazadas en un ciclo, 20 tendrán éxito y las 80 restantes tendrán que intentarlo de nuevo. A la edad de 40 años, la probabilidad de una mujer es inferior al 5% por ciclo; por lo tanto, se espera que menos de 5 de cada 100 mujeres tengan éxito cada mes”. Según estadísticas internacionales, que también se reflejan en nuestra sociedad, a los 40 años, la posibilidad de tener un hijo recurriendo a un tratamiento de fertilidad es, aproximadamente, del 15%. Dicho porcentaje disminuye aun más cuando la mujer es más grande, y llega a un 3.5% a los 43 años.

Entonces, ¿por qué esperar? Para la licenciada Ivana Moyano, autora del libro Volvernos padres (Editorial Atlántida), “probablemente después de los 40 años una mujer ya haya transitado varios años de una vida que le permita una identidad más sólida. Podríamos pensar que a estas edades las mujeres disfrutan de varias áreas de sus vidas como el trabajo, los amigos, los deportes, algún hobby, espacios que les dan satisfacción y que las hace estar bien plantadas. Se supone que con este recorrido ellas saben quiénes son y qué desean con firmeza. Entonces, más armadas socialmente, ganando mejores sueldos y sabiendo qué quieren deberían estar en la situación ideal para la maternidad. Sin embargo, muchas veces estas cuestiones juegan más en contra que a favor, ya que para algunas mujeres resignar sus vidas en favor de la maternidad les es muy difícil, a veces imposible de imaginar. Muchas veces se requiere una dosis de audacia para soltar la libertad que supone la vida sin hijos. Todo dependerá de la fuerza del deseo de la mujer en cuestión”.

Desde el punto de vista psicológico, explica Moyano, “en la mayoría de los casos de las mujeres que llegan a la maternidad después de los 40, se trata de no haber podido sostener una relación de pareja estable y lo suficientemente sólida como para armar una
familia. Algunas de estas mujeres han puesto énfasis en la vida laboral, armando carreras ejecutivas o puestos jerárquicos antes vedados para el género femenino. Hay una gran desigualdad biológica entre hombres y mujeres a la hora de la maternidad y la paternidad: una mujer que se quiera volver madre debe postergar su carrera poniendo su cuerpo y su psiquis en favor de la gestación, el parto y el puerperio. El hombre no presta el cuerpo a la hora de volverse padre. Esto genera desigualdades laborales complejas de resolver. Estamos biológicamente fértiles en el mismo momento en que lo estamos para el trabajo”.

Ventajas y desventajas
Según una investigación de la Universidad de Birkbeck, en Londres, los hijos nacidos de mujeres mayores de 40 tienen mejor estado físico y emocional porque reciben mejores cuidados y más atención que los hijos de mujeres de 20 años. Esto hace, entre otras cosas, que tengan un 22% menos de probabilidades de lesionarse por accidente. También logran desarrollar un lenguaje más rico y constituyen un vínculo más sano con sus madres, porque los conflictos entre padres e hijos, dice el estudio, se reducen a medida que aumenta la edad materna.

“No existe una ventaja médica de ser madre en esta franja etaria —afirma Quinteiro Retamar—, pero sí existen desventajas. Como es sabido, o al menos debería saberse, la fertilidad disminuye con la edad, por lo tanto es posible que el embarazo espontáneo no se logre tan fácilmente. Muchas mujeres deben recurrir a un tratamiento de reproducción asistida para lograr el embarazo, sobre todo cuando se trata de mujeres que se encuentran en una edad reproductiva avanzada”. Respecto de la edad máxima aconsejable para la maternidad, la especialista señala que tanto las sociedades médicas de los Estados Unidos como las de Europa recomiendan la realización de tratamientos de reproducción asistida, independientemente de que se hagan con óvulos propios o congelados, hasta los 50 años. Después de esta edad los riesgos, tanto para esa madre como para ese bebé, son muy importantes y se debería tratar de evitarlos.

Más allá de los aspectos científicos —que de por sí representan una ventaja, al dar la posibilidad a muchas mujeres de elegir el momento en que desean ser madres—, también los progresos sociales y el desarrollo y parcial satisfacción de las demandas de género, que postergaron la fecha de vencimiento de la maternidad, representan una mejora. Un estudio encabezado por Mikko Myrskylä, director del Instituto Max Planck para la Investigación Demográfica (MPIDR, por sus siglas en inglés), y por Kieron Barclay, de la Escuela de Economía de Londres, concluye que resulta ventajosa la maternidad en torno a los 40. Relevaron las historias de más de un millón y medio de personas nacidas en Suecia entre 1960 y 1990 para establecer la relación entre la edad de la madre al momento del nacimiento, con la altura, estado físico y calificaciones obtenidas en la escuela secundaria y nivel de educación alcanzado por los hijos. Así, la comparación entre dos hermanos nacidos de la misma madre, con una diferencia de dos décadas, arrojó que el hermano menor permanecía, en promedio, un año más en el sistema educativo que el mayor, era más alto y presentaba un mejor estado de salud general.

Más años para ser madres
La mayor expectativa de vida es un factor importante para que las mujeres deseen dejar la maternidad para más adelante. Sin embargo, explica la doctora Quinteiro Retamar, “la etapa fértil de la mujer no se ha modificado a través del tiempo, a pesar de que nuestra expectativa de vida ha aumentado hasta los 80 años, aproximadamente. Existen escasos casos de mujeres de 45 años que lograron el embarazo, pero posterior a ello es casi improbable un embarazo espontáneo”.

Moyano interpreta que “hoy la esperanza de vida ha crecido de manera significativa y la calidad ha mejorado, con lo cual se tiene la sensación de una juventud más prolongada que acorta la distancia generacional. Si bien una madre de 40 años es añosa, sigue siendo una mujer joven. Por lo general se espera que vivamos más allá de los 75 años, lo que da margen a muchos años con nuestros hijos. No suele ser un tema que las mujeres planteen demasiado”. Pero también señala que “la realidad avanza más rápido que la ciencia, con lo cual no tenemos aún demasiados relatos de niños con madres añosas. Tengamos en cuenta que unas generaciones pasadas, si una mujer decidía tener muchos hijos también podía tener a su último hijo alrededor de los 40. Para los niños, la realidad que conocen es la única verdadera por mucho tiempo, quizás el planteo de la edad de su madre venga un poco más adelante, ya entrados en la adolescencia”.

Para la especialista del Cegyr, “antes de realizar un tratamiento de reproducción asistida es fundamental tener en cuenta tanto la salud y los derechos de esa mujer como los del niño que puede nacer de ese tratamiento. El embarazo después de los 50, y aun más después de los 60, es riesgoso tanto para la madre como para el bebé, por lo tanto no debería realizarse un tratamiento después de los 50 años. Más allá de la parte médica, hay que tener en cuenta la crianza de ese niño, y la posibilidad de sufrir la pérdida de sus padres muy tempranamente debido a la edad de los mismos”.