Ni una menos: la lucha contra la violencia machista

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El 3 de junio de 2015 quedará marcado a fuego para miles de personas como la fecha en que, por primera vez en la historia argentina, miles de personas marcharon en todo el país para manifestar su repudio a la violencia de género. Revista Cabal reconstruyó la historia de la convocatoria y entrevistó a una de sus impulsoras, la escritora Gabriela Cabezón Cámara, sobre los pasos a seguir, de cara al futuro.


La convocatoria, para manifestarse contra la violencia hacia la mujer, bajo el lema Ni una menos, comenzó por las redes sociales y saltó, furiosa, a la vida real, con una energía que refleja el hartazgo antes latente. Frente a la crueldad, el horror y el espanto al que han sido sometidas miles de mujeres -las que ya han muerto, y las que aún padecen violencia cotidiana-, la  sociedad  se decidió a salir a la calle y pedir medidas concretas de prevención y tratamiento del tema. En Capital Federal, se reunieron frente a la Plaza del Congreso, mientras que en las provincias y pueblos del interior, se llenaron calles y plazas y se hicieron eco del grito que clamó contra los femicidios.
 
  Gabriela Cabezón Cámara, integrante del colectivo Ni una menos, escritora y periodista -publicó las novelas La virgen cabeza, Beya (le viste la cara a Dios) y El romance de la negra rubia- ha abordado en sus historias la trata de personas, y ha cuestionado a los medios de comunicación y el aprovechamiento mediático de ciertas tragedias, que si bien son singulares, ocurren en el marco de una sociedad caníbal que soporta y sostiene estos crímenes. El 3 de junio se hizo visible que hay un gran sector de nuestra sociedad que no adscribe a esta realidad. Cabezón Cámara relató a Revista Cabal detalles de la movida y de su incorporación al colectivo #niunamenos: “El año pasado María Pía López convocó a una maratón de lectura a favor del aborto libre en el Museo de la Lengua. En marzo de este año hicimos otra contra los femicidios”, explicó ella. “A partir de entonces seguimos conectadas y cuando surgió la convocatoria en Twitter para el 3 de junio, nos sumamos. Mis motivaciones personales tuvieron que ver con dos deseos. Primero, el de justicia. Y luego el de trabajar colectivamente en pos de objetivos comunes.”
 
  Así llegó a la marcha y lo que siguió después: una lucha que tiene su historia, que para algunos habrá comenzado con el hastío frente a la muerte de Chiara Páez en Rufino, Santa Fe, en manos de su novio. Para otros muchos, entre ellos Cabezón Cámara, este reclamo tiene una historia anterior. La respuesta popular respondió, en su visión, al “deseo social de frenar la violencia machista”, esa misma que desde su literatura tan bien supo denunciar.

   La lucha continúa y no se detiene en tanto miles de mujeres sigan sufriendo alguna forma de violencia. La convocatoria a la marcha incluía una serie de reclamos concretos que fueron leídos ese 3 de junio sobre un escenario por Erica Rivas, Juan Minujín y Maitena. Allí se leyó: “En 2008 mataron una mujer cada 40 horas; en 2014, cada 30; esos 7 años, los medios publicaron noticias sobre 1808 femicidios. ¿Cuántas mujeres murieron asesinadas por ser mujeres en 2015? No lo sabemos. Pero sí sabemos que tenemos que decir basta. En estos años, los femicidios dejaron cerca de 1500 niñas y niños huérfanos y algunos de ellos están obligados a convivir con los asesinos. El problema es de todos y todas. La solución hay que construirla en conjunto. Necesitamos sumar compromisos para cambiar una cultura que tiende a pensar a la mujer como objeto de consumo y descarte y no como una persona autónoma.

  Revista Cabal preguntó a Cabezón Cámara cuáles fueron los efectos de la marcha para ella a nivel personal y también a nivel colectivo y social: “A nivel personal, la sorpresa y la felicidad de que el trabajo colectivo pueda ser tan exitoso. A nivel colectivo, el aprendizaje y la convicción de seguir adelante. A nivel social se instaló la certeza de que la violencia machista no es naturaleza, puede matar y hay que frenarla.”

  Cabezón Cámara escribió una nota titulada “Basura” para la Revista Anfibia, revista de la facultad de periodismo de la Universidad de San Martín. Allí subrayó de este modo lo que suele venir después de consumado el femicidio: “Seguirán la policía, los abogados, los jueces y las cámaras de TV: sigue la carnicería en una especie de show que explica los femicidios”. Sobre cuál es la responsabilidad de estos actores sociales, frente a los femicidios que se replican, ella respondió: “La policía muchas veces minimiza la violencia hacia las mujeres. No les toman las denuncias, les dicen que las ‘celan’ por ‘amor’, que vuelvan a sus casas, etcétera. Esa minimización deja a las mujeres sin salida y envalentona a los violentos. Los jueces tienen, a veces, fallos tan machistas y reaccionarios que nos azoran. Los abogados, bueno, hacen lo que pueden. Y la televisión hace de todo un show, vuelve a la violencia espectáculo, la estetiza y termina banalizando todo y vendiendo morbo. A la vez, difunde. Son actores contradictorios y parte de un fenómeno complejo.”

  El fenómeno de repudio al femicidio y la violencia de género es el gran puntapié inicial que permitirá visibilizar más la violencia y exigir los reclamos necesarios hasta que el #niunamenos sea un hecho.

  Por eso el colectivo Ni una menos no se detiene: “En esos días se hicieron públicos documentos de cinco puntos, con las firmas de varios de los candidatos presidenciales comprometiéndose a cumplirlos. Estamos haciendo lo mismo con los candidatos a gobernador de la provincia. Articulando con otros colectivos en todo el país para formar redes operativas. Creando foros de debate. Exigiendo al poder ejecutivo la efectiva y total implementación de la ley 26.485.” explicó Cabezón Cámara.
 
  Estos cinco puntos incluyen: la implementación “con todos los recursos necesarios” del Plan Nacional de Acción para la Prevención, la Asistencia y la Erradicación de la violencia contra las mujeres así como está establecido en la ley 26.485; garantías al “acceso real a la Justicia” de las víctimas a través de fiscalías y comisarías con “personal capacitado, causas unificadas y patrocinio jurídico “gratuito”; garantizar que funcione una Unidad de Registro, Sistematización y Seguimiento de Femicidios a nivel federal; garantizar y profundizar la Educación Sexual Integral “en todos los niveles educativos” y garantizar  la protección de las víctimas de violencia.