Problemas auditivos de chicos y adultos: cuándo conviene consultar

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Los problemas de audición pueden aparecer en la niñez, en la adultez o en la vejez, y son frecuentes los casos en que los pacientes demoran en consultar a un especialista, desconociendo la importancia de un diagnóstico precoz. A continuación, todo lo que hay que saber para prevenir o reducir los efectos en casos de patologías auditivas.

Si un bebé no escucha bien, puede quedar condicionada su capacidad de comunicarse y socializar. Si un adulto no oye correctamente quedará reducida su calidad de vida, su capacidad laboral y sus posibilidades de integración social. Si un anciano está sordo probablemente se deprima y aísle, y decaigan sus ganas de cuidarse y vivir bien. Detectar a tiempo cualquiera de esas disfunciones es clave para evaluar qué posibilidades existen de revertir el cuadro o mitigar sus consecuencias.

  Las deficiencias auditivas en la infancia y la sordera infantil pueden obedecer a diferentes causas. En principio hay que distinguir también entre las hipoacusias y las sorderas prelocutivas y postlocutivas, que se corresponden, respectivamente, con la pérdida de la audición antes o después de la adquisición del lenguaje. Las prelocutivas, en consecuencia, son las que no permiten oír al chico desde muy temprana edad, entre los 0 y 3 años, mientras que las segundas aparecen después de la estructuración lingüística, es decir a partir de los cinco años.

   En general, las sorderas son hereditarias –es el factor principal por el que un chico puede perder la capacidad auditiva-, aunque también puede ocurrir que durante el embarazo –por ejemplo, a causa de infecciones graves de la madre- se desarrolle algún tipo de malformación que favorezca esta patología. También los bebés muy prematuros, de menos de un kilogramo y medio de peso o que al momento del nacimiento hayan requerido de ventilación artificial durante más de una semana, pueden sufrir este tipo de consecuencias. Finalmente, enfermedades como las paperas, sarampión, meningitis bacteriana u otitis a edad muy temprana pueden desencadenar sordera.

  En cualquier caso, es fundamental la detección a tiempo. Un profesional es el único capacitado para hacer –mediante pruebas específicas- un buen diagnóstico sobre el tipo y grado de la pérdida auditiva. Muchas veces, el fonoaudiólogo se encarga también de indicar un tratamiento de rehabilitación del lenguaje. En las hipoacusias leves, éste no se ve mayormente afectado –aunque pueden aparecer problemas de articulación-. En las hipoacusias medias la emisión fonética puede alterarse, mientras que en las severas sí suele verse afectada la capacidad lingüística, tanto si no se ha adquirido el lenguaje como si se ha adquirido, y luego se pierde la capacidad de oír.
Muchas  veces  se indica al paciente la implantación de una prótesis -un implante coclear que amplifica el sonido- o la utilización de audífono, que cumple con una función similar.

  Los problemas de audición son a su vez de las patologías más frecuentes en las personas de edad.  Se llama Presbiacusia la pérdida auditiva relacionada con el envejecimiento.
  Entre los mayores de 60 años, 1 de cada tres sufre de algún trastorno de este tipo y entre los mayores de 85, 1 de cada 2. La sordera progresiva los pone muchas veces en situaciones incómodas, e incluso peligrosas (cuando no oyen voces de alerta o bocinazos, por ejemplo). Sin dudas, las personas de la tercera edad deben consultar al médico una vez al año para comprobar si hubo algún tipo de agravamiento en relación a su capacidad auditiva.

  El otorrinolaringólogo –especialista en nariz, oídos y garganta- es el profesional al que conviene consultar en primera instancia. El audiólogo es quien se ocupa más puntualmente de los problemas de audición. Y, finalmente, el fonoaudiólogo, en los casos en que el paciente necesite algún tipo de rehabilitación para volver a comunicarse o comunicarse mejor.

  Las causas más comunes del deterioro auditivo en el adulto mayor –generalmente es bilateral y simétrica- se relacionan con determinadas enfermedades que pueden haber acarreado daños en el circuito de la audición, y con el mismo aumento de la edad. El profesional detectará si el deterioro es bilateral o unilateral, si es reciente y progresivo o crónico, y si está acompañado de vértigo u otros síntomas.

  El síntoma que suele presentarse antes que el resto es la dificultad de oír bien en ambientes ruidosos. Si esto ocurre, hay que sacar turno con un especialista antes de que el problema se agrave. El diagnóstico es imprescindible porque, como se dijo, no sólo limita la capacidad de comunicación sino que también contribuye al aislamiento.

Cuándo consultar
Niños:
•Consultar si el bebé o el niño presenta algún síntoma que sugiere que su audición está comprometida.
•Es conveniente hacer un chequeo previo al ingreso escolar.
•Si hay antecedentes de familiares con hipoacusia.
•Si el chico no habla bien o no incorpora correctamente vocabulario o estructuras lingüísticas en el primer año de vida (la hipoacusia congénita puede diagnosticarse a los 12 meses y en los años siguientes la relacionadas con enfermedades, congestión del oído e infecciones)
•Se calcula que hay entre 1 y 2 niños con hipoacusia cada mil nacimientos, y entre 4 y 5 cada 100 nacimientos de alto riesgo (Ej Prematuros).

Adultos y ancianos:
•Si hay pérdida de audición que afecta a uno o los dos oídos.
•Si existe dificultad para entender o seguir conversaciones de las que participa más de una persona o alguien habla en voz baja.
•Si se oyen “zumbidos” en uno o ambos oídos.
•Si se presenta continuamente la necesidad de subir el volumen de radios, tv o aparatos de reproductores de audio o video.
•Si la persona siente que pese a escuchar el sentido general de una charla no comprende del todo.

¿Tenés alguno/s de estos síntomas?