La señora Macbeth

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La señora Macbeth. De Griselda Gambaro. Dirección: Mónica Viñao. Elenco: Vanessa Cardella, Paula Rubinsztein, Daniela Rizzo y Yamila González Ajon. Iluminación: Miguel Solowej. Vestuario: Nicolas Nanni. Realización del trono: Victor Salvatori. Asistente de dirección: Jorge Rod. Teatro El Border, Godoy Cruz 1838. Sábados 21 horas.

Texto estrenado en 2004, en una versión dirigida por Pompeyo Audivert y un elenco que tenía a Cristiana Banegas en el papel protagónico, La señora Macbeth es una recreación de alto valor poético de la famosa tragedia de Shakespeare, una de las más nítidas sobre los alcances a que puede llegar la criatura humana por su ambición de poder. Griselda Gambaro, la mayor de las dramaturgas argentinas de la actualidad, retoma el tema para introducirse en algunos de los enigmas que deja el clásico texto isabelino respecto a qué aspectos de la relación entre el rey y la reina inciden más en la perpetración de los nefastos crímenes que cometen. ¿Es lady Macbeth solo una hambrienta de poder idéntica a su marido y carece como él de todo escrúpulo o está arrastrada por la pasión hacia su marido para secundarlo del modo en que lo hace?

Desde un primer momento, la relectura intenta una mirada distinta a la que se hace del texto shakespereano introduciendo la posibilidad de otros caminos. Y en ese aspecto la obra de Gambaro subraya el vínculo erótico previo que envuelve la comisión de los crímenes, la fuerza que la sujeción amorosa de la mujer ante el hombre como contexto en el que todo se realiza. Acá el amor juega como un motor fundamental en el camino hacia el poder, sin que eso mitigue la responsabilidad de lo que se hace y tampoco la culpa que surge como un fantasma permanente. En este aspecto, Griselda, que es pionera en hablar del teatro de los desaparecidos por la dictadura –recordemos sino Antígona furiosa-  utiliza la idea de esos fantasmas como la aparición aterrorizante en la memoria de esas víctimas que han sido ultimadas y ocultadas.

La originalidad de la pieza de Gambaro está en que toda la trama de la obra de Shakespeare pasa por los recuerdos lady Macbeth y sus diálogos con las tres brujas, que de algún modo no solo hacen profecías sino que se inmiscuyen directamente en la mente y la voluntad de la reina para alentar o aventar sus propósitos. Todo ello logrado mediante un lenguaje de gran elaboración y profundidad de significados. Después de la excelente versión de Audivert, hubo otras puestas de La señora Macbeth, sin que ninguna haya llegado al nivel de la inicial. La que dirige ahora Mónica Viñao en la muy agradable sala del Border, con un escenario pequeño que le da beneficiosa cercanía al espectador, está entre las mejores que se han hecho, pero sin llegar tampoco al punto de excelencia de la primera versión.

En principio la protagonista, que trabaja mucho con su mirada para expresar las intensidades de sus estados, peca de una cierta linealidad en la interpretación que le impide diferenciar ciertos pasajes de otros. Y las tres brujas intentan pasar por personas más cotidianas que las que uno suele imaginarse, detalle que acerca al público a su mundo, pero les quita a ella sinuosidad, altura a sus composiciones. La iluminación aporta un clima perturbador al montaje y el vestuario está muy bien. Mónica Viñao hace su trabajo de dirección ajustado, pero no le puede sacar al texto, por lo menos desde lo interpretativo, todo el vuelo que necesitaría.

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