Turismo rural: días de campo

Turismo

El turismo rural es una tendencia creciente en todo el mundo a la par del crecimiento de cierto hartazgo de la vida en la ciudad y de la necesidad de un mayor contacto con la naturaleza. En la Argentina, donde si hay algo que no falta es campo, la modalidad adquiere cada vez mayor diversidad, sofisticación y profesionalización. Ya no basta con un entorno amigable, un par de caballos y un buen asado. Hoy, la actividad involucra otras áreas, tanto de la oferta propiamente rural como de servicios turísticos que satisfagan la demanda de los turistas, que en buen porcentaje provienen del extranjero.

Además de las iniciativas íntegramente privadas, ya desde hace algunos años el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), dependiente del hoy Ministerio de Agroindustria, promueve un programa que entiende a los espacios rurales como una unidad, en la que aspectos culturales, identidad regional y participación de las familias en la actividad turística permiten el desarrollo de una nueva alternativa económica, más allá de la proveniente de la producción rural tradicional.

Al margen del placer bucólico —regocijarse con amaneceres y atardeceres sin obstáculos, cielos llenos de estrellas, mucho verde, sonidos naturales, silencio—, el “turista rural” disfruta la experiencia genuina de asistir a un ordeñe, al arreo de ganado, a la labranza o a la elaboración de productos típicos como quesos o chacinados, e incluso de participar de alguna cosecha manual o el amasado y cocción de pan en un horno de barro. También del contacto con las familias anfitrionas, que además de guiar la experiencia, elaboran la comida casera, comparten sus experiencias en la granja o la huerta y asesoran a los visitantes para realizar otras actividades: senderismo, cabalgatas, pesca, avistaje de flora y fauna, paseos en carro, etc. Según cada caso, también ofrecen uso de bicicletas; canchas de fútbol, tenis, pádel, vóley, golf o polo; juegos para chicos; pileta descubierta o climatizada, y juegos (metegol, ping pong, sapo, pool).

El interés por desarrollar esta actividad tiene varias aristas: la posibilidad de que los pequeños o medianos productores sumen ingresos sin abandonar sus tareas habituales y brindando un servicio que, como se dijo, está ampliando su nivel de demanda; un argumento para evitar que las personas que habitan áreas rurales, en particular los más jóvenes, abandonen el lugar de origen; la integración al mundo del trabajo para los jóvenes y para muchas mujeres que, en muchos casos por cuestiones culturales, no tienen acceso formal, y la contribución del turismo rural al mayor desarrollo de las economías regionales.
Aunque no hay un relevamiento certero, se estima que ya son más de 500 los establecimientos de turismo rural en la Argentina, la mayoría de ellos en Buenos Aires, pero con alcance cada vez mayor. Los destinos son bien diversos. En la región noreste y mesopotámica hay establecimientos dedicados al turismo rural, por ejemplo, en cercanías de Chajarí, Gualeguay, Concepción del Uruguay y Gualeguaychú (Entre Ríos); Posadas y San Ignacio (Misiones); Mercedes, Esquina, Carlos Pellegrini e Ituzaingó (Corrientes). En el noroeste, cerca de Tafí del Valle (Tucumán) y de la ciudad de Salta. En la región Centro, en proximidades de Alta Gracia, Ascochinga, Jesús María y Nono (Córdoba). En Cuyo, los hay en Maipú y Tupungato (Mendoza). Y decenas de destinos en la provincia de Buenos Aires: Luján, San Antonio de Areco, Lobos, Chivilcoy, Arrecifes, Brandsen, Capitán Sarmiento, Tornquist, Olavarría, Sierra de la Ventana, Balcarce y Pigüé, entre otros.

Para mayor información y búsqueda de alojamiento se puede visitar las páginas www.estanciasargentinas.tur.ar; http://raturc.desarrolloturistico.gov.ar, o www.turismoruralargentina.com, www.argentinaturismo.com.ar/estancias.php, www.estanciasrurales.com.ar y www.raturestancias.com.ar, que ofrecen buscadores por provincia y por tipo de alojamiento, entre otras variables.