La Puna jujeña, paisaje que enamora



Turismo

Una región llena de rincones deslumbrantes, perfecta para almas aventureras.

En la lengua original quechua el término Puna significa “tierra elevada”, y de hecho es la cercanía al cielo una de las características que mejor define a esta región que a más de 3.500 metros sobre el nivel del mar exhibe salinas, lagunas y oasis bien custodiados por los altos picos cordilleranos. Si hablamos de la Puna en toda su extensión, esta zona altiplánica cubre tanto tierras del norte de la Argentina como del occidente de Bolivia, el norte de Chile y el centro y sur del Perú; mientras que en el caso específico de Jujuy abarca casi dos tercios del territorio de la provincia, siempre con su relieve amesetado y su belleza inhóspita.

Es la salida de Humahuaca hacia el norte por la RN 9 una de las vías para ir entrando gradualmente en la Puna a través de los poblados de Tres Cruces, Abra Pampa y La Quiaca. Esta última, en plena frontera argentino boliviana, es sin dudas una de las ciudades en las que “hacer base” para recorrer la zona, ya que se trata de uno de los asentamientos más importantes del noroeste de país. La Laguna de los Pozuelos (que figura entre los humedales más importantes del mundo); Yavi (ese pueblo de principios del siglo XV que parece detenido en el tiempo) y la Laguna Colorada y el Cordón de los Ocho Hermanos (un área arqueológica muy rica en grabados de piedra) son solo algunos de los paseos que se pueden encarar desde La Quiaca, a lo que se suma la oportunidad nada desdeñable de saltar a tierra boliviana para conocer el espectacular salar de Uyuni, a unos 300 kilómetros de allí.

Hacia el oeste de la provincia aparecen también como dignas de recorrer las localidades de Susques (en pleno taco del “zapato” jujeño, un sitio tan antiguo como tranquilo del cual es posible además acceder a las Salinas Grandes); Casabindo (sede cada 15 de agosto del tradicional Toreo de la Vincha), Cochinoca (pequeñísimo y encantador pueblo de casas de adobe) y Rinconada (antiguo asentamiento minero hoy dominado por un reconfortante silencio). 

La Puna jujeña es ante todo un destino para quienes adoran los paisajes naturales y los hospedajes sencillos: no abunda allí la infraestructura turística ni los grandes hoteles y mucho menos el lujo. También hay que estar prevenido para los cambios de temperatura (que suele bajar bastante de noche), así como para el llamado “mal de altura”, que no por nada se conoce como apunamiento y que si bien suele pasar en uno o dos días (hasta que el cuerpo se aclimate), impide a quienes lo sufren realizar excursiones demasiado exigentes. Por lo demás, bastará con tomar los consejos de llevar efectivo (en muchos sitios no tienen servicio de posnet), usar protector solar y no pretender traer a esta tierra el ritmo de las grandes ciudades.

Cómo llegar

Dos horas de vuelo separan la ciudad de Buenos Aires de San Salvador de Jujuy, desde donde es posible tomar la ruta 9 hacia La Quiaca o la ruta 9 y luego la 52 hacia Susques, carreteras que en general se encuentran en buen estado.

Si la idea es viajar en ómnibus hay que tener en cuenta que son 1.654 los kilómetros que separan Buenos Aires de Jujuy, un viaje que aproximadamente dura unas 20 horas. 

 

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