Roma, ciudad abierta, eterna y maravillosa

Turismo

Tres adjetivos que le sientan de perfección. Roma es una de las ciudades más bellas del mundo, un lugar donde la historia más profunda del hombre se mezcla con el arte más excelso de todos los tiempos y el dinamismo de la contemporaneidad. Ciudad que ofrece travesías en las que el visitante no deja de asombrarse a cada minutos con la presencia de paisajes, monumentos, edificios y barrios que hablan de un pasado milenario y esplendoroso, de una cultura que aunque distante está de alguna manera vinculada a nuestra propia existencia. Ver Roma es caer bajo un hechizo que no desaparece jamás de la memoria y que el visitante quiere volver a experimentar.

Ubicada en una latitud próxima a la de Barcelona, Roma es una de las ciudades más bellas y antiguas de Europa. Uno puede caminar por las muchas y hermosas capitales del viejo continente y encontrarse con el pasado como si estuviera detenido. En Roma se percibe más que eso: es como si allí permaneciera sin moverse casi toda la historia. Por algo la han bautizado la ciudad eterna. Fundada hace más de 2700 años, Roma comenzó como un asentamiento de la Edad de Hierro fundado a mediados del siglo VIII antes de Cristo. En el año 616, los vecinos etruscos tomaron el poder, pero fueron expulsados en el 509, siempre antes de Cristo, cuando Roma se transformó en República. Desde aquellos inicios, ha sido una zona siempre poblada, primero como sede del Imperio Romano, luego de la Iglesia Católica. Su influencia fue tal que muchas lenguas europeas proceden del latín y no pocos sistemas políticos y judiciales siguen el antiguo modelo romano.


¿Por qué se viaja a Roma? Porque ella guarda en sus impresionantes monumentos y restos arqueológicos algunos de los secretos más remotos de la civilización humana. Pero también porque, junto a su pasado magnificente, es una ciudad espléndida, alegre y moderna, donde el visitante puede pasarla muy bien, divertirse, aflojar las tensiones, llenar los ojos y la mente de imágenes inolvidables. No debe haber persona que la haya visitado alguna vez que no sueñe con repetir su experiencia. Con más de 16 millones de turistas que la visitan anualmente, Roma es la tercera ciudad europea que más personas  atrae después de Londres y París, con la que mantiene una intensa pugna sobre cuál de las dos es la más romántica y propicia para el amor.


Edificada en torno a las famosas siete colinas cerca de la ribera del Tíber (Capitolio, Quirinal, Viminal, Esquilino, Celio, Aventino y Palatino), la ciudad tiene unos 3 millones de habitantes que cubre 1500 kilómetros cuadrados en el sur de Italia y que se encuentra a 28 kilómetros del mar Tirreno. Si el visitante está por pocos días, hay lugares de la zona céntrica que no debería perderse: el Foro, para ver la Roma antigua; Piazza Della Rotonda y Piazza Navona para descubrir el centro histórico de la ciudad; Campo de Fiori por sus grandes palacios renacentistas; Piazza di Spagna por sus grandes arquitecturas del siglo XVIII, que conviven con modernos negocios de toda clase, y el Vaticano para ver San Pedro. Pero, claro, se perderá otras atracciones de enorme magnetismo. Lo breve, a diferencia de la prosa, puede ser frustrante, salvo que quede la promesa de un próximo viaje.
    
Lugares fundamentales

Algunos de los lugares que se visitan regularmente en Roma y que son el foco de la atención de los turistas se enumeran a continuación.

La fontana de Trevi. Para los cinéfilos un sitio mítico: es donde se baña de noche durante una escena de La dolce vita, de Federico Fellini, la sueca Anita Eckberg. Es la fuente más grande y bonita de Roma, con una dimensión de 20 metros de anchura por 26 de alto. Sus orígenes se remontan al año 19 antes de Cristo, época en que la fontana constituía el final del acueducto Aqua Virgo. La primera fuente fue construida durante el Renacimiento, durante la gestión del papa Nicolás V. Su aspecto definitivo se logró en 1762, cuando luego de varios años de trabajo de Nicola Salvi, fue concluida por Giuseppe Pannini. Hay una famosa leyenda respecto de la fontana, que dice: si se arroja una moneda en sus aguas, se volverá a Roma; si son dos, se encontrará el amor de una atractiva italiana o italiano; si son tres, habrá casamiento con la persona que se conoció. Se afirma que para que el hechizo funcione la moneda debe ser lanzada con la mano derecha sobre el hombro izquierdo. Cada año, se extraen aproximadamente un millón de euros de la fuente, que desde 2007 se utiliza para fines benéficos.

 

El coliseo de Roma. El coliseo es el principal símbolo de Roma, una imponente construcción con casi 2000 años de antigüedad cuya presencia nos lleva al período imperial de la ciudad. Se empezó a levantar en el año 72 bajo el régimen de Vespasiano y terminó en el año 80 durante el mandato del emperador Tito. Desde entonces se convirtió en el mayor anfiteatro romano, con dimensiones de 188 metros de largo, 156 metros de ancho y 57 metros de altura. Durante la existencia del Imperio Romano más de 50.000 personas disfrutaban de sus espectáculos preferidos: muestras de animales exóticos, ejecuciones de prisioneros, recreaciones de batallas o peleas de gladiadores. El emperador Tito lo inauguró con 100 días de juegos, lo que costó la vida a más de 2000 gladiadores. El coliseo permaneció activo durante más de 500 años. Los últimos juegos de la historia fueron celebrados en el siglo VI.
A partir de ese siglo, sus instalaciones sufrieron saqueos, terremotos e incluso bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial. Con un gran instinto de supervivencia el coliseo fue utilizado durante décadas como almacén, iglesia, cementerio e incluso castillo para la nobleza. En la actualidad, ese monumento es, junto al Vaticano, el mayor atractivo turístico de Roma y lo visitan 6 millones de turistas. En 2007 fue declarado una de las Siete Maravillas del Mundo Moderno.

Foro Romano. Este Foro es la zona donde en la antigua Roma se desarrollaba la vida pública y religiosa. Junto al Coliseo es la mayor muestra supérstite de la grandeza del Imperio. Al finalizar éste, se dejó en el olvido y quedó casi enterrado. Y aunque en el siglo XVI ya se conocía su existencia y ubicación, no fue sino hasta el siglo XX cuando se realizaron las excavaciones que lo volvieron a la luz. El área donde se encuentra el Foro fue en sus inicios una zona pantanosa, pero en el siglo VI fue drenada mediante una cloaca máxima, uno de los primeros sistemas de alcantarillado del mundo.
Además de los templos que hay en el Foro (Saturno, Venus, Rómulo, Vesta, etc.) otros puntos de gran interés son en su recorrido: la Vía Sacra, calle principal de la antigua Roma que comunicaba la Plaza del Campidoglio con el Coliseo y por donde caminaba Julio César; el Arco de Tito, construido para conmemorar la victoria sobre Jerusalén; el Arco de Severo Séptimo, erigido en el año 203 después de Cristo para conmemorar el tercer año del emperador de ese nombre; y el Templo de Antonino y Faustina, la Basílica de Majencio y Constantino, la Curia y la Columna de Foca. Según suele decirse, visitar Roma y no visitar el Foro Romano es como ir a París y olvidarse de la Torre Eiffel. 

Panteón de Agripa. También conocido como el Panteón de Roma es una de las obras maestras de la arquitectura de la capital italiana y es el edificio mejor conservado de la antigua Roma. Su construcción se llevó a cabo en tiempos de Adriano, en el año 126 después de Cristo. Su nombre viene del hecho que reemplazó a otro panteón, llamado de Agripa, que había sido destruido por un incendio. A principios del siglo VII el edificio fue donado al Papa Bonifacio IV y éste lo transformó en una iglesia, de ahí su perfecta conservación. Mide exactamente lo mismo de diámetro que de altura: 43,30 metros. Su cúpula, con el mismo diámetro, es mayor que la de la basílica de San Pedro. En el interior del Panteón se encuentran las tumbas de muchos reyes de Italia y multitud de obras de arte. El personaje más conocido enterrado allí es el pintor renacentista Rafael. Los alrededores de este edificio suelen estar a cualquier hora repletos de gente fotografiándolo.

Palatino. Ubicado a 40 metros de altura sobre el Foro Romano, el Monte Palatino es la más céntrica de las siete colinas de Roma y compone una de las partes más antiguas de la ciudad. Se lo considera la cuna de la capital italiana y se cree que estuvo habitado desde el año 1.000 antes de Cristo. Durante el período republicano, los ciudadanos romanos de las clases altas se instalaron en ese monte construyendo suntuosos palacios, de los que en la actualidad se conservan importantes vestigios. En el Palatino se pueden ver infinidad de restos de las importantes edificaciones construidas para la alta sociedad romana en la antigüedad. Sus puntos de mayor atención son: el palacio Domus Flavia, la Casa de Livia, la Casa de Augusto; los Jardines Farnesianos, el Hipódromo de Domiciano, el Museo Palatino. El Palatino es además un lugar muy agradable para recorrerlo con calma, bajo la sombra de sus árboles. Conviene reservar medio día para visitarlo, ya que entre el Foro Romano y el Palatino abarcan una extensión muy amplia.

Trastevere. Entre los lugares obligados de conocimiento de la antigua Roma está este delicioso barrio, que es el que recorre, si alguien vio la película de Woody Allen, A Roma con amor, el actor Alec Baldwin, un arquitecto norteamericano que busca en ese laberinto de calles empedradas una casa donde vivió un año en su juventud. El aire bohemio y tranquilo de este barrio suele encandilar a los turistas, pero también a los propios romanos que tienen allí una de las mejores zonas de restaurantes de Roma, sea las tradicionales tabernas como los locales más modernos. La vida del lugar se concentra en forma especial alrededor de la Piazza di Santa María in Trastevere, donde se halla la antiquísima basílica de Santa María in Trastevere. La gran fuente ubicada de cara al templo sirve como lugar de encuentro. Un paseo por las estrechas calles empedradas de Trastevere suele deparar descubrimientos que impactan.

Villa Borghese. La Villa Borghese de Roma es uno de los parques urbanos más grandes de Europa. El Estado adquirió los jardines de la familia Borghese en 1901 y los abrió al público el 12 de julio de 1903. La diferencia entre la Villa Borghese y otros grandes parques como el Hyde Park, de Londres, o el Central Park, en Nueva York, es la perfecta combinación entre la naturaleza y el arte de Roma. En esos jardines se pueden ver edificios, esculturas, monumentos y fuentes de artistas de distintas épocas. Sus puntos de interés más altos son: Galería Borghese, uno de los museos más importantes de la capital, con pinturas de Rafael, Tiziano y Caravaggio; el Zoo de Roma, conocido como Bioparco, que contienen más de mil animales y doscientas especies diferentes; el Reloj de Agua de Pincio, un ejemplo de la ingeniería del siglo XIX, y el Silvano Toti Globe Theatre, una copia del Shakespeare’s Globe Theatre de Londres.

Catacumbas de Roma. Las famosas catacumbas son galerías subterráneas que fueron utilizadas como lugar de enterramiento durante varios siglos. Las inhumaciones de los ciudadanos paganos, judíos y los primeros cristianos de Roma en esos lugares comenzaron a realizarse en el siglo II y no se verían finalizadas hasta el siglo V. La ley romana prohibía que se diera sepultura a los difuntos en el interior de la ciudad, por lo que todas las catacumbas se situaron en el exterior de los muros. Eran excavaciones subterráneas apartadas y ocultas en el que los cristianos podían dar sepultura a los suyos utilizando libremente sus símbolos. En Roma existen más de sesenta catacumbas compuestas por kilómetros de galerías subterráneas, que alojan miles de tumbas. En la actualidad se encuentran abiertas al público solo cinco de ellas: las de San Sebastián, de San Calixto, de Priscila, de Domitila y de Santa Inés. Son como las entrañas de Roma y de su pasado.

Arco de Constantino.  Erigido en el año 315 en conmemoración de la victoria de Constantino I el Grande en la batalla del Puente Milvio, se encuentra entre el Coliseo y la Colina Palatino. En los relieves del monumento, realizados con bloques de mármol, se pueden ver las estatuas extraídas del Foro de Trajano y algunos relieves en los que aparece Marco Aurelio repartiendo pan entre los pobres, además de la representación de Trajano tras su victoria frente a Dacios. Es otro de los monumentos mejor conservados de la Antigua Roma. Gracias a su excelente ubicación es uno de los puntos más fotografiados y representativos de la ciudad.

Mercado de Trajano. Construido entre los años 100 y 110 antes de Cristo, el Mercado de Trajano es el primer centro comercial cubierto de la historia. El complejo se construyó en ladrillo y estaba formado por seis plantas a lo largo de las cuales se distribuían más de 150 locales comerciales. El Mercado de Trajano contiene en la actualidad al Museo de los Foros Imperiales. Al visitar este sitio, además de recorrer áreas que pertenecían al antiguo mercado, se pueden ver exposiciones que muestran los distintos aspectos de los foros imperiales, expuestos en maquetas y videos.

Termas de Caracalla. Construidas entre los años 212 y 216 bajo el mandato de Marco Aurelio Antonino Basiano, más conocido como el emperador de Caracalla, las termas fueron uno de los mayores y más espectaculares complejos de esa naturaleza en la antigüedad. Esas termas eran uno de los pasatiempos preferidos de los romanos, que acudían a ellas con regularidad  tanto para mantener su higiene como para mejorar sus relaciones sociales. Las termas constituyen una maravilla arquitectónica. Revestidas de mármol y con preciadas obras de arte, fueron de las más suntuosas del mundo antiguo. Dejaron de usarse en forma obligada en el año 537 cuando los acueductos que abastecían de agua a la ciudad fueron destruidos por los bárbaros. A pesar del paso de los siglos y los saqueos que sufrieron, las termas conservan aún en la actualidad la planta de los edificios y gran parte de las impresionantes paredes que le daban esplendor al recinto.

El Vaticano. Es una ciudad-Estado que se encuentra en el corazón de Roma. Es mundialmente conocida por ser el centro neurálgico de la Iglesia Católica. Para hacerse una idea de sus dimensiones, hay que pensar que se trata del Estado más diminuto de Europa, con apenas 0,44 kilómetros cuadrados y entre sus murallas viven menos de 1.000 personas. En un espacio tan limitado se halla la residencia del Papa, un palacio rodeado de jardines que se puede visitar bajo reserva previa. La independencia de la Santa Sede respecto de Italia se declaró el 11 de febrero de 1929 mediante el Pacto de Letrán. En la ciudad de El Vaticano hay visitas que brillan con luz propia: la Plaza de San Pedro, la Basílica de San Pedro y los Museos Vaticanos, recinto en el que se encuentra la archicélebre Capilla Sixtina, pintada por Miguel Angel.
La Plaza de San Pedro es una de las plazas más bonitas y grandes del planeta y se halla en El Vaticano, a los pies de la basílica de San Pedro. Sus dimensiones son: 320 metros de longitud y 240 metros de ancho. En las liturgias y acontecimientos más destacados, esta plaza ha llegado a albergar a más de 300.000 personas. Su construcción se llevó a cabo entre los años 1656 y 1667, de la mano de Bernini. La basílica de San Pedro acoge en su interior a la Santa Sede y es el templo religioso más importante del catolicismo y la iglesia donde el Papa celebra las liturgias más relevantes. La construcción de la basílica comenzó en 1506 y finalizó en 1626. Su nombre se debe al nombre del primer Papa de la historia, San Pedro, cuyo cuerpo está enterrado en la basílica. Esta tiene una capacidad para 20.000 personas, 190 metros de longitud y la nave central tiene 46 metros de altura. Entre las obras de arte que allí se pueden apreciar está el Baldaquino de Bernini, La Pietá de Miguel Ángel y la estatua de San Pedro en su trono. Su cúpula, iniciada por Miguel Ángel, fue continuada por Giácomo Della Porta y terminada por Carlo Maderno en 1614. Desde allí se tiene una vista formidable de la Plaza de San Pedro.
Los Museos Vaticanos se remontan a 1503, año en que el recién nombrado Papa Julio II donó su colección privada. Desde entonces familias privadas, como otros Papas han ido enriqueciendo la colección, una de las más grandes del mundo. Actualmente, los Museos Vaticanos reciben a más de 4 millones de personas por año. Uno de los puntos de su gran atracción es que constituyen la puerta de entrada a la famosa Capilla Sixtina. Esta obra es a su vez uno de los mayores tesoros del Vaticano, de Roma y de la humanidad en general. Es conocida tanto por su decoración, como por ser el templo en el que se elige y corona a los Papas. La construcción del edificio se concretó entre 1473 y 1481 durante el mandato del Papa Sixto IV, a quien debe su nombre actual. El arquitecto encargado de su construcción fue Giovanni de Dolci, siendo la única obra por la que se lo recuerda. Pero, lo que llama la atención de la Capilla Sixtina más que su arquitectura son los increíbles frescos que recubren por completo las paredes y el techo, en los que trabajaron artistas como Botticelli, Perugino, Luca o Miguel Angel. A éste último se le deben los frescos del techo, cuyas bóvedas tardó cuatro años en pintar, entre 1508 y 1512.

Como Roma es una ciudad de infinitas sorpresas y en algún sentido inagotable, en especial para recorrerla en un solo viaje, muchas son las travesías que se pueden realizar para completar estas propuestas.