Traslasierra, un valle encantado

Turismo

Sierras, ríos, arroyos, vegetación y aire puro conviven en esta zona del oeste de la provincia de Córdoba. Las actividades al aire libre, los deportes náuticos, la pesca, el turismo aventura o la simple contemplación sumergen al visitante en un pacífico microclima, a la vez que lo aleja, al menos por un tiempo, de la furia de las ciudades.

Con eje en la ciudad de Mina Clavero, esta región que se ubica al oeste de las Sierras Grandes, de allí su nombre, es uno de los destinos turísticos de más reciente desarrollo de la provincia de Córdoba, una de las más visitadas por los viajeros de la Argentina y del exterior. Durante décadas, mientras otras zonas de la atractiva geografía cordobesa se desarrollaban sin inconvenientes, Traslasierra buscaba romper con la dificultad de acceder a ella a través del Camino de las Altas Cumbres, obstáculo que con las mejoras en las rutas se logró superar. Así, por años resultó uno de los secretos mejor guardados del turismo provincial y hoy es un destino de gran demanda para quienes disfrutan de los atractivos naturales.

La presencia de artistas y artesanos en la zona —donde viven poco más de 100 mil habitantes— le dio, y le sigue dando, un toque de distinción creativa que funciona como plus, a la vez que un módico imán para curiosos. Desde que Luca Prodan y otros miembros de la mítica banda Sumo desembarcaron en el área, en los ya lejanos 80, otros músicos, pintores y escritores llegaron para afincarse o bien para pasar largas temporadas. Entre los primeros se destaca el grupo Las Pelotas —parte de la genealogía de Sumo—, cuyos integrantes, liderados por el guitarrista y cantante Germán Daffunchio, además de instalarse construyeron en ese oasis un estudio de grabación, en el que registran su música intérpretes de diversos géneros, del rock al cuarteto.

Un amplio abanico de actividades al aire libre, la oferta en materia de alojamiento que crece año tras año y la posibilidad de disfrutar todos los días del gran espectáculo de la naturaleza hacen de Traslasierra un lugar realmente encantado y encantador. El inventario incluye tres embalses, un gran cordón montañoso con elevaciones de hasta 2.900 metros, volcanes, palmares, bosques, ríos y arroyos, además de tres importantes áreas naturales protegidas: el Parque Nacional Quebrada del Condorito, la Reserva Hídrica Pampa de Achala y la Reserva Natural Chancaní. Más una treintena de posibles destinos a la espera de viajeros sensibles, entre ellos los que siguen:

Mina Clavero: es la ciudad más grande y uno de los mayores atractivos turísticos de la región, con el río homónimo como columna vertebral con sus aguas cristalinas, aunque frías, y a cuya vera numerosos balnearios son perfectos para el descanso. El Mina Clavero luego se une con el Panaholma y conforman el Río de los Sauces, el más importante de Traslasierra, de aguas más templadas. Algunas de las actividades al aire libre que se ofrecen son trekking, cabalgatas, deportes náuticos en el río o en el lago del Dique La Viña, pesca deportiva de truchas, excursiones en cuatriciclos y en 4×4. A diferencia de la gran mayoría de localidades de la zona, la ciudad también propone una amplia oferta gastronómica, casino, bingo, discotecas, etc.

Villa Dolores: otra ciudad, considerada la capital comercial de la zona y por eso mismo con menor oferta turística, aunque sus calles arboladas y sus jardines coloridos son toda una atracción, del mismo modo que sus artesanías y su gastronomía de sabores locales. Y apenas a minutos del centro, el paisaje serrano vuelve a aparecer en toda su magnitud.

Villa Cura Brochero: dos particulares atractivos convocan a los visitantes. Por un lado, las bondades de las aguas mesotermales, beneficiosas para la salud, del río Panaholma. Por otra, la obra que dejó el sacerdote que da nombre al pueblo (una Casa de Ejercicios Espirituales, escuelas, caminos, un acueducto, canales de riego, etc.). Este año se agrega la canonización de José Gabriel del Rosario Brochero, “el cura gaucho”, el mes próximo en el Vaticano, que lo convertirá en el primer santo nacido en la Argentina.

Nono: típica villa serrana de aire puro, tiene ionización negativa, que hay quienes consideran que facilita la tranquilidad de ánimo y el recogimiento. El Río Chico, un curso de agua manso, es ideal para que sea disfrutado por los niños. Además de las actividades habituales de la zona, se puede visitar el Museo Rocsen, con más de 18 mil piezas arqueológicas; el Dique la Viña, con su pared de más de 100 metros de altura y su lago apto para la pesca y la náutica, y el cerro Champaquí, el más alto de la provincia. Una amplia oferta gastronómica completa el panorama turístico.

Las Calles: un poblado rodeado de arroyos, que se unen para formar los ríos Mina Clavero, Rugapampa y Panaholma, y que tienen su mayor atractivo en el balneario Paso de las Tropas. Desde allí se admiran los cordones montañosos Los Gigantes y Sierra de Comechingones y se accede a la Quebrada del Condorito y al Cerro Champaquí.

Las Rabonas: mezcla de sierra y campo, se encuentra en terrenos de lo que antiguamente fue una gran estancia, entre las Sierras Grandes y el lago que forma el Dique La Viña. Allí se desarrolla gran parte de las actividades recreativas del lugar, como trekking, cabalgatas, deportes náuticos, etc.

Los Hornillos: otro pueblo de gran belleza natural, en el que destaca la oferta de productos regionales (miel, quesillo de cabra, cerveza artesanal, dulces de frutos de la región) y la capilla Santa Teresita del Niño Jesús, cuya fiesta patronal se celebra en octubre.

Villa de Las Rosas: ubicada al pie del Champaquí, se pueden practicar escaladas en roca, rappel y otras disciplinas afines, además de trekking. Desde el balneario Guasmará, un bello destino de verano, se accede a un camino que recorre las estaciones del Vía Crucis y que culmina con una gran cruz en altura. Desde allí se obtiene una inmejorable vista del valle de Traslasierra.
 
Las Tapias: además de constituir un centro de extracción de minerales y un polo de fabricación de ladrillos y tejas, en términos turísticos ofrece el atractivo Dique Nivelador Boca del Río, el Ecovalle (un complejo que encierra un pequeño zoológico) y el avistaje de aves y fauna autóctona.

San Javier y Yacanto: originalmente sitio de descanso de la colectividad inglesa que llegó al país en el siglo XIX para el desarrollo del ferrocarril, aún conserva numerosos rastros de esa historia. Además de su balneario, se pueden visitar la iglesia, almacenes y pulperías; pasear en sulky; conocer el taller de piedras preciosas; acceder a la Granja Ecológica El Manantial y a la Estancia Corralito, entre otras actividades. Para los amantes del turismo aventura, es el punto de partida de las excursiones que se organizan para ascender al Champaquí.

Luyaba: otro buen destino para el ecoturismo, se caracteriza por el cultivo de hierbas aromáticas y medicinales. En el mes de enero se celebra el particular Festival de la Gallina Hervida, que combina el consumo comunitario de pucheros a base de vegetales y de centenares de gallinas criollas, con la actuación de artistas folklóricos.