La Charo

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El primer disco solista de Charo Bogarín

Desde hace más de quince años, la cantante y periodista formoseña Charo Bogarín viene recuperando la esencia de su música ancestral en el dúo Tonolec, que comparte con el chaqueño Diego Pérez, en una lograda y original fusión con sonidos electrónicos. Tataranieta del cacique guaraní Guayraré, profundiza aun más en La Charo, su primer disco solista, esa identidad artística que lleva en la sangre, literalmente, pero también hurga en nuevas formas musicales y poéticas, si se quiere más globales. También lleva Bogarín el dolor de ser hija de un desaparecido durante la última dictadura cívico-militar. De esa otra fusión de la historia de sus antepasados con su propia historia personal da cuenta en parte este álbum, en el que, además, se revela como compositora de la mayoría de los temas.

A diferencia de los discos de Tonolec, La Charo es casi totalmente acústico. Acompañada por Juan Sardi en ronroco y coros, Rafael Climenti en contrabajo, Raúl Tilín Orozco en guitarras y teclados, Nuria Martínez en quena y sikus, los arreglos y dirección de cuerdas de Lucio Mantel y ella en canto y cuatro venezolano, Bogarín trasciende las fronteras musicales originarias en la búsqueda de los sonidos de Latinoamérica y de ubicarse, con buen pronóstico, como potencial artista de la llamada world music.

Así, por ejemplo, aparecen ritmos de Venezuela en La marejada, de México en Pradera nocturna, del Altiplano en Coplitas en siete, todos compuestos por la artista radicada en Resistencia, Chaco. Pero también temas de otros autores, como el bello Dueño no tengo, vidala riojana recopilada por Leda Valladares (“Ves aquella nube negra/ Me causa un sentir/ Que se bate por el aire/ Dueño no tengo y salgo a buscar/ Porque sin dueño no puedo andar”); Sumaj Pachamama, de la boliviana Luzmila Carpio; Sobre tu playa, del legendario grupo chileno Inti-Illimani; Por eso me quedo, de la recordada mexico-estadounidense Lhasa de Sela, y la conmovedora canción de cuna qom Cuna de barro, de Raúl Cerruti y Marta Quiles.

El punto más emotivo lo constituye En mi voz como paloma, tema que dedicó a Francisco Javier Pancho Bogarín, su padre, desaparecido cuando solo tenía 30 años (“Cómo pensar querer en estos tiempos/ si de tu lado yo me fuera/ defiende siempre mis sueños/ Y ahora que pienso en que ya no te tengo/ Soles brillarán al estero de tu recuerdo”), donde le da una vuelta de tuerca lírica a una historia que marcó su vida desde muy pequeña.

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