Cumpleaños: más allá del pelotero
Los chicos suelen adorar los cumpleaños, los propios y los ajenos, pero a los padres muchas veces estos festejos nos producen una catarata de dudas. Un poco por los montos astronómicos que están pidiendo los salones, aunque también porque las animaciones tienden a ser ruidosas, los espacios chicos y los menús abundantes en grasas saturadas y azúcares, lo que redunda en un público infantil algo alterado y unos adultos desconcertados: “¿para qué tanto esfuerzo si al final terminamos todos nerviosos?”.