Federico Molinari: el pequeño gigante de las anillas

Deportes

"Solo el que aprende a no bajar los brazos, está listo para levantar una copa". Esta frase encabeza el sitio web de Federico Molinari. Su nombre posee la particularidad de ser el referente directo de un deporte, la Gimnasia Artística, y de San Jorge,  una ciudad del interior de  nuestro país. 

Existen en la actualidad varios hitos que han constituido a la localidad santafecina como la cuna de la gimnasia argentina, pero mucho tiene que ver el desembarco de su familia en la misma en 1988. Fue allí cuando le ofrecieron a su papá, Fernando, y mamá, Alicia, ser los entrenadores del Club Atlético San Jorge. Así Federico, que había nacido el 11 de enero de 1984 en Rosario, se mudó a una nueva vida.
Instalado en la pequeña ciudad, tanto Fede como su hermano Matías –dos años menor-, se  pasaba el día entero dentro del gimnasio debido al trabajo de sus padres. “Por esta razón comencé a los 4 años a practicar gimnasia en la escuelita de iniciación deportiva y sin saberlo esa decisión me cambiaría la vida para siempre”, cuenta en sus memorias.


“Mi vida siempre estuvo ligada al Club Atlético San Jorge, me pasaba todo el día dando vueltas por sus instalaciones y eso me llevo a ocupar mi tiempo en otras actividades. Además de gimnasia practicaba tenis, básquet, natación, pelota a paleta y golf”. Cuando tenía 9 años su papá, que para ese momento ya era su entrenador, le dijo que si ansiaba alcanzar cosas importantes con la gimnasia debía dedicarle más tiempo y dejar de lado la práctica de tantos deportes. “A partir de ese día me dediqué por completo a la gimnasia”, recuerda.


En 1997 logró insertarse en la selección argentina de Gimnasia Infantil, un destino solo para selectos entre el gran número de chicos que practican este deporte en nuestro país. “Participé del Campeonato Sudamericano en Santiago de Chile, donde obtuve tres medallas de bronce y una de plata en la que sería mi especialidad, las Anillas”. Luego vinieron una gran cantidad de viajes por todo el mundo junto a su padre como entrenador. “En 1998 fuimos a los Juegos Mundiales de la juventud en Moscú (Rusia), y pudimos vivir una experiencia única e irrepetible”.


En 2002 se mudó a Buenos Aires para entrenar en el CeNARD.  Allí comenzó a trabajar bajo las órdenes de Vladimir Makarian, entrenador ruso de la Selección Argentina de gimnasia, y vivió un proceso de adaptación natural por el cambio que significaba su desembarco en la metrópolis. “Pasé por un natural proceso de adaptación tanto en lo que respecta al entrenamiento como en lo que se refiere a vivir en una ciudad tan grande y tan distinta a San Jorge. Si bien la forma de entrenar era diferente, la adaptación no me llevó mucho tiempo y rápidamente nos pudimos entender con Vladimir. En 2003 participé de mi primer Juego Panamericano (Santo Domingo, República Dominicana) y de mi primer Campeonato Mundial (Anaheim, USA)”.


Desde entonces comenzó la lucha por un gran sueño. Federico fortaleció su búsqueda al gran objetivo de su vida: “Desde chico soñé con estar en un Juego Olímpico”, contó en Radio Cooperativa en la Previa de Londres 2012. Pero por aquellos años hasta el cumplimiento del sueño debió vivir muchas cosas y tomar decisiones importantes. “Para sostenerme debí hacer otras cosas, por lo que trabajé como entrenador para poder costearme los estudios y poder seguir estudiando Educación Física en Capital Federal”, explicó en otro momento de la entrevista.

A mediados de 2006, luego de realizarse una cirugía en el hombro derecho que lo dejó fuera de competencia por más de seis meses, alcanzó por primera vez el Campeonato Nacional All Around de la categoría Mayor.  Pero las lesiones no se iban a ir por mucho tiempo. Luego de los Juegos Panamericanos de Rio de Janeiro (2007) un mal salto le trajo un nuevo dolor de cabeza. “Me lastimé los ligamentos cruzados de la rodilla derecha, y aunque participé del Campeonato Mundial de Stuttgart (Alemania) clasificatorio para los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, no pude lograr la clasificación. Uno de mis sueños más grandes se me iba de las manos”, cuenta en su biografía Molinari.


Luego del impacto que significó no conseguir el pasaje a Beijing, el año 2008 fue un punto de partida para lo que vendría posteriormente. Fue sexto en Paralelas durante la Copa del Mundo de Moscú, cuarto en la Copa del Mundo de Barcelona en Anillas y logró dos medallas en el Campeonato Panamericano de especialistas en Rosario: plata en Anillas y bronce en Paralelas.
“Ya en 2009 seguí creciendo como gimnasta y en el Campeonato Mundial de Londres logramos junto a Vladimir un hecho histórico para la gimnasia Argentina, entrar a la final del All Around de un Mundial”, recuerda. Ese resultado derivó a que al año siguiente la Federación Internacional de Gimnasia (FIG) le otorgara la mención de “World Class Gymnast” (gimnasta de clase mundial). En ese mismo año se dio otro hecho significativo para su carrera con una gran actuación en Anillas en el Mundial de Rotterdam en donde pudo colocar en el código de puntuación un ejercicio con su propio nombre “Molinari: es un Kip cristo a escuadra con piernas plegadas”.


2011 fue un año trascendental para sus aspiraciones de llegar a un Juego Olímpico. En el Campeonato Mundial de Tokio Federico sabía que esta era una de sus últimas oportunidades para cumplir el gran sueño de su vida. Logró el objetivo de clasificar al Pre-olímpico de Londres, y en los Juegos Panamericanos de Guadalajara finalizó la competencia de Anillas en un meritorio octavo lugar. “Solo quedaba un torneo, el más importante de todos, el que me había imaginado los últimos 4 años”. Pasó navidad en casa y se fue a entrenar a España con la Selección Roja. “Me preparé como nunca antes para el Pre-olímpico”. Y agrega: “Fue un torneo distinto a todos los demás, nunca había sentido lo que sentí ese día, una mezcla de presión, emoción, alegría y orgullo de representar a mi país”.
Faltando siete meses para los Juegos el objetivo estaba cumplido. “Me pasó una película de mi vida en la cabeza, muchas imágenes, personas, momentos, torneos. Instantáneamente me abrace con mi novia y con mi entrenador. Estaba clasificado”.


A días de debutar en la máxima cita deportiva, Fede adelantaba en Parador 770 por Radio Cooperativa, que si las cosas salían bien y se levantaba con el pie derecho tenía posibilidades de meterse en la final. “Sería algo máximo e inigualable para mi carrera”. Ese “objetivo bastante probable de estar entre los 15” se cumplió y el rosarino se convirtió en leyenda dentro de la disciplina. Los flashes y las cámaras de TV se posaron el 6 de agosto en aquella histórica serie, por primera vez un gimnasta argentino peleaba por un podio olímpico. “Me la jugué a todo o nada y no se dió. Sabía que si no clavaba la salida no tenía posibilidades de pelear una medalla”, fueron las palabras del gimnasta argentino apenas terminó su participación en la final de anillas de los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Respecto a su rutina en las anillas mencionó: “Hice una serie excelente sobre las anillas, marqué muy bien todas las posiciones de fuerza, pero tuve un error grande al caerme en la salida y perdí un punto completo, lo cual me dejó sin posibilidades. De haber hecho una salida perfecta podría haber estado cerca de la nota del italiano y podría haber peleado la medalla de bronce.”


A un año de aquella experiencia movilizadora y fascinante Federico opinó: “Londres en mi vida marco un antes y un después. Cambió todo ya que pasé a un plano de reconocimiento masivo en un deporte poco difundido y eso me abrió muchas puertas y me dió la confianza para poder competir de igual a igual con cualquiera en el mundo”. Para su padre, Fernando, es difícil dimensionar lo que significa la figura de su hijo en la Juventud de la Gimnasia, si no estuviste cerca de él durante las cosas que pasaron en el 2012. “Por comentario de amigos entrenadores y por la movida que se produjo en el Club, donde se acercaron muchísimos nuevos gimnastas, su imagen y sus logros han provocado un gran acercamiento de niños a los gimnasios en Argentina”, sostuvo quien además fue su primer entrenador. Remarcó, además, el cambió que significó en la vida de Federico encontrarse “firmando autógrafos y compartiendo fotos con jóvenes deportistas que lo admiran. Es increíble y eso se lo ganó, fue generando en los niños un respeto enorme”.

El pasado 13 de julio Federico Molinari volvió a ser profeta en su tierra y dominó la competencia de anillas del Campeonato Nacional de Clubes. Este certamen fue clasificatorio para las competencias más importantes del calendario 2013. Respecto a lo que queda del año explicó: “Las metas más importantes del año son terminar el ranking mundial entre los tres primeros del mundo, actualmente estoy segundo. Y por último estar en la final de anillas del mundial de gimnasia en Bélgica a fines de septiembre”.


Hoy su figura trascendió la disciplina y forma parte de una de las marquesinas más importantes de la Calle Corrientes. “Recibí la propuesta para formar parte de Stravaganza antes de los Juegos de Londres, pero en ese momento estaba muy enfocado en lo deportivo y además no tenía tiempo”, explicó. “A la vuelta de Londres Flavio volvió a llamarme y la propuesta fue muy tentadora por varios motivos: por un lado es una obra de teatro que tiene muchísimo que ver con lo deportivo y permite que los gimnastas podamos lucirnos; además es el espectáculo más importante del teatro argentino y lo más importante de todo es que me da la posibilidad de seguir difundiendo la gimnasia desde otro ámbito”.
Su padre lo define como “el ejemplo de la perseverancia, el espíritu de sacrificio y el amor por el deporte”. Y remarca con admiración paternal que su hijo “es un verdadero apasionado de lo que hace, vivió como si supiera toda la vida que iba a alcanzar con la gimnasia el sueño olímpico”.  A los 29 años Federico Molinari alcanzó sus metas de llegar a una Final Olímpica y logró trascender los límites del deporte en sí mismo para acaparar el reconocimiento general. Lejos de conformarse,  el “pequeño gigante” va en busca de seguir escribiendo su propia historia.