Gareca, un DT de perfil bajo y hábitos ganadores

Deportes

A pesar de ser de Vélez desde la cuna debutó en Boca. Se hizo Tigre en Junín, su pase a River revolucionó el fútbol argentino, al punto que provocó una huelga histórica, y metió a Argentina en el Mundial ’86 pero Bilardo no lo llevó a México. Fue ídolo indiscutido en él América de Cali y se retiró campeón con Independiente. Hoy es uno de los entrenadores con más prestigio del Continente: Ricardo Gareca, un hombre de perfil bajo y hábitos ganadores.

Tapiales en los años ’60 era un barrio bonaerense que permitía, a los niños que allí crecieron, pasar las horas jugando en sus veredas y baldíos. “Me crie en la calle. Llegaba del colegio y me iba a jugar a la pelota”. Por aquellos años Ricardo Gareca prefería jugar de arquero hasta que “el viejo”, que se acercaba a la iglesia donde hacían los picados con los pibes del barrio, lo convenció que él tenía condiciones para jugar al centro.
Con once años cumplidos, el “flaco” se deslumbraba viendo a Vélez los domingos brillar en Liniers, con un delantero implacable como Carlos Bianchi, y en la semana daba sus pasos iniciales en la novena división de Boca. Nombres con peso e historia en nuestro fútbol como el de Evaristo, Arancibia, Gandulla y Grillo fueron sus maestros de entonces.


En La Candela comenzó a gritar sus primeros goles. Allí conoció el oficio del puesto y como moverse en el área. Su andar cansino y el hecho de estar siempre agazapado a la espera de una oportunidad le valieron el mote de “Tigre”. Años más tarde, cuando su cabellera rubia y sus goles eran sensación en Sarmiento de Junín, un incipiente Walter Nelsón en los relatos retomó aquel apodo y lo instaló para siempre en el imaginario popular de nuestro fútbol.


Pero el debut había llegado unos años atrás. Un día antes de la primavera de 1978 el “Toto” Juan Carlos Lorenzo confió en el pibe de inferiores para reemplazar a José Luis Saldaño. Esa tarde Boca venció 1-0 a Rosario Central y Gareca tuvo su bautismo de fuego. Hasta fines de 1980 disputó 15 partidos oficiales y marcó 3 goles con la Azul y Oro. Para el Metropolitano del año ’81 Boca armó un súper equipo con Maradona y Brindisi y el “Tigre” optó por seguir creciendo futbolísticamente en Sarmiento de Junín. En el “Verde” disputó 33 encuentros y anotó 13 goles que le permitieron regresar al Xeneize con mucha más espalda. Su segundo ciclo en el club de la Ribera fue con mucha más continuidad y con partidos memorables, como el 5-2 a River del Nacional ’82 en Nuñez, que le permitieron ganarse un lugar en el corazón del hincha boquense. En total, entre los dos ciclos, marcó 65 tantos en 129 partidos.


En 1985 la situación económica en Boca era compleja. En medio de un contexto con meses de sueldo adeudados, el empresario Guillermo Coppola le acercó una oferta al “Flaco” y a Oscar Ruggeri, jóvenes valores de la cantera, donde se especificaba que River Plate estaba interesado en contratarlos. Ambos jugadores, argumentando que hacía meses no percibían el sueldo, solicitaron su libertad de acción al Xeneize a comienzos de año pero el club de la Rivera se negó a liberarlos. El hecho derivó en un conflicto sin precedentes: ante la negativa de los clubes, el 18 de enero Futbolistas Argentinos Agremiados dispuso una huelga por tiempo indeterminado. Tras el rechazo del gremio a la intimación del Ministerio de Trabajo para levantar el paro, la medida fue declarada "ilegal" el día 24 de ese mes. Al final, Ruggeri y Gareca fueron a River y la huelga terminó. El paso por Nuñez fue breve: 4 goles en 12 partidos.


A mediados de 1985 comenzó el periodo en Colombia. Gareca llegaba el poderoso América de Cali donde ganó 2 campeonatos locales y disputó 3 finales consecutivas de Copa Libertadores -1985, 1986, 1987 – junto a otros referentes como Carlos Ischia, Julio Cesar Falcioni y Roberto Cabañas. Fueron cuatro años de éxito con 57 goles en su haber.
1986 significó uno de los momentos más dolorosos de su carrera. El “Flaco” fue el delantero de Bilardo desde 1983 hasta los meses previos al Mundial de México. Y aunque un gol suyo, agónico en el Monumental, ante Perú clasificó a Argentina, el DT se decidió por Valdano, Pasculli y Almirón para armar la lista mundialista. Hoy 27 años después este hecho sigue siendo una espina dolorosa en su vida, “no cumplir expectativas como ir a aquel Mundial me ha provocado dolor”, recordó Gareca en una reciente entrevista televisiva.


El cierre de su carrera como futbolista lo trajo al club de sus amores de infancia. “Norberto Recasens y Cacho Rodríguez fueron a buscarme a Colombia, Vélez no estaba bien y se dio todo para volver”. Se armó un equipo importante junto a figuras de la talla del “Pato” Filliol y el “Búfalo” Funes. Gareca anotó 24 tantos en 117 juegos disputados.
Para 1993 Independiente contrató los servicios del goleador. En aquellos doce meses que fueron el corolario de su carrera profesional llegaron sus únicos dos títulos con un equipo argentino. El “Tigre” anotó 11 goles en el Rojo y formó parte del equipo que ganó la Supercopa y el Clausura ’94. Un gol suyo ante Huracán cerró el ciclo de una carrera brillante.


La transición de jugador a entrenador lo llevó a conducir una escuela de fútbol junto a su amigo Oscar Ruggeri y a probar suerte como empresario en la representación de jugadores. En ninguna de las tareas se sintió cómodo y fue en 1995 cuando asumió el desafió de dirigir. San Martín de Tucumán, Talleres, Independiente, Colón, Quilmes y Argentinos Juniors fueron sus primeros pasos en el medio local. Los colombianos de América de Cali e Independiente de Santa Fé de Bogotá su primera experiencia internacional. Sin lugar a dudas la carrera de Gareca como DT, vivió un antes y un después con su paso por Universitario de Perú: en un solo año, ‘07/’08, obtuvo el título local, lo clasificó a una Copa Libertadores luego de 8 años y los ojos del fútbol domestico volvieron a posarse sobre él.


“Estando en Perú me llamó Christian Bassedas y me comentó que había ganado Raffaini y que era el candidato para dirigir Vélez”, recordó el “Flaco”. Gareca tenía contrato hasta fin de año y el hecho que el DT argentino haya querido respetarlo con el equipo de la capital peruana terminó de convencer a la flamante dirigencia del “Fortín” de Villa Luro.
En 2009 fue presentado como técnico de Vélez. Desde su llegada se vio su crecimiento como líder de grupo. Meses atrás, en una entrevista con el periodista Guillermo Salatino, Gareca recordaba haber sido dirigido por los mejores entrenadores del país: Menotti, Bilardo, Lorenzo, Basile, Ochoa Uribe -en Cali-, entre otros. Pero que sin duda por capacidad quien más lo marcó había sido Héctor Veira: “El Bambino resumió a todos los que tuve”.

Hoy, a cuatro años de aquel debut con el conjunto de Liniers, es el técnico con más continuidad en primera división y posee tres títulos locales con la “V” azulada.
Ricardo Gareca, es sin dudas un técnico ganador pero de bajo perfil, que puede convivir entre la gloria y la tranquilidad de su familia, capaz de dejar todo y refugiarse en la tranquilidad Carlos Paz, y con un futuro promisorio de fútbol europeo o selección nacional.