Los cinco grandes problemas del fútbol argentino

Deportes

Barras bravas, desigualdad entre los clubes, caos organizativo, crisis del seleccionado y una dirigencia que no se renueva dan cuenta de una crisis que pocos confían en que pueda ser revertida por la AFA de Tapia.

Ni la final alcanzada en el Mundial de Brasil, ni las dos en las últimas ediciones de la Copa América, ni la certeza casi universal de que el mejor jugador del mundo es Lionel Messi alcanzan a tapar los males por los que atraviesa hace mucho tiempo el fútbol argentino. Es más, mientras esos importantes acontecimientos transcurrían, la pregunta que quedaba flotando en el aire era: ¿cuándo se va a notar a nivel Selección el desaguisado institucional en que se convirtió la AFA tras el fallecimiento de quien la dirigiera durante más de 35 años, Julio Humberto Grondona?

Es cierto que la mayoría de los problemas no empezaron tras la muerte de quien tuviera la frase “todo pasa” como lema de cabecera. Pero el caos dirigencial desatado a partir del 30 de julio de 2014 puso aún más en evidencia las fallas del viejo régimen y la imposibilidad de la AFA de aprovechar ese hecho para lavarse la cara y encarar el futuro renovada. Por el contrario, y a juzgar por la opinión de los especialistas, quienes hoy mandan en la calle Viamonte son más de lo mismo que había antes. Las expectativas por que se encuentre un camino que empiece a solucionar alguno de los grandes problemas no quedaron en su punto más alto tras la elección que consagró los nombres de Claudio Chiqui Tapia como presidente, Daniel Angelici como vicepresidente 1° y Hugo Moyano como vicepresidente 2°.

Pero repasemos entonces cuáles son los males que con distinta intensidad y abarcando cuestiones institucionales, económicas y deportivas aquejan a nuestro querido fútbol argentino, sin que el orden siguiente implique una jerarquización de los mismos.
 

1) Violencia. Aunque este listado se trata solo de una enumeración, esta cuestión es sin duda una de las más importantes porque se cobra vidas año a año. Ni siquiera la medida de restringir el acceso de los hinchas visitantes a los estadios pudo frenar la violencia, tal vez porque las divisiones internas de las barras hoy son tan habituales como la imbecilidad de matarse por llevar una camiseta distinta. “Los grandes problemas del fútbol argentino son los grandes problemas del país. O sea, el fútbol no se puede separar de lo que es el país”, sintetizó el periodista Alejandro Fabbri ante la consulta de Revista Cabal. Por lo tanto, si la Argentina tiene hoy una sociedad empobrecida y violenta, es lógico que ello se refleje en las canchas. La cuestión, además de firmeza, requiere para su solución inteligencia en el análisis. “El fenómeno de las barras bravas en la Argentina es completamente distinto al fenómeno de las barras bravas en el mundo. En el mundo son tipos que están fuera del sistema y que buscan moverse por la periferia. En la Argentina, están metidos dentro de los clubes, están lejos de ser inadaptados. Son adaptados absolutamente a los sistemas de poder y de cada una de las instituciones, y por eso es muy difícil poder apartarlos”, opinó el también periodista Mariano Hamilton para Revista Cabal. Ligado a la cuestión de las barras y la violencia está la medida que se tomara en junio de 2013 de impedir que los hinchas visitantes concurrieran a los partidos. Lo que motivó la decisión fue la muerte del hincha de Lanús Javier Gerez en el Estadio Único de La Plata, antes de un partido entre el granate y Estudiantes. Aunque el fallecimiento de Gerez nada tuvo que ver con un enfrentamiento entre hinchas sino que fue asesinado por un policía, reveló una vez más la incapacidad de los efectivos para controlar la seguridad en los partidos. La medida, que no alcanzó a los partidos en cancha neutral de la Copa Argentina, sigue parcialmente vigente: en la actualidad es la Agencia de Prevención de la Violencia en el Deporte (Aprevide) la que avisa qué partidos pueden contar con la presencia de simpatizantes rivales.

2) Desigualdad. Por un lado está la cuestión económica del asunto y por el otro la deportiva. El primer aspecto se ha resumido en una de las frases que conforman la “pesada herencia” del grondonismo: “AFA rica, clubes pobres”. Y es de muy difícil elucidación. ¿Son los clubes pobres porque sus dirigentes los administran mal? ¿O el reparto del dinero es tan desigual que casi no hay gestión que pueda encauzar la economía de las instituciones? Para Hamilton “hay un problema claramente de administración de recursos, tanto por parte de la AFA como por parte de los clubes. Es decir, no saben administrar”. “Desde 2009 para acá -agrega- tuvieron un incremento importantísimo en lo que es recaudación de derechos de televisión. Eso, suponíamos todos, iba a redundar en que se iban a poder mejorar los planteles, que iban a poder mantener a los jugadores más tiempo, que iban a poder hacer un torneo un poco más competitivo. Pero no pasó nada de eso. Siguieron endeudados y complicando el destino de cada uno de los clubes. Cosa que no ocurre con los grandes, porque ellos tienen unas cajas importantísimas de recaudación que los chicos no. Y encima a los chicos, como para agrandar la brecha, les quitaron las recaudaciones de visitantes”. Lo curioso, para Hamilton, es que esa diferencia no se termina de notar en lo deportivo: “es medio complicado y extraño de decirlo así, porque hay una brecha en lo económico muy grande pero no se manifiesta en lo deportivo, donde como la medianía es tal parece que todos más o menos pueden salir campeón o pelearla un poco”. Para Fabbri, si esa brecha no llegó a notarse tanto en el rendimiento de los clubes fue porque Grondona ejercía cierto contrapeso al poder de los más grandes. “Con todos sus defectos, personalismos, autoritarismos, Grondona frenaba determinado poder hegemónico de los más poderosos. Pero ahora vuelven a tener más de todo y los más humildes cada vez menos. Hay un problema serio de conservadurismo en el fútbol argentino. Seguimos con los cinco grandes por decreto, por inspiración divina. Rosario Central, Newell´s, Estudiantes, Vélez no pueden ser grandes. La idea de los poderosos es hacer un fútbol a imagen y semejanza del de España, dónde hay dos poderosos, otros dos o tres que hacen de comparsa para explicar que el campeonato es más variado y el resto es simplemente cotillón. Igual habrá que ver cómo sigue. Va a ser difícil que puedan hacer lo mismo porque hay muchos clubes que han crecido mucho”, analiza.

3) Desorganización. Otra debilidad de larga data, especialmente en lo que se refiere a calendarios y organización de los torneos. No debe haber en el mundo un país que haya cambiado tantas veces el formato de sus certámenes como el nuestro. Hasta 1967, cuando irrumpieron los torneos metropolitanos y nacionales, se disputaba un campeonato anual a dos ruedas con una cantidad variable de equipos pero nunca tan numerosos como ahora. Era el famoso torneo largo. A partir de ahí y hasta nuestros días, la forma de disputa se tocó demasiadas veces. “Los torneos en la Argentina son disparatados”, dice Hamilton. “Hay un torneo de 30 equipos anual -agrega-, después se hace un torneo de 30 equipos por 6 meses, después se hace un torneo de 28 equipos de un año, primero se juega de junio a mayo, ahora se quiere jugar de febrero a diciembre, nadie tiene muy claro qué es lo que corresponde. Lo mejor sería adaptarse a los calendarios internacionales, que es lo que recomienda la FIFA”. La idea de la Súper Liga, muy cuestionada en muchos aspectos, tal vez sí traiga un poco de orden a esta cuestión, aunque nada garantiza que perdure en el tiempo.

4)Seleccionados. Es muy difícil que una crisis institucional tan grande no repercuta tarde o temprano en el plano deportivo. Y si tenemos en cuenta el quinto lugar que ocupa hoy la Selección en las Eliminatorias para el Mundial de Rusia bien podríamos pensar que ha llegado ese momento. Aún con el mejor jugador del mundo entre sus filas (ahora suspendido por la FIFA por insultar a un juez de línea) y otros destacados jugadores que brillan semana a semana en Europa, el equipo nacional perdió el rumbo. La salida de Gerardo Martino con apenas seis fechas de la clasificación continental disputadas respondió claramente al desgobierno que había en la AFA. Y la contratación de Edgardo Bauza como reemplazante, un DT sin experiencia en Europa (dónde juega la mayoría del plantel), tampoco pareció demasiado acertada. De hecho, una de las primeras medidas que tomó la AFA de Tapia fue despedirlo para llamar a Sampaoli. Por supuesto, se hizo con la desprolijidad de siempre. El seleccionado debe enderezar el rumbo para llegar a Rusia y recuperar su identidad. Pero bastante antes que la crisis se reflejara en el primer equipo, otra muestra de que las cosas no se venían haciendo bien fueron los juveniles. Desde el gran trabajo de Pekerman, luego continuado con menos títulos pero con mucha seriedad por Francisco Ferraro y Hugo Tocalli, los Sub 20 y Sub 17 de Argentina anticiparon esta desconcertante actualidad.

5) Dirigencia. ¿Puede la “nueva” AFA empezar a solucionar todos estos problemas? “La nueva AFA no es nueva, si los dirigentes son los mismos. Primero, Tapia es presidente porque es el yerno de Moyano, un millonario. Segundo, porque es socio de Angelici,  palquista y socio de Boca. Si no, no le hubieran permitido serlo. O sea, es un tipo que trabajó por el Ascenso, pero dirige un club inexistente, del que ni siquiera es hincha. De novedoso esto no tiene nada” se enoja Fabbri ante la consulta. Hamilton coincide: “No creo que la AFA de ahora pueda resolver absolutamente nada de los problemas estructurales del fútbol argentino porque es más de lo mismo. Son dirigentes que están impregnados por la vieja política de reparto y de prebendas que tenía Grondona así que no veo que vaya a cambiar demasiado nada”. La división dirigencial, que llamativamente parecía haber quedado a un costado con la lista única que se presentó a las elecciones, volvió a quedar expuesta en las últimas semanas con la renuncia de Marcelo Tinelli, que tenía los cargos de vicepresidente de Selecciones y coordinador de Estatutos y Convenios de la Súperliga.

En definitiva, el sombrío panorama del fútbol argentino no se ha aclarado nada y cuesta encontrar entre los analistas alguna voz que traiga aunque sea un optimismo moderado. Como siempre, el tiempo dirá. 

 

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