Tata Martino, ídolo y emblema del fútbol argentino

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Es considerado por los hinchas del club que lo vio nacer futbolísticamente, como su “hijo prodigo”. Su nacimiento fue en Rosario el 20 de noviembre de 1962 y desde los primeros años de su vida Gerardo Martino estuvo ligado a una pelota de fútbol.

En el patio, en la esquina del barrio o en el club Provincial que quedaba enfrente de su casa paterna, el “Tata” Gerardo Martino hizo sus primeros goles. Por aquel entonces, a la edad de 12 años, cuando jugaba al baby un árbitro de infantiles que tenía un hijo en las inferiores de Newell’s lo invitó a sumarse al club. Así se dió el desembarco en su segunda casa.
Corría 1974, año glorioso para el conjunto del Parque de la Independencia que acababa de lograr su primer título oficial con un histórico gol de Mario Zanabria ante Rosario Central. Aquel equipo se ganó el derecho a jugar la Copa Libertadores y los rivales del grupo fueron Cerro y Olimpia de Paraguay. Aquella experiencia continental también fue importante para el joven “Tata” que, con solo 12 años de edad, fue parte de un grupito de juveniles que acompañó al primer equipo para jugar partidos de exhibición en la previa.


En esos años el club se caracterizaba por una vida social donde convivían múltiples disciplinas. Junto al nombre de Martino también descollaban otros jóvenes con talento y futuro promisorio como Sergio “Perfumito” Giovagnoli, el “Yaya” Juan José Rossi, el “Gringo” Norberto Scoponi y Jorge Tehiler. A la edad de 16 años, y con un paso previo como alcanza pelotas, el Tata fue subido a la tercera división: “Todo pasó muy rápido” recuerda el actual DT de Newell’s.
En 1979, apoyado en un legado familiar, decidió parar la pelota para terminar el colegio secundario. Hoy, a más de 20 años, suena casi impensado que un joven emergente y con presente en selecciones juveniles tome semejante decisión pero por aquel entonces comenzaba a gestarse la carrera de un hombre consecuente con sus ideales.


Es un lugar común, en la actualidad, escuchar que la vida de los futbolistas está atravesada por determinados sacrificios. En el caso de Martino su reinserción en el fútbol trajo aparejada la imposibilidad de realizar su viaje de estudios junto a sus compañeros de escuela. “No hay mal que por bien no venga” recuerda que le dijo su madre al ver que la cara le llegaba al piso. Y vaya si tenía razón, el destino le tenía al futuro crack preparada una carta ganadora. Luis Cubilla, el mismo DT que le había negado el ansiado viaje de egresados, lo mandó a la primera del Rojo y negro. Mientras sus pares del secundario disfrutaban del viaje que pone fin al ciclo de la adolescencia, el pibe que había llegado proveniente de Provincial, se hacía hombre: primero ingresando unos minutos ante Platense y luego sí, reemplazando al campeón mundial Américo Gallego ante River en 1980. “El Tolo estaba suspendido y me tocó ir desde el arranque, recuerdo aquél como mi debut”.


Al año siguiente, 1981, fue convocado a la selección juvenil. Disputó el mundial de Australia junto a figuras que en los años posteriores alcanzaron renombre como Sergio Goycochea, Carlos Tapia, Claudio Morresi, Claudio García y Jorge Burruchaga entre otros. Las concentraciones lo alejaron de la titularidad pero 1982 fue su año de inserción definitiva en la primera de la Lepra rosarina. El “Tata” se consolidó con tan solo 19 años de la mano del DT Juan Carlos Montes.
En 1984 llegó Jorge Solari a la institución. “Él era hincha, jugador  y ahora le tocaba ser DT, fue importantísimo para nosotros”, supo decir Martino cuando fue consultado sobre los entrenadores que más lo marcaron.


En la temporada ‘87/’88 fue José Yudica quien se hizo cargo del equipo. “Un técnico con una visión extraordinaria” dijo el Tata a la hora de recordarlo en una entrevista televisiva. Ese no fue un año más para él y sus compañeros, fue el de su primera consagración como campeón con Newell's Old Boys. Fue referente de un plantel, recordado no solo por el campeonato obtenido, sino también por haber estado conformado íntegramente con futbolistas provenientes de las entrañas del club,  hecho casi inédito en el fútbol mundial. “Era un equipo fenomenal, por primera vez cuando arrancó la temporada supimos que teníamos la necesidad de ser campeones”, indicó Martino.
Al año siguiente Integró el plantel que disputó la Copa Libertadores. El equipo estuvo muy cerca pero cayó en la instancia final de 1988 frente a Nacional de Montevideo.  En 1990 fue el emblema dentro de la cancha del conjunto que dirigió tácticamente Marcelo Bielsa; ese equipo se quedó con el Apertura '90, ronda que habilitaría a Newell's a disputar finales con el ganador del Clausura '91: nada más y nada menos que el Boca del “Maestro” Tabarez.


Luego de una serie intensa de ida y vuelta con triunfos 1 a 0 paras ambas localías respectivamente, sumó su segundo título personal  luego de una recordada serie de penales. El Tata aquel día no pudo dar la vuelta olímpica en la Bombonera por haber sido lesionado gravemente por Carlos Moya en el desarrollo del partido. “No me molestó no poder dar la vuelta, a mí solo me importaba alcanzar el objetivo”.
El Clausura ’92 significó su tercera coronación y quedar ahí nomás de la gloria continental: otra vez Newell’s era subcampeón de América. Esta vez los penales estuvieron del lado del poderoso San Pablo de Telé Santana.
En 1993 compartió campo y camiseta junto a Diego Maradona en su paso por el club. Al año siguiente debido a diferencias con la dirigencia Leprosa del polémico Eduardo López, se fue a Lanús. Su paso por el Granate fue de solo un campeonato. A mediados de 1995, regresó a Newell's Old Boys por una temporada más, pero los problemas con quienes conducían el club determinaron  su salida definitiva de la institución.


En el año 2003 fue elegido como él Futbolista más destacado de la historia de Newell's Old Boys, siendo también quién más encuentros disputó, 505, con 35 goles convertidos, y el que más títulos obtuvo (4), junto a Norberto Scoponi, Miguel Ángel Fullana y Juan Manuel Llop. La encuesta que se realizó en ese 2003, año en que se conmemoraba el Centenario del club, derivó en que el 22 de diciembre de 2009 el Tata fuera distinguido por la institución rosarina otorgándole su nombre a una platea del Estadio Marcelo Bielsa, también rebautizado esa misma noche.
Desde hace más de un año se desempeña como entrenador del club de sus amores luego de haber hecho una carrera emergente que empezó en el ascenso de nuestro país y que posteriormente lo llevó al fútbol paraguayo y, en consecuencia, a hacer historia con su selección nacional (la metió entre las 8 mejores en Sudáfrica 2010 y fue subcampeón de América en 2011).
Martino cumplió el domingo 56 partidos dirigiendo a Newell’s y su figura se erige cada vez más entre los máximos referentes en la historia de la institución. El triunfo sobre Racing lo posicionó como el DT con mejor efectividad en la actualidad en nuestro país con un número superior al 62.5 por ciento (30 victorias, 15 igualdades y 11 caídas). Desde que asumió, en el inicio de 2012, el conjunto leproso es el que más puntos acumuló en el fútbol argentino. Sumó 93 unidades en 49 partidos por torneos locales, por arriba de Arsenal (84), Vélez (83) y Lanús (82) –ambos con un juego menos -.


A su vez, el Tata ya ocupa el puesto número 14 entre los entrenadores que más dirigieron en la historia del club. Por encima se encuentran Juan Carlos Montes (282 partidos), José Yudica (245), Adolfo Celli (232), Gerónimo Díaz (185), Jorge Solari (175), Jorge Castelli (104), el Gitano Miguel Juárez (95), Marcelo Bielsa (94), Roberto Sensini (91), Angel Tulio Zof (81), Mario Zanabria (67), José Ramos (60) y Nery Pumpido (57). Habiendo superando recientemente a quien lo hizo debutar, el recordado Gordo Luis Cubilla (54).
Con todos estos argumentos el hombre que usaba las vendas por encima de las medias, el emblema leproso dentro de la cancha en los ‘80/’90 sigue llenando de expectativas al pueblo rojinegro. Su mística como jugador, su imagen como símbolo de resistencia a un pasado oscuro – que el mundo de Newell’s merece olvidar- y un presente inmejorable hacen del Tata, un icono inigualable de la historia del club. El ídolo y emblema que traspasó el verde césped.