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Sting & Shaggy, una dupla inesperada

Lo primero que habría que decir es que esta sociedad entre el experimentado músico inglés y el artista jamaiquino tomó por sorpresa a buena parte del mundo musical. También que fue Sting, con The Police, quien introdujo con fuerza el reggae en el universo del rock, lo que le quitaría buena parte de esa sorpresa. Y que la curiosidad, la apertura mental y, por qué no, el deseo de éxito, siempre estuvieron presentes en el compositor, bajista y cantante nacido Gordon Matthew Thomas Sumners. Además, el músico de dancehall bautizado Orville Richard Burrell y rebautizado Shaggy ya hace treinta años que se mudó de Kingston a Nueva York, donde también vive actualmente Sting. Es decir, no fue un rescate al estilo Buena Vista Social Club sino una alianza entre dos profesionales que, sí, y a pesar de lo dicho, resultó inesperada. Lo declaró el propio Sting durante la grabación del disco: “Lo más importante para mí en cualquier tipo de música es la sorpresa. Y todos están sorprendidos por esta colaboración, por lo que están escuchando. Nosotros también estamos sorprendidos”.

Lo que resulta de este encuentro artístico claramente tiene el acento del reggae, los colores y cadencias del Caribe, que se imponen “genéticamente” al rock, el pop y el jazz que trae Sting en su valija de herramientas. Así, 44/876 (los prefijos telefónicos de país de Gran Bretaña y Jamaica, respectivamente) tiene todos los códigos y clichés del reggae (base rítmica, percusión, coros) y quien lleva mayormente la voz cantante es Shaggy. El ejemplo más acabado de esto es el primer corte del álbum, Dont’ Make me Wait, que fue el tema para el que fue convocado a participar Sting a través del mánager en común Martin Kierszenbaum y que disparó la alianza con Shaggy, apenas meses después convertida en disco. Circunstancialmente aparecen vestigios más o menos presentes de otros géneros, como el hip hop en Gotta Get Back My Baby, el R&B en 22nd Street, el rock al estilo The Police en Dreaming in the U.S.A, un toque jazzero en Sad Trombone, el Sting de los últimos años 80 en Waiting for the Break of Day.

En síntesis, este 44/876 –del que participan la estrella del reggae Robbie Shakespeare, el cantautor jamaiquino Taranchyla, el saxofonista Branford Marsalis y el habitual guitarrista de Sting, el cordobés Dominic Miller, entre otros– sorprende más por la dupla que lo protagoniza que por la música, aunque, como todo lo que toca Sting, el piso de calidad es infrecuentemente alto.

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