Caravanas

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Caravanas, el último disco de Chico Buarque

A los setenta y tres años, cincuenta y uno después del primero y seis luego del anterior, Chico Buarque lanzó su disco solista de estudio número veintitrés, compuesto por nueve canciones que transcurren en veintisiete minutos y cuarenta y cuatro segundos. Números al margen, como es habitual en toda su obra, y a pesar de su brevedad, en Caravanas “sobra” poesía. Como viene sucediendo en los últimos años, cuando la palabra fue ocupando cada vez más espacio en su vida artística –es autor de nueve novelas y de seis obras de teatro– y la música fue quedando un poco al costado.

Quizá por eso el propio Chico se encargó de dar difusión a su nuevo disco en parte comentando algunas citas literarias escondidas en las letras de sus nuevas canciones. Como en Tua cantiga, el primer corte del álbum, con música del pianista Cristóvão Bastos (inspirado en la Polonesa en sol menor, de J.S. Bach), donde transcribe el verso final del Soneto 116 de Shakespeare: “Yo nunca nada escribí, ni nadie nunca amó”. Y en el que una provocativa secuencia generó cierta polémica de género: “Cuando tu corazón lo suplique/ o cuando tu capricho lo exija/ largo a mi mujer y mis hijos/ y de rodillas te seguiré”.

Mientras que en As caravanas, además de citar algunos acordes de Caravan, el standard jazzero de Duke Ellington, Chico reconoce haberse inspirado en la novela El extranjero, de Albert Camus, en la que el protagonista mata a un joven árabe y no manifiesta culpa ni arrepentimiento. Aquí los presuntos victimarios, aunque en realidad víctimas, son los pobres de las favelas que “invaden” las playas cariocas, dice Chico “suburbanos tipo musulmanes del Jacarezinho, camino al Jardín de Alá” que, como los inmigrantes árabes o africanos en Europa, son responsabilizados de todos los miedos que involuntariamente ocasionan. El tema, musicalmente la pista más elaborada y original del disco, cuenta con la participación del rapero Rafael Mike, del Dream Team do Passinho, en beatbox, esa percusión vocal típica del hip hop.

Otra particularidad del álbum es la participación de dos de sus nietos –Chico Brown, en Massarandupió, y Clara Brown, en Dueto, ambos hijos de Helena Buarque y el popular músico bahiano Carlinhos Brown–, un gusto personal que no desentona en el conjunto. Como lo es el bolerazo Casualmente, escrito mitad en portugués mitad en castellano, donde evoca una historia de amor en Cuba (“No volverá nunca más/ la canción sentimental que, casualmente, en La Habana/ escuché cantar a una mujer/ como ya no veré otra vez nada igual”) y en la que también alude a Pequeña serenata diurna, del cubano Silvio Rodríguez cuando canta “Hasta el mar de La Habana es lo mismo/ pero no es igual”. Y, en menor medida, ya que esporádicamente incursionó en el género, otra de las sorpresas musicales es el Blues pra Bia.   

En cambio, el samba Desaforos, la romántica A moça do sonho y la costumbrista Jogo de bola se inscriben entre los sonidos tradicionales de la música popular brasileña, de la cual Chico es uno de sus grandes exponentes. Una vez más, el artista carioca sobresale del promedio con sus letras precisas, a veces suaves y otras punzantes, pero nunca vanas.

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